Programa de formación inicial (B-10), Roma, 1985/Apartado II 17

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APARTADO II Charla n° 17


I. Proselitismo (I)

Hacer proselitismo es poner los medios –sobrenaturales y humanos- para que muchas otras almas respondan generosamente al Señor cuando les llame a formar parte del Opus Dei.

El proselitismo es un derecho natural (divino); el mismo que toda persona tiene de comunicar noblemente a otros su riqueza interior, invitándoles a participar en la propia vida del espíritu. Un derecho que fluye de la dignidad de la persona humana y de su naturaleza social.

3- El proselitismo es también un deber: "Cumplimos un mandato imperativo de Cristo". El deber que tiene todo cristiano de ir y enseñar a todas las gentes, es mayor para nosotros. "Los miembros del Opus Dei pueden y deben provocar la crisis de vocación entre toda clase de personas que parezcan idóneas, puesto que el fin peculiar de la Obra es promover la búsqueda de la santidad entre gentes de toda condición social. Por consiguiente, para que no haya almas que puedan decir que no aspiran a la santidad porque nadie las llamó -quia nemo nos conduxit-, los miembros del Opus Dei tienen el derecho y el deber de plantear el problema vocacional -ascende superius- y de provocar esta crisis entre toda clase de personas, que den esperanzas de una posible vocación" (De nuestro Padre).

4. De ahí que uno de nosotros que no sintiera preocupación por el proselitismo, manifestaría carecer del espíritu del Opus Dei, cuyo fin es, precisamente, difundir en el mundo la búsqueda de la santidad.: por eso, cada miembro debe ser como una brasa encendida, que pega fuego dondequiera que esté, o por lo menos levanta la temperatura espiritual de los que le rodean, llevándoles a vivir una intensa vida cristiana. "Es la señal cierta del celo verdadero" (Camino, n. 793).

5. Es Dios quien llama, no nosotros. Es Dios quien ha puesto las condiciones necesarias para poder recibir la vocación al Opus Dei. "No caben: los egoístas, ni los cobardes, ni los indiscretos, ni los pesimistas, ni los tibios, ni los tontos, ni los vagos, ni los tímidos, ni los frívolos.- Caben: los enfermos, predilectos de Dios, y todos los que tengan el corazón grande, aunque hayan sido mayores sus flaquezas" (De nuestro Padre). Se requiere: virtud, carácter, talento y posición (la virtud puede suplir lo demás), adecuados a las distintas situaciones (Numerarios, Agregados y Supernumerarios), dentro de la única vocación. Es muy importante valorar objetivamente las virtudes humanas: sinceridad, generosidad, fortaleza, lealtad, laboriosidad, etc., y, como es lógico, la voluntad de llegar a ser santos.

6. Señales de la vocación: idoneidad y generosidad. Entender que vale la pena: qui potest capere capiat (Mt 19, 12). "Estar inquieto, sentirse cobarde, bellaco, eso ya es una buena señal. Tener miedo, ¡eso ya es una buena señal! No son señales negativas: son positivas" (De nuestro Padre).

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7. Necesitamos audacia, usar de la santa coacción y de la santa desvergüenza, para provocar la crisis de vocación. El Señor tampoco nos ha pedido permiso para meterse en nuestra vida. Pero el compelle intrare que se ha de vivir en el proselitismo nunca es un empujón material. Característica capital de nuestro espíritu es el respeto a la libertad personal de todos. La santa coacción es la abundancia de luz, de doctrina; es el empujón espiritual de nuestra oración y del trabajo bien hecho, que es testimonio de la doctrina; es el cúmulo de sacrificios que se sabe ofrecer; es la sonrisa que viene a la boca porque somos hijos de Dios.

8. El discernimiento de la llamada personal, dentro de la única vocación -como Numerario, Agregado o Supernumerario- se ha de hacer en la oración; pidiendo luces, partiendo de una voluntad decidida de cumplir fielmente la Voluntad amabilísima de Dios, que nos llega ordinariamente a través de los Directores.

9. Todos hemos de tener la preocupación de fomentar vocaciones de Numerarios. De que sean abundantes, depende la extensión de todos los apostolados de la Obra y la formación de los demás miembros. "Todos mis hijos Supernumerarios han de secundar eficazmente -cada uno en la medida que puede- las obras de formación de la juventud. De manera especial sabrán fomentar la multiplicación de las vocaciones de Numerarios, y con este fin, -sirviéndose oportunamente de nuestros chicos y de nuestras chicas de San Rafael- procurarán formar almas apostólicas aun entre los niños, metiéndoles poco a poco en alguna labor de apostolado propia de su edad" (De nuestro Padre).

II. Círculo breve o de Estudios

Es un medio de formación colectiva habitual, cuyo objeto es conservar y mejorar el espíritu de la Obra en cada uno.

El Círculo breve, para los Numerarios y Agregados, se celebra semanalmente, en día fijo; el Círculo de Estudios, para los Supernumerarios, tres veces al mes, también en día fijo (la cuarta semana se asiste al retiro mensual).

3. Es preciso poner todos los medios -alguna vez puede ser necesario un esfuerzo considerable- para asistir siempre a este medio tan importante de formación.

4. Importancia del examen; la emendatio: acusación de faltas, no de pecados. No debe hablarse después de los defectos que los demás hayan manifestado. También se prohíbe cualquier comentario crítico sobre lo tratado en el Círculo.

III. Costumbres. Mortificación corporal

Aspecto positivo: es la oración del cuerpo. Necesidad de la penitencia, de la reparación por los pecados personales y los de todo el mundo, de avalorar nuestras peticiones al Señor.

La mortificación corporal tiene manifestaciones distintas según se trate de Numerarios, Agregados o Supernumerarios.

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Los Numerarios y Agregados usan al menos dos horas diarias el cilicio; las disciplinas una vez a la semana, por el tiempo que dure una oración vocal (por ejemplo, el Padre nuestro, el Credo, el salmo Miserere, o cualquier otra según la devoción de cada uno); y un día a la semana duermen en el suelo (o sin almohada). Si el día habitual coincide con uno de fiesta litúrgica o de Casa, se traslada a otro. Los Agregados han de concretar con sus Directores las mortificaciones corporales que deben hacer -y el modo de cumplirlas en su caso particular-, porque a veces no será prudente que las cumplan todas, y entonces convendrá que el Director las conmute por otras.

El plan de vida de los Supernumerarios no incluye esas mortificaciones. En su lugar, y de acuerdo con el que recibe su Charla, deben practicar también alguna mortificación corporal fija y discreta: rezar de rodillas unos misterios del Rosario; no apoyarse algún rato en el respaldo de la silla; mortificación en la comida y en la bebida, etc.