Programa de formación inicial (B-10), Roma, 1985/Apartado III 3

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APARTADO III Charla nº 3

La Obra (I)

1. Dios suscitó la Obra para recordar a todos la llamada universal a la santidad. "El objetivo único del Opus Dei ha sido siempre ése: contribuir a que haya en medio del mundo, de las realidades y afanes seculares, hombres y mujeres de todas las razas y condiciones sociales, que procuran amar y servir a Dios y a los demás hombres en y a través de su trabajo ordinario" (Conversaciones, n. 10). Un sólo fin, con dos aspectos esenciales: la santidad personal y el apostolado. Santificarse santificando; éste es el fin de nuestra vocación: "La santificación personal y el empeño por lograr que el mayor número posible de almas conozcan y traten a Cristo" (De nuestro Padre).

2. "La actividad principal del Opus Dei consiste en dar a sus miembros, y a las personas que lo deseen, los medios espirituales necesarios para vivir como buenos cristianos en medio del mundo. Les hace conocer la doctrina de Cristo, las enseñanzas de la Iglesia; les proporciona un espíritu que mueve a trabajar bien por amor de Dios y en servicio de todos los hombres" (Conversaciones, n. 27).

3. "El deseo de contribuir a la solución de los problemas que afectan a la sociedad y a los cuales tanto puede aportar el ideal cristiano, lleva además a que la Obra en cuanto tal, corporativamente, desarrolle algunas actividades e iniciativas" (Ibid.).

Como el Opus Dei tiene fines exclusivamente espirituales, "sólo puede realizar corporativamente aquellas actividades que constituyen de un modo claro e inmediato un servicio cristiano, un apostolado. Sería absurdo pensar que el Opus Dei en cuanto tal se pueda dedicar a extraer carbón de las minas o a promover cualquier género de empresas de tipo económico. Sus obras corporativas son todas actividades directamente apostólicas: una escuela para la formación de campesinos, un dispensario médico en una zona o en un país subdesarrollado, un colegio para la promoción social de la mujer, etc. Es decir, obras asistenciales, educativas o de beneficencia, como las que suelen realizar en todo el mundo instituciones de cualquier credo religioso (...). Se trata de iniciativas en beneficio de la sociedad, abiertas a todos, sin discriminación alguna de raza, religión o ideología" (Ibid.).

Las obras corporativas de apostolado las promueven y dirigen miembros del Opus Dei, con otras personas, cristianas o no.

Sólo son corporativas aquellas actividades que los Directores Centrales o Regionales declaran oficialmente que se trata de labores apostólicas de las que el Opus Dei, como tal,

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como corporación, asume la responsabilidad de su orientación doctrinal y espiritual. De ese modo se conoce que tienen la garantía moral de la Obra y un carácter apostólico absolutamente preponderante.

Sin embargo, no es la Obra como tal quien crea estas labores (la actividad de la Obra consiste, como se ha dicho, en la formación de sus miembros), sino que, dentro de las leyes del país, las promueven y llevan a cabo algunos miembros de la Obra -asociándose de ordinario a otros ciudadanos-, y con las entidades promotoras o gestoras que creen, se ocupan de todos los aspectos económicos, técnicos y administrativos; esas entidades son las responsables ante la autoridad civil competente.

Por lo tanto, al referirse a esas labores no es exacto decir que están "dirigidas por la Obra", sino que, para ajustarse a la realidad, deben emplearse expresiones como: "labores cuya actividad formativa -doctrinal y espiritual- está confiada a la Obra", "labores en las que la Obra dirige la formación espiritual y doctrinal". Si se trata de personas ajenas, y para que les resulte más fácil entender, puede hablarse de "labores apostólicas confiadas a la Obra”.

Las labores corporativas son siempre medio, nunca fin. Residencias universitarias, Universidades, una Escuela del Hogar, etc., no son fin, "del mismo modo que la pala y la azada no son fin del campesino, sino medios para labrar la tierra" (De nuestro Padre). Él fin es exclusivamente sobrenatural: de una parte, la santidad personal; y de otra, acercar muchas almas a Dios, algunas de las cuales puedan recibir nuestra misma vocación, para el servicio de la Iglesia y el bien de las almas, en medio del mundo.

4. El Opus Dei no es una empresa humana, sino una gran empresa sobrenatural, Obra de Dios. "No la ha imaginado un hombre", repetía nuestro Fundador. Su origen, su fin, y sus medios son sobrenaturales.

5. "Querría grabar a fuego en vuestras almas estas tres consideraciones:

La Obra de Dios viene a cumplir la Voluntad de Dios. Por tanto, tened una profunda convicción de que el cielo está empeñado en que se realice.

Cuando Dios Nuestro Señor proyecta alguna obra en favor de los hombres, piensa primero en las personas que ha de utilizar como instrumentos y les comunica las gracias convenientes.

Esa convicción sobrenatural de la divinidad de la empresa acabará por daros un entusiasmo y amor tan intenso por la Obra, que os sentiréis dichosísimos sacrificándoos para que se realice" (De nuestro Padre).

6. El amor a la Obra, que crece impetuosamente con el

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transcurso del tiempo, al compás de nuestra fiel correspondencia a la gracia, tiene profundas razones teológicas:

Es el amor al camino divino que el Señor nos ha trazado en la tierra con su Sabiduría infinita y Amor inmenso.

Es la manera de comprobar y de encender nuestro amor apasionado a la Iglesia, que realiza en nosotros su maternal acción santificadora mediante la Obra, instrumento de Dios dentro de la Iglesia: nuestra Madre guapa.

Es consecuencia lógica de la belleza sobrenatural y humana de nuestra familia, "bella como la luna -podemos decir con palabras de la Escritura Santa.-, elegida como el sol, imponente como escuadrones en orden de batalla" (Cant 6,9).

7. Al amar a la Obra, amamos a Dios, su Autor y amamos a la Iglesia Santa, .Esposa de Jesucristo. Ese amor se manifiesta necesariamente en obras: en esfuerzo personal por encarnar plenamente su espíritu; en un incesante proselitismo.