Sectas y Opus Dei

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Por Chispita, 29 de mayo de 2006


Uno de los asuntos que se ha debatido con más profundidad en esta web es la presunta relación de la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei con el mundo tenebroso de las sectas. Aquí se ha opinado que la Obra es una secta, como así mismo opinan también algunos miembros de la Obra. El objeto de este trabajo es averiguar desde un punto de vista científico si la Obra es una secta, como paso previo para que nos vayamos aclarando sobre la verdadera naturaleza de esta Institución. Para ello analizaremos los mecanismos de una secta normal y los compararemos con los ejercitados por la Prelatura. Y extraeremos las oportunas conclusiones.


Sectas y mentalidad sectaria.

José María Bahamonde en su libro La manipulación sicológica de las sectas (San Pablo, 2003, p. 30) dice que “el concepto de secta ha ido evolucionando a lo largo del tiempo. Al principio, dentro del judaísmo, se utilizaba para designar a las corrientes internas, como por ejemplo los esenios, los saduceos o los fariseos, y así fue consideado el cristianismo al principio por los romanos. Mas adelante, el vocablo secta remite a la idea de separación, en contraposición del credo dominante. En las cartas de San Pablo puede observarse que utiliza el término griego de secta háireis, en contraposición al de ekklesía”.

Por su parte, el Congreso de Wisconsin de 1985, desarrollado sobre el particular, define secta como “movimiento totalitario que puede presentarse bajo las formas de entidad religiosa, asociación cultural, centro científico o grupo terapéutico; que utiliza técnicas de persuasión coercitiva para que todos los miembros del grupo pierdan su identidad y dependan del grupo, abandonando su entorno familiar y social”.

Y el Secretariado para la Unidad de los Cristianos en su Informe Sectas y Nuevos Movimientos Religiosos. Desafíos pastorales, (Ciudad del Vaticano, 1986,) subraya que “algunas mentalidades de secta, por ejemplo, la intolerancia o el proselitismo agresivo, no constituyen necesariamente una secta. Estas actitudes se pueden encontrar también en grupos cristianos o dentro de algunas iglesias o comunidades eclesiales. Sin embargo, estos grupos pueden cambiar positivamente mediante una profundización de su formación cristiana y a través del contacto con otros cristianos. En este sentido, estos grupos pueden crecer dentro de una mentalidad y actitud mayormente eclesiales”...

De modo que, por una parte podemos encontrar mentalidades y actitudes sectarias radicadas fundamentalmente en las personas y que se caracterizan por el afán controlador, por la desconfianza hacia otros, por el rechazo al dialogo, por creerse depositarios de la Verdad absoluta, y por una fe ciega en las propias creencias, actitudes, capacidades y proyectos. En el fondo de estas actitudes se encuentra la Soberbia y consecuentemente la ausencia de Humildad y de Caridad en el sujeto. Estas personas las podemos encontrar en muchos ámbitos políticos y profesionales y son una auténtica tortura para sus colaboradores y subordinados.

De otro lado, está la propia secta, o grupo que se ha ido formando en torno a esa personas y que está obsesionado en el alcance de una serie de objetivos a través de una serie de prácticas. José María Bahamonde insiste (op. Cit.p. 38) “en que todos ellos se caracterizan por la recurrencia a procesos de persuasión coercitiva, reforma de pensamiento y condicionamiento conductual”, que denomina Proceso PC / RP/ CC que se utilizaron en las guerras de China, Corea y Vietnam. Pero Bahamonde insiste en que en la China Roja solo se pretendía afectar al área del pensamiento político, mientras que el resto de las funciones permanecía inalterable, mientras que en “los movimientos de características sectarias, el proceso atañe a toda la personalidad”. Y además pretenden que “el sujeto corte sus vínculos con el ámbito social al que pertenece y, apartándose del mismo, pase a depender exclusivamente del movimiento en cuestión” (op. Cit., p. 39). Más adelante subraya que los sujetos sometidos a tortura en estos conflictos sufrían estos procesos contra su voluntad, mientras que los miembros de las sectas, este proceso cuenta con el beneplácito del sujeto (op. Cit. p. 40). Es más, el sujeto recibe este proceso muy a gusto –por lo menos al principio- puesto que para él todo es novedad, y es la clave para alcanzar un estado de felicidad y armonía interior que antes han estado ausentes de su vida. Además, no ve a los formantes como enemigos sino como amigos y aliados a los que les debe todo. O sea, que sarna con gusto, no pica.

Este proceso, sin embargo, tiende a “alterar de forma más o menos radical, la propia visión frente al mundo para aceptar una nueva versión de la realidad, reinterpretando las pautas de vida anteriores al ingreso en el movimiento en cuestión y así aceptar obedientemente un sistema de creencias dictado por un líder absoluto e incuestionable. El éxito se consigue cuando, atacados los aspectos centrales del Yo, las personas sometidas a estos procesos abandonan total o parcialmente el sistema de creencias, valores, juicios, relaciones y demás pautas de vida pasadas, para asumir una nueva estructura alternativa ofrecida por el movimiento como única salida posible para solucionar un estado profundamente conflictivo que, muchas veces ha sido creado artificialmente” (op. Cit. p. 41).

El fin y los medios

Bahamonde se refiere a continuación a que estos grupos ofrecen una variada gama de actividades que puedan interesar a la gente: conferencias, clases gratuitas, campañas para la erradicación de lacras sociales. Ahí se conoce a los sujetos y se tiene un primer contacto con ellos. Luego se vuelve a invitar al sujeto y se tienen otros contactos donde se le irán explicando al sujeto los verdaderos contenidos del movimiento. “De esta manera y a medida que el sujeto fortalece los vínculos emocionales con el grupo y, en contrapartida, los debilita con su entorno familiar y social, se le va enfrentando de forma progresiva con prácticas y creencias que, si hubieran sido manifestadas abiertamente desde un principio, difícilmente habría prestado el nuevo adepto su consentimiento para el ingreso” (Ibíd., p. 42). O sea, propaganda, proselitismo engañoso y acotación de la información, de modo que el sujeto apenas puede elegir libremente, sobre todo porque no sabe lo que le espera, cuando la verdad es que a mayor conocimiento, la elección se torna más responsable y por tanto más libremente asumida y es más humana. Bahamonde señala al respecto: “Si se le ofrece a una persona elegir entre dos cosas y ocultamos que podría elegir entre cuatro o cinco más, estamos manipulando la elección, ya que acotamos su margen de acción y le damos un margen referencial reducido a dos opciones, generalmente expuestas de manera dialéctica o antagónica” (Ibíd.,p. 44). Esta estrategia es ilícita además primero cuando el fin es ontológicamente malo, como los actos de terrorismo, o vender droga, o el proxenetismo sexual, pro lógicamente los medios serán malos si el fin también lo es.

La posición del Opus Dei

Desde su propio comienzo los primeros miembros de la Obra desarrollaron todo tipo de actividades para captar personal. Desde la Academia DYA (Derecho y Arquitectura) hasta colegios, universidades, centros de formación profesional, clubs, conferencias y un largo etcétera. A su vez estas instituciones han desarrollado sus propios programas de captación: un curso para padres, una serie de tertulias de actualidad… ¿Cuál era el fin de estas actividades y empresas? ¿Qué los mueve? Creo que es justo decir que en el fondo hay un deseo de que las personas se acerquen a Dios, que se tomen su vida cristiana en serio, y que mejoren como profesionales. Yo creo que eso es innegable y muy laudable para la Obra. Desde ese punto de vista, la actividad apostólica del Opus Dei no es sectaria sino plena y profundamente humana y cristiana, legítima y ética. Pero el problema se presenta cuando se plantea el hecho vocacional y cuando –junto con estos fines muy laudables y necesarios en la sociedad que nos ocupa- hay el deseo de captar personas para la Institución. Es entonces cuando la actividad toma y puede tomar un carácter sectario.

Vayamos por partes. Es un hecho que Dios llama. Cristo llamó a sus Doce Apóstoles. Llamó a San Pablo camino de Damasco, y luego a tantos. Para llamarlos utilizó también varios medios: paseó por las orillas del Mar de Galilea, hizo milagros, algunos de ellos portentosos, reunió a multitudes, repartió pan y peces, curó enfermos…Es decir, Dios llama y usa medios humanos. Luego no hay que escandalizarse de que los cristianos usen medios para darse a conocer y difundir el mensaje de Cristo. Hasta ahí bien. Sin embargo, el proceder de Nuestro Señor no fue el mismo que usan los nuevos movimientos religiosos como el Opus Dei o los Legionarios de Cristo. La diferencia está en el planteamiento del hecho vocacional:

  1. Nuestro Señor hace “propaganda”, capta gente, hace amigos, pero en primer lugar es sincero con la gente. No le pide lo mismo a todos. Al ex endemoniado de Gerasa –que le pide unirse a los discípulos- le dice que no, que se quede entre su gente. A la mujer samaritana le dice lo mismo. A Nicodemo le dice que “es preciso nacer de nuevo”. Luego si Cristo hizo propaganda….¡caramba! También podemos hacerla sus hijos. Lo mismo que un hijo habla del gran padre que tuvo. E invita a sus nietos a una merendola para ponerles películas donde sale el padre. El objeto es legítimo: que quieran al abuelo. Lo malo sería que luego les presionara para que fueran e imitaran en todo al abuelo. Porque las personas son diferentes. Uno es el abuelo. Otros, sus nietos. Los nietos no tienen por qué ser como el abuelo.
  2. Nuestro Señor se tomó nada menos que tres años para ir formando a los apóstoles, y explicándoles las cosas. Y les dice claramente que El ha venido a padecer, que el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza, y que ellos seguirán su misma suerte. Además les deja claro que han venido para salvar almas y hacer apostolado. Y les manda sin contemplaciones a explicarles a la gente que el Reino de Dios ya está en la Tierra. O sea Nuestro Señor no engaña a nadie ni dice medias verdades. Es un Amigo de verdad, exigente y claro y muy justo que no pide a nadie lo que no puede dar. Pero, por otra parte, no les pide que sean como Él, no les agobia, no les presiona. Eso si. Habla con ellos, les abre horizontes, espera pacientemente su maduración interior.
  3. En relación a la gente joven, Nuestro Señor trata a los niños (“Dejad que los niños se acerquen a Mí y no se lo impidáis” y entre sus discípulos está Juan, un adolescente. Pero solo Juan. La actividad de Jesús se basa en gente de la calle, ya madura y baqueteada por la vida. Y Jesús acaricia a los niños pero no les dice que ven vengan con El. Solo los mira con inefable ternura. Desde ese punto de vista, me parece muy bien que la Prelatura disponga de unos clubs donde se anima a los chicos a tener una vida cristiana y de estudio. Me parece muy bien que se les anime a confesarse, a vivir y conocer la doctrina cristiana, a ir a círculos de formación cristiana. Creo que eso es necesario y muy oportuno. Pero lo peligroso, porque no lo hizo Cristo es exigir a chicos jóvenes las exigencias que a los miembros mayores de la Obra nos cuesta trabajo llevar a cabo. Eso es injusto y sectario. Y es injusto y sectario que la labor de formación cristiana acabe transformándose en una labor de captación de chicos inmaduros, inconscientes porque no han llegado aún a la plenitud de su edad y de su conocimiento y por tanto no pueden adoptar decisiones humanas plenas. Lo mismo se podría decir del chico que tiene relación sexual con una chica “bueno, porque me apetece, me lo paso bien, todos los de mi clase lo hacen, etc” Esas son decisiones inmaduras, faltas de conocimiento, de reflexión sobre la importancia, belleza y trascendencia del acto y del compromiso sexual. Eso no quiere decir que a algún chico jovencito el Señor le pueda llamar, como hizo con Juan, pero siempre, en el futuro, tras un proceso de Reforma, el que hubiera incorporaciones al Opus Dei con 14 años y medio debería ser lo raro y lo excepcional. Y en todo caso, se debería retrasar la edad mínima a los 17-18 años. De modo que como el discutido Nemrod dijo en su día en esta web, los clubs serían escuelas de formación cristiana y de encariñamiento de los chavles con Jesucristo, pero nunca centros de proselitismo oculto.
  4. El pitaje de los Apóstoles es voluntario. Se produce después de la Pasión y de la Resurrección de Cristo. De modo voluntario y no forzado, movidos por el amor que surge después de tres años de tratar con Cristo y tras una reflexión madura, inteligente, humana. No hay coacción de Cristo.

A mi modo de entender, pues, en relación a la labor de propaganda y de formación cristiana básica que el Opus Dei realiza, no se la puede calificar de sectaria, en tanto que simplemente transmite el dogma cristiano.

El problema viene en mi opinión en dos momentos: a) la cuestión vocacional; b) el proceso de formación de los miembros.

La cuestión vocacional. A mi entender lo sectario en la actuación del Opus Dei comienza cuando los directores entienden que una persona tiene vocación porque:

  1. Le gusta ir mucho por el centro.
  2. Tiene dirección espiritual con el sacerdote del centro.
  3. Cumple la mayor parte de las normas de vida de los fieles del Opus Dei.
  4. Tiene buenas costumbres.
  5. Tiene buena pinta, buenas notas, buena cabeza, buena familia, buen carácter y buena posición.

Yo diría que eso es mucho pero es poco. Y vuelvo a repetir es Dios Nuestro Señor, Quien ha creado, y redimido a un alma, a un hijo suyo. Él tiene planes para cada persona. Sobre todo Dios a todos da amor y de todos espera amor. Pero quiere un amor inteligente y maduro sobre la base de que el interesado sepa todas las consecuencias de su compromiso con la Prelatura, que han de serle explicitadas por el director al interesado. Luego, éste en su oración valorará con Nuestro Señor si está dispuesto a seguirle así en la Iglesia. Y desde luego, se le debería también decir que en Opus Dei la confidencialidad no existe y que sus problemas serán tratados y analizados por las reuniones del Consejo Local y la Delegación, que sus problemas se verán reflejados en papeles confidenciales, que perderá amigos, que posiblemente se verá arrancado del entorno que le rodea, que no tendrá dinero, que nunca deberá aceptar regalos, que nunca tendrá una cuenta corriente, que deberá consultarlo todo, que no podrá ir a espectáculos públicos que…. un largo etcétera. En ese sentido, como eso no se vive en la práctica, la acción proselitista del Opus Dei me parece sectaria, porque no se informa al interesado “antes” del pitaje, sino después de éste, de modo que su decisión no es plenamente libre y responsable. Y supone un comportamiento injusto con Nuestro Señor, que desde el Cielo verá con tristeza que un hijo suyo no solo deja la Obra sino también la Iglesia y se entrega a todo tipo de vicios por culpa de las “medias verdades” de sus ¿discípulos? Del Opus Dei. Y yo pienso que San Josemaría, iluminado ahora por Nuestro Señor, condenará también estos comportamientos que él mismo promovió con la mejor intención.

El problema de la formación posterior

En relación al ambiente y a la formación que los miembros numerarios reciben, en ella hay algunos elementos que coinciden con los realizados por las sectas. Veamos qué medios usan las sectas para formar a sus miembros:

  1. Uso de técnicas de ventilación, y de respiración controlada y pautada.
  2. Grabaciones durante los momentos de sueño.
  3. Inducción al trance usando instrumentos de percusión que aturden los sentidos, presionan la motricidad, y la imaginación.
  4. Ingesta de alcohol en cantidades considerables

Todo ello busca crear y fomentar la liberación de impulsos básicos, de las presiones del super-ego, y de amnesias liberadoras. Se realizan procedimientos que buscan la descarga violenta de las tensiones provocando todo ello una anestesia sensitiva en la corteza cerebral y síndromes sicofisiológicos de anestesia, que obnubilan el pensamiento lógico y el análisis crítico.

Pero junto a todo esto, que no se da en el Opus Dei, y que practican las sectas, hay otros instrumentos que, en su funcionamiento sí pone en práctica la Prelatura bien de modo institucional o personas con mentalidad realmente sectaria pertenecientes a la Prelatura.

  1. El paternalismo benevolente. Adopción de actitudes ricas en sonrisas, risas, chistes, golpecitos en la espalda, y actitud como de “interesarme mucho tus problemas y tu situación”.
  2. El estatus de superioridad. Exaltación de una persona por su cargo en la Institución, sus años en la Obra, sus publicaciones, su sabiduría, sus largos años en el Colegio Romano, su larga convivencia con el Fundador o con alguno de sus sucesores, sus sacrificios por la Obra… que implican como una atmósfera de veneración y de seguidismo a todas sus opiniones.
  3. Confesiones íntimas. Se trata de que la persona que controla al adepto sepa todo sobre la familia, el trabajo, el dinero, las amistades, con conflictos internos. Se insinúa sí que la Institución a través de la Charla se preocupa de ti. Le interesan realmente tus problemas, quiere ayudarte. Para muchos supernumerarios la Charla –en la que confían ciegamente- es un desaguadero sicológico vital. Y para la Obra una estupenda fuente de información.
  4. El bombardeo de amor. Se trata de volcarse en mil detalles de aprecio, estima y cariño –regalos en reyes, celebraciones, interés por los problemas personales- para que el sujeto descargue su afectividad en la persona que le controla. Esto está muy bien, pero en el caso de los numerarios solo se pone en práctica cuando se ve a alguien “flojo” o sea dudoso en su vocación, cuando debería ser cosa de siempre.
  5. Seguidismo continuo. Se trata de no dejar ni a sol ni sombra a la persona. Se la llama, se la cita, se planean paseos con ella para preguntar, inquirir, amonestar, amenazar, adoctrinar. Se controla su tiempo, a donde va, que es lo que hace…
  6. Control intelectual. Control de la televisión, de la radio, del ordenador, de las cartas que uno escribe o hace. Se exige que se lean las publicaciones internas de la Institución para asegurar la percepción intelectual del mensaje de la misma.
  7. Control económico. Por supuesto no puedes tener cuentas corrientes, y tienes que darlo todo a la Institución.
  8. Premios-Castigos. A los disidentes o inadaptados se les mandan trabajos duros que les extenúan, no se corrige con la debida prontitud y energía abusos de otros miembros de la Institución sobre ellos, no se les informa sobre actos o momentos de expansión, no se les da la oportunidad de elegir su lugar de realización de su convivencia anual, se les cita periódicamente a conversar con personas de la dirección que les preguntan, les coaccionan, les presionan, les amenazan. Se vigilan sus palabras y sus gestos. Se conversa sobre ellos en las reuniones de los consejos locales y de las delegaciones, que informan además a Madrid y a Roma. Hay broncas y denuncias continuas. Con los adaptados, todo lo contrario. Todo son reverencias, posibilidad de elección de lugar de curso anual, privilegios, alabanzas públicas.
  9. Exigencia de un cierto aspecto físico. Se ve muy bien llevar chaquetas, corbatas, zapatos muy bien lustrados, y una presencia física impecable sin tener en cuenta los gustos del sujeto que, cuando está en su casa, está en su casa y no tiene por qué ir vestido de etiqueta. Hay un cierto retrato robot del numerario: alto, delgado, con cabello cortado, chaqueta azul, pantalón gris….
  10. Planteamiento continuo de ideales heroicos y de grandes gestas. Números de personas a tratar, generosidad en determinadas mortificaciones y penitencias, cifras a alcanzar en la labor apostólica.
  11. Tertulias y reuniones donde se exponen casos particulares y experiencias, confesiones sobre lo bien que me ha ido con ustedes en tertulia con el Prelado…
  12. Prohibiciones. De esta o aquella amistad. De tal o cual tema. De tal ambiente….
  13. Continua exaltación de lo colectivo sobre lo personal. Lo importante es la Obra, no tú.
  14. Chantages emocionales. Recordar acciones negativas del pasado del miembro disidente, mantener un sentimiento de culpa.
  15. Ocultamiento de datos, falseamiento de la realidad de la Institución, optimismo a todo trance. Engaño.
  16. Presiones en el sentido profesional bajo la idea de sugerencia o de consejo.
  17. Ausencia absoluta de discreción en la dirección espiritual, condicionada por los planteamientos del colectivo direccional.

No quiero alargarme más. Los elementos citados estimo que son suficientes para colocar a la Obra como una Parasecta, en tanto que es una Institución aprobada por la Iglesia cuyo fin es bueno en sí, pero que usa de personas y de instrumentos usados por las sectas al realizar una labor de formación que en último término busca el control del pensamiento y de la actividad, la difuminación práctica de la personalidad, el control emocional. Una Institución con una atractiva tienda y con un una tenebrosa trastienda que se hace necesario eliminar, limpiar y purificar en beneficio de la propia Obra, de la Iglesia y de las almas, para servir a la Iglesia “como la Iglesia quiere ser servida”



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