Por qué el Opus Dei produce depresión en sus miembros?

From Opus-Info
Jump to navigation Jump to search
The printable version is no longer supported and may have rendering errors. Please update your browser bookmarks and please use the default browser print function instead.

Por Unocomocualquiera, 26.09.2012


Vamos al grano. Dijimos antes que existen evidencias estadísticas para pensar que el Opus Dei produce o atrae más enfermos de depresión que lo normal de la población. ¿Por qué sucede esto?

Un informe de Psychology Today sobre la búsqueda del origen genético de la depresión afirma: “Los datos epidemiológicos disponibles sobre las principales enfermedades mentales dejan claro que las causas no son únicamente genéticas”. El informe da el siguiente ejemplo: “De los estadounidenses nacidos antes de 1905, el 1% padecía depresión a los 75 años de edad. De los que nacieron medio siglo después, un 6% padecía depresión a los 24 años de edad”. De ahí que el estudio concluya que un cambio tan espectacular en un espacio de tiempo tan breve solo puede deberse a factores externos o sociales.

Es decir Pensando, no es sólo genético. Me parece que parte de la respuesta a la anormalidad observada en el Opus la encontraremos en la descripción del Opus Dei como Secta Destructiva. Dice Wikipedia:

“Una secta destructiva es un grupo de personas que sigue un determinado movimiento religioso o ideológico en la cual se practica el control mental (formación le llama el Opus); por lo que, bajo una apariencia inofensiva (la búsqueda de la santidad personal), puede ser muy peligrosa; por los efectos nocivos que producen en los miembros (depresión). Estos efectos se perciben a largo plazo y por lo general rayan en escandalosos casos de índole violenta con tintes, suicidas, homicidas o incluso genocidas" (como el caso de Victor)”
Son grupos que se presentan bajo forma de asociación (Prelatura Personal), o asociaciones que aparentemente abarcan temas culturales, políticos, religiosos o incluso de tratamiento frente a enfermedades o problemas sociales (promover la santidad en medio del mundo). Se caracterizan principalmente por usar técnicas de persuasión coercitiva como método de influencia social (apostolado de amistad y confidencia), previamente se usan métodos de seducción (plan apostólico, club de niños, colegios) y además cuentan con uno o varios líderes (los directores). Es muy frecuente una jerarquía piramidal de orden (el prelado, los consiliarios, los directores regionales, delegacionales y locales). Suelen usar además situaciones de desorientación social como desastres naturales, de guerra o terrorismo, para reafirmar el fin generalmente apocalíptico del mundo y su falsedad (la guerra civil española), muchas veces también con fin lucrativo. En algunos países están catalogadas como destructivas o peligrosas y por lo mismo prohibidas, actuando a menudo en la clandestinidad.

Características

La principal característica de las sectas destructivas es su habilidad para implantar, utilizando el control mental (dirección espiritual), una personalidad gregaria en sus adeptos (los de “casa”), provocando en la persona el llamado Síndrome disociativo atípico. Además suelen poseer también:

  • Organización autoritaria y piramidal (el Padre, “hay que besar donde pise el Padre”): no existe la democracia en ninguno de los escalones ni se permite la crítica (visión crítica, nunca criticar a los directores) y se inculca el destierro del pensamiento crítico (confesarse por tener visión crítica).
  • Existencia de un líder (el Padre), o grupo de líderes (Los directores), cuya decisión es la única que cuenta (la voluntad de Dios viene por los Directores). El líder controla todos los movimientos de los miembros (hay que ser dóciles y consultarlo todo), así como su dinero (hacer caja, consultar gastos) y no se somete a las mismas reglas que los seguidores (el Padre viajaba en Mercedez, y cuando era posible en jet privado). Pero el líder y los adeptos se creen el mensaje o se lo terminan creyendo (es la “voluntad de Dios para mi”, me saue la lotería sobrenatural!); mencionar que los dirigentes de segundo nivel no suelen compartir la creencia y sí el afán de lucro y poder (los directorcillos de tercera, que nunca han trabajado fuera).
  • Aislamiento de los adeptos del mundo en general y de las relaciones familiares en particular (La Obra es tu familia de sangre).
  • Se controla toda la información que les llega (hay que consultar las lecturas, el periódico se censura).
  • Se instala un discurso demonizador del "mundo"; a la vez que se insta a los adeptos a depositar una confianza ilimitada en la secta (el que obedece no se equivoca!); especialmente en los dirigentes del segundo nivel (los directores tienen gracias de estado!; cuando están en consejo son infalibles).


En 1995, la Asamblea Nacional presidida por Alain Gest, definió 10 criterios para caracterizar a las sectas destructivas:

  • Desestabilización mental (produce depresión)
  • Carácter desorbitado de las exigencias financieras a sus adeptos (entregarlo todo, todo, todo)
  • Ruptura inducida con el entorno o ambiente de origen (vivir en el mundo sin ser mundanos)
  • Atentados contra la integridad física
  • Reclutamiento de los niños (el pitaje de los adscritos, con 14 años y medio)
  • Discurso antisocial
  • Disturbios de orden público
  • Importancia de querellas judiciales contra las sectas (demandas por no pagar la seguridad social, ni indemnizar a sus ex miembros, o por publicar sus libros internos)
  • Eventual desvío de los circuitos económicos tradicionales y tentativas de enfrentamiento en los poderes públicos (las obras apostólicas no pagan impuestos debidos).

Ahora, sobre si el pertenecer a una secta produce depresión, tendríamos que ver las causas de la depresión. En muchos casos, la gran mayoría, se puede comprobar que la depresión está precedida por un periodo de «impactos» y estrés demasiado intenso, duradero y/o repetido; en otros casos, los menos, no se ha podido comprobar (genéticos), lo cual no significa que no exista, quizás indirecta o mediatizamente, proviniendo de niveles distintos a las emociones conscientes.

Estos impactos estresadores pueden ocurrir en cualquiera de los biontes y planos de manifestación, aunque los más vulneradores suelen ocurrir en los individuos y sus familias, así como en los planos instintivo-emocionales. En cualquier caso, el verdadero «derrumbe» depresivo se produce cuando el cuerpo intelectivo y teologal del individuo ha sido por fin bloqueado (hay que pedirle a Dios que nos deje ver, aunque no entendamos su voluntad, odiar las razonadas sin razones).

Los impactos estresadores suelen provenir de pérdidas, miedos, frustraciones instintivas y, en general, choques emocionales ante los que el individuo cree que nada se puede hacer (dejarse en las manos de los directores “como el barro en manos del alfarero”). Numerosas observaciones y experimentos demuestran que cuanta más juventud, sensibilidad, soledad comunicativa (la ropa sucia se lava en casa, oir sólo al buen pastor) e indefensión subjetiva tenga el individuo frente a lo que le golpee emocionalmente y le estresa, y cuanto más inesperados, instintivos, duraderos y repetitivos sean dichos impactos... más propenso a la depresión será el resto de su vida y mas graves y pertinaces serán las formas depresivas en las que caiga el afectado.

Los científicos nos aseguran que, para el individuo con vulnerabilidad promedio, más de 50 días de stress continuado en el adulto desembocan indefectiblemente en trastornos emocionales primero, alteraciones del sueño después y depresión más o menos profunda finalmente. Sin embargo, este periodo se acorta considerablemente en los adolescentes y aún más en los niños, sobre todo si se sienten desprotegidos (no solamente por falta de afecto y cuidados, sino también por falta de normas de comportamiento eficaces); y también si los impactos estresadores son demasiado múltiples, brutales y/o duraderos. La desestructuración de los englobadores (alejarte de tu familia de sangre, de tus amigos, etc.) actúa como facilitador, disminuyendo notablemente la intensidad y la duración de los periodos estresadores necesarios para el desencadenamiento de las depresiones en los individuos.

Sin embargo, se observa un aumento claro de depresiones y suicidios en individuos aparentemente bien gratificados y sin traumas como pueden ser los adolescentes y «jóvenes de oro» de Estados Unidos, o las poblaciones super-aseguradas por el «estado del bienestar» de, por ejemplo, los ricos y cultos países escandinavos. Esto indica que el verdadero «quid» generador primero de la depresión pueden no ser los «traumas estresadores repetidos», por más que éstos sean los desencadenantes más frecuentes y visibles, sino algo mucho más central y sutil. Es aquí cuando los estudios sobre los efectos de la «indefensión» como bloqueadora del cuerpo causal (teologal) del individuo, cobran su enorme importancia etiológica, como engendradores de la depresión.

Cuando no tenemos un mínimo control sobre los acontecimientos o, mejor dicho, cuando no «creemos que» (confianza) «podemos llegar a tener» (esperanza) un control sobre ellos, entonces abandonamos toda «pretensión» (volición), nos deprimimos, enfermamos e, incluso, podemos llegar a morir. La indefensión nos deprime justamente porque acaba rompiéndonos la fe, la esperanza y el amor, esas tres «virtudes» (fuerzas) «teologales» que los antiguos colocaron en la cúspide de todos nuestros motores morales.

Porque deprimirse es siempre, de hecho, desmoralizarse.




Original