Por qué no creo en el Opus Dei

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Por Heraldo, 3.07.2015


Las principales razones que esgrime el Opus Dei para legitimarse en el mundo católico son las aprobaciones que ha recibido de parte de las autoridades de la Iglesia Católica-especialmente de los Papas- y la canonización de su fundador. Ante esto, parece que un católico no tiene más remedio que aceptar al Opus Dei como venido de Dios.

Sin embargo, hay razones muy poderosas para pensar en sentido opuesto, en espera de que la jerarquía católica rectifique y retire al Opus Dei el respaldo que le ha venido dando, sobre todo en la época de Juan Pablo II.

Voy a enunciar brevemente las razones por las que yo no creo en el Opus Dei.

  1. No creo en el Opus Dei porque no creo que provenga y sea de Cristo una institución esencial y originariamente vinculada al poder y al dinero. El Opus Dei se ha esmerado en ocultar este vínculo, pero no puede engañar a quienes de verdad conocemos la Obra.
  2. No creo en el Opus Dei porque no crea en sus miembros ningún compromiso con los pobres y los que sufren, aunque los llene de rezos diarios y múltiples obligaciones en servicio de la Obra misma.
  3. No creo en el Opus Dei porque el Opus Dei nunca ha hablado a la jerarquía de la Iglesia con la verdad. Para solicitar las aprobaciones se han presentado los aspectos de la Obra que se sabía serían aprobados, al tiempo que se ocultaron los aspectos esenciales de su doctrina y praxis que se sabía serían discutidos o rechazados.
  4. No creo en el Opus Dei porque fui testigo de cómo se preparó la canonización de su fundador desde mucho antes de su muerte, mitificando los rasgos positivos de su vida y ocultando los aspectos de su personalidad y hechos de su vida que se sabía eran impropios de un verdadero santo.
  5. No creo en el Opus Dei porque en el proceso de beatificación y canonización sólo se dejó hablar a los más fanáticos de sus seguidores y se acalló a todos aquellos que intentaron revelar aspectos contradictorios e incluso inmorales de la vida de Escrivá. Nunca existió un proceso de discernimiento sobre la santidad de Escrivá, sino una mera acumulación de “recuerdos” laudatorios.
  6. No creo en el Opus Dei porque la Obra descalifica a la estructura de la Iglesia (Papa, obispos y párrocos) como ineficaz, ofreciéndole al cristiano corriente el verdadero camino de la santidad. La jerarquía de la Iglesia no se ha percatado de esta descalificación.
  7. No creo en el Opus Dei porque, aunque lo oculte, la jerarquía de la Obra se coloca por encima de la jerarquía católica (incluyendo al Papa) y desde esa name="_GoBack"superioridad juzga su doctrina y actuaciones.
  8. No creo en el Opus Dei porque no acepto que exista en el prelado y en los directores una conexión directa con Dios, en paralelo a la asistencia del Espíritu Santo que tiene el Papa y los obispos en comunión.
  9. No creo en el Opus Dei porque la vida de la inmensa mayoría de los numerarios termina muy mal: en la depresión, en el cinismo o en la locura. La única solución a este proceso degenerativo es abandonar el Opus Dei.
  10. No creo en el Opus Dei porque coloca sistemáticamente a la institución Opus Dei por encima de las personas, siendo esta la causa de tantas deserciones e infelicidad interna a la Obra.
  11. No creo en el Opus Dei porque aunque tiene en su seno personas encantadoras, piadosas y nobles, como institución es una realidad prepotente y vanidosa, incapaz de ningún sentimiento de compasión cristiana o arrepentimiento.
  12. No creo en el Opus Dei porque sistemáticamente ha mentido a sus miembros, ocultándole numerosos aspectos de su historia y de sus conflictos, tratándolos como infantes.
  13. No creo en el Opus Dei porque en la Obra se sacrifica sistemáticamente la verdad en aras de una fe ciega en que Dios quiere que la Obra se realice.No creo en el Opus Dei porque la mentira en todas su formas (disimulo, ambigüedad intencionada, media verdad, restricción mental) forma parte permanente de su praxis de gobierno, como he comprobado por mi mismo en los muchos años que conocí la Obra desde dentro, siempre bajo el convencimiento de una voluntad preponderante: la Obra es de Dios y el cielo está empeñado en que se realice.


Yo supongo que Juan Pablo II actuó con la mejor de las intenciones al confiar en que el Opus Dei sería un buen instrumento para la gran tarea de la nueva evangelización, pero el error de haberle ofrecido ese respaldo (también se equivocó con Maciel y los legionarios) lo pagará muy caro la Iglesia en la historia futura. Aunque todavía es tiempo de detener este lamentable proceso, la Obra podría llegar a hacerse también de todo el poder en la Iglesia, pues es lo que efectivamente intenta y ya ha conseguido en medida nada despreciable. Se trata de un proceso en que van de la mano la eficaz pertinacia de la Obra y la estulta tibieza de muchos prelados de la Iglesia, que advierten el peligro pero no tienen la valentía de hacerle frente.




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