Programa de formación inicial (B-10), Roma, 1985/Apartado II 21

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APARTADO II Charla n° 21


I. Caridad: fraternidad

"La caridad procede de Dios" (1 Ioh 4,7)- Así como la fe sobrenatural nos hace partícipes del conocimiento divino, la caridad nos hace participar del amor de Dios. Por la caridad amamos a Dios con el amor que Dios mismo nos infunde, y, a la vez, amamos a Dios y por Dios a todas las criaturas, "sobre todo a aquellos que son mediante la fe de la misma familia que nosotros" (Gal 4, 10); y especialmente -la caridad es ordenada-, a aquellos que son hermanos nuestros en la Obra.

La caridad es la más alta de todas las virtudes (cfr. 1 Cor 13,1-4); ha de informar a todas las demás, para conferirles valor sobrenatural y ordenarlas rectamente al fin último. El mandatum novum (loh 13,34) encontró un profundo eco en el corazón de nuestro Padre! "A mí me enamoró de tal manera que, ya en la primera casa que tuvimos, hice poner un gran cartel, que se conserva, con ese precepto del amor" (De nuestro Padre). Este cartel quedó indemne en la Residencia de Ferraz 16, destruida durante la guerra civil española, como un recordatorio vivo de la perennidad de este mandamiento.

3. Somos hijos de Dios y de Santa María; y también de nuestro santo Fundador. Somos, por tanto, hermanos en un sentido muy hondo, con unos vínculos sobrenaturales más fuertes que los de la sangre. Mirando a la gente de Casa, podemos decir como el Señor: "¿Quién es mi madre y quiénes mis hermanos? (...) He aquí mi madre y mis hermanos" (Mt 12,48-49). Congregavit nos in unum Christi amor. Como los primeros cristianos, somos cor unum et anima una: sin distinción de raza, de nación o de lengua.

4. Hay pues fundamento claro y sólido para afirmar, con todas las consecuencias: "Formad un solo corazón. Quereos como una madre a su hijo, como un padre a su hijo, como hermanos. ¡Por amor de Dios, quereos mucho! Si no, no vamos bien" (De nuestro Padre). "Somos un rinconcito de la casa de Nazaret"; "a esa Familia pertenecemos" (De nuestro Padre).

"Pertenecemos todos: Numerarios, Agregados y Supernumerarios. Todos formamos parte de este hogar. Y todos hemos recibido la misma llamada a llevar, dentro del alma, este calor de la caridad de Jesucristo, para comunicarlo al ambiente donde se desarrolle la vida en familia de cada uno: es decir, a la sede material de nuestros Centros o a la familia de sangre con la que conviven la mayor parte de mis hijas e hijos" (Del Padre).

Sólo unos pocos miembros de la Obra, por motivos de gobierno o de formación, hacen vida en familia en nuestros Centros.

7. La caridad, al informar nuestra vida entera, enciende el afán de servir a Dios y a todas las almas. "El Señor, hijos míos, vino para eso a la tierra -filius_hominis non venit mini-strari sed ministrare (Mt 20,28); el hijo del hombre no vino a

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ser servido, sino a servir- y todo el quiera seguirle no ha de pretender otra línea de conducta" (De nuestro Padre). Alter alte-rius onera pórtate, et sic adimplebitis legem Christi. Ejemplos concretos.

II. Plan de vida. Retiro mensual y Curso de retiro

1. Todos los meses hacemos ese parón -el Retiro mensual- para prestar mejor atención a los asuntos de nuestra vida interior. Para amar cada vez más a Dios, hemos de contemplarle largamente: no se ama lo que no se conoce, lo que no se contempla. También hemos de mirarnos despacio a nosotros mismos, a la luz de Dios, para descubrir y quitar lo que estorba a nuestra fe, a nuestra esperanza, a nuestro Amor (cfr. Camino, n. 245). Así se aviva también la ilusión apostólica, el afán de almas, que ha de crecer siempre.

Modo de aprovechar el Retiro mensual: preparación -por ejemplo, durante el tiempo de la noche anterior-; cuidar el silencio interior y exterior; evitar hacer cosas que nos puedan distraer; quizá, tomar notas de algunas ideas de las meditaciones, lectura, charla y examen, para considerarlas despacio personalmente; cuidar la Normas y Costumbres con especial esmero, etc. Propósitos: pocos y concretos.

2. En el Curso de retiro se trata de vivir unos días de oración y de examen, centrándonos totalmente en Dios, sin que nada nos distraiga: días de oración, mortificación y examen. Nos ayuda a mejorar en el conocimiento del Señor, del espíritu de la Obra y de nosotros mismos. Preparar una buena confesión. Charla con el sacerdote. Propósitos concretos.

III. Costumbres

1. Escapulario del Carmen: "Lleva sobre tu pecho el santo escapulario del Carmen"(Camino, n. 500). Su origen se remonta al s. XIII. El "privilegio sabatino" consiste en la liberación del purgatorio el sábado siguiente a la muerte de quienes lleven el escapulario, procurando ser fieles a sus deberes de estado.

Se puede utilizar escapulario de lana, o bien una medalla con una imagen de la Virgen y una del Sagrado Corazón de Jesús. Tanto si se utiliza medalla como escapulario de lana, deben estar bendecidos.

El escapulario ha de estar impuesto por algún sacerdote con las debidas facultades. Se puede pedir la imposición a los sacerdotes de la Obra.

2. Romería a un santuario de la Virgen en mayo. El origen de esta Costumbre, para nosotros, es la romería de nuestro Padre a Sonsoles (cfr. Es Cristo que pasa, n. 139). No es una excursión, sino un acto de amor a nuestra Santísima Madre. Se reza una parte del Rosario al ir, otra en el Santuario, y otra a la vuelta. La romería tiene sentido de penitencia (se prescinde de la merienda, refresco, etc. que sería normal en una excursión) y fin apostólico (procuramos hacerla con alguna persona que tratamos de acercar a Dios y a la Obra).

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3. En los días que preceden al 8 de diciembre, cada miembro de la Obra hace personalmente la novena en honor de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen, escogiendo la fórmula o la oración que prefiera, y poniendo más intensidad en la oración, en el trabajo profesional y en las mortificaciones pequeñas. Son días de gran eficacia proselitista.