Poderío o pobreza?

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Por Sinrencordenada, 3.02.2010


Hoy me he sentado a escribir sobre un tema que en la obra (para mí ya han perdido la mayúscula) tratan con mucha delicadeza y lo justifican de todas las maneras posibles, pero es verdad que roza el ridículo: la virtud de la pobreza.

Desde el primer día te enseñan que somos pobres, que tenemos que tener la mentalidad de un padre de familia numerosa y pobre, que el Opus Dei no tiene nada, que nació pobre, y que debe seguir siendo pobre para siempre. Que somos como la familia de Nazaret, que no tenían nada. Incluso se dice que la obra nació entre los pobres de Madrid, que el fundador trabajó con los pobres al principio (de repente lo dejó y nadie continuó eso hasta muchos años después, y en lugares contados). Y que hay que vivir desprendidos de las cosas materiales, que las cosas materiales son necesarias como instrumentos de apostolado, pero que no estamos apegados a ellas.

Que, como hemos entregado nuestra vida, entregamos el sueldo, y luego disponemos de dinero para nuestros gastos -todo bien consultado, claro-, y un largo etcétera. Todo lo que se refiere a las cosas materiales, se consulta o está puesto por escrito lo que debemos hacer. Por ejemplo, si te quieres comprar un coche “te aconsejan el más adecuado” -no me digáis que no, porque me pasó-. Y los regalos, y las cosas que no usas… En fin, que está previsto y bien previsto cómo vivir la pobreza. No tienes que pensar, solo actuar.

Y ante tantos criterios y principios, pues, ¡qué le ibas a hacer!: uno tenía grandes ideales y no se iba a parar en tonterías de que si el regalo de una corbata, de un bolígrafo, lo iba a entregar o no. Uno era pobre, debía vivir como pobre, pues ya está. Había un espíritu y, por si las dudas, unas pautas muuuuy concretitas de lo que se debe hacer en cada momento, y se cumplían. Eso sí, cuando empezaron las Palm y demás, se formó la locura en los centros, pero bueno, no sigo por allí.

Es verdad que en los centros normales, los de gente joven, se vive bien ese espíritu, y también las sedes de los centros de personas mayores son pisos discretos…

El problema es cuando te mueves a ciertos niveles, como por ejemplo, algunas sedes de delegaciones y, sobre todo, casas de convivencias. Me refiero a un nivel, digamos, institucional.

Vayamos a Barcelona, a la sede de la delegación de varones. Era un palacio en el famoso barrio de Pedralbes. ¿Y quién vive en Pedralbes? Futbolistas de primer nivel, empresarios internacionales, diplomáticos, están las sedes de los colegios más ricos de Barcelona… Y entre ellos, la delegación de la obra: un palacio, pero palacio de verdad (palacete, que no es tan grande). No es una casa muy cómoda, ciertamente, pero sí señorial, tremendamente elegante, con sus vitrinas, estatuas pequeñas, mármoles y sus cosas de valor. Te dicen que es de una familia que la donó o cedió, y me parece muy bien, que sea gratis. Y también me parece que hay que hacer ver que no “somos” una cosa pequeña, sino que “hay que tener presencia”. Presencia ya la tiene un colegio mayor que está un poco más arriba, cuyo metro cuadrado vale su peso en oro, pero lo dejamos estar… Ahora bien, una pregunta: ¿qué es lo que quieres demostrar: poderío o pobreza? Si quieres demostrar grandeza, perfecto, estás en el lugar oportuno, con el edificio oportuno. Si quieres demostrar pobreza, aunque sea gratis el edificio, no es la imagen más adecuada… Tampoco vayas a Hospitalet (zona baja, labor de agregados, allí no vayas), pero no me hables de pobreza cuando vives allí… Pues no: allí están, hablando de pobreza desde un palacio de Pedralbes…

Vayamos ahora a un curso anual, a descansar… ¿En serio esos edificios y esos jardines son demostración de pobreza? Castelldaura, las casas de Torreciudad, El Rincón, Molinoviejo, Solavieya, La Pililla, Artacea, Pozoalbero… Con esos jardines, esos mármoles, esos oratorios, esas pistas de deporte… ¿Pobreza? Ah no, que es para descansar, tras todo el año dedicado a la labor y tal. Ah, vale… ¿pero eso no cuesta un pastón? Sí. ¿Y no se puede prescindir? Ya que está, pues se mantiene… ¿Pobreza es eso? No: no lo es. Llamemos a las cosas por su nombre.

¿Y esos numerarios que trabajan en delegaciones que, para atender estoicamente los centros en verano, adelantan su curso anual a febrero, y se van a esquiar a Suiza, a una casa que está a los pies de pista de una estación de sky?… Viven la pobreza con soltura, vaya. Pero eso sí, te dicen, “no digas que me voy allí de curso anual, para no escandalizar, pues habrá gente que no lo entenderá bien”. Pues mira: NI TÚ que te vas lo entiendes, pero como te encanta la nieve, pues te callas. Pues allá va, en febrero, un numerario que trabaja en la delegación (no cobra) a pasar tres semanas seguidas esquiando en los Alpes suizos, con otros numerarios de otras delegaciones. A la vuelta, le dura la piel tostada hasta mayo, y la sonrisa, hasta el siguiente curso anual. Y eso se lo paga la delegación, no su centro…

Y si no te gusta la nieve, vas a Canarias a tomar el sol… Te lo mereces, por tu labor abnegada y generosa durante el año. De verdad que no exagero, es real.

Vamos ahora a vivir a Cavabianca, ya sabéis, el Colegio Romano de la obra, “donde aprenderás todo para llevar a tu región, te ordenes o no”… La sensación de los primeros días es: “vaya pasada de sitio”. Muy buenos materiales, muy grande todo (el oratorio de Nuestra Señora de los Angeles no es necesaria, seamos sinceros). Cavabianca es un espectáculo de lugar, con muchos edificios, piedras, mármoles, fuentes, calles, árboles con especies de todos los continentes. Vivías con espíritu de pobreza, porque no era tuyo, pero si quieres ser pobre, tienes muchas otras maneras de serlo. Esa no. Me rio yo de la pobreza, vaya.

Con razón no se permite a nadie entrar en Cavabianca.

Pero claro, ¿cómo se iba a vivir la pobreza en el Colegio Romano si el mismísimo fundador de la obra estaba rodeado de lujo y pomposidad? Me refiero no tanto a lo suyo propio, sino a las cosas que él y solamente él –y sus sucesores- usaban para Dios. Quizá ahora voy a ser polémico, pero sin rencor, sin exagerar y sin mentir. Años 50, en una época de crecimiento de la Obra, donde la gente del Colegio Romano dormía literalmente en el suelo, donde no tenían cómo pagarse la comida ni la calefacción ni las obras que realizaban, ¿el fundador se lanza a por un sagrario de oro y todo tipo de joyas y detalles para el oratorio del Consejo General donde él hacía la oración cada mañana presidiendo -lo siento, pero lo diré- desde un trono de obispo? ¿Eso es ser padre de familia numerosa y pobre? No. Y luego, ¿vamos a por un oratorio exclusivamente para el Padre (llamado oratorio del Padre), que es impresionante (sagrario de oro y brillantes en forma de paloma, con unas puertas de entrada ricas en materiales) para él solo, una Sacristía increíble con un apartado para él solo, con unos ornamentos riquísimos para él solo, con un lavamanos de mármol enorme para él solo? ¿De verdad era todo para Dios? ¿No podría celebrar Misa allí otra persona, o cualquiera de nosotros ir a hacer la oración a su oratorio? No: solo era, es y será “del Padre”. Es muy bonito dedicar todo eso a Dios, pero yo no gasto joyas en mi mujer si mis hijos están pasando hambre… Todo para Dios, sí, lo comparto. Pero Dios no es así: Jesucristo predicaba las Misericordias, no la riqueza.

Así lo explicaba mi buen amigo novaliolapena en otro artículo. El Padre de turno puede decirnos de vivir el espíritu de pobreza, de ser un padre de familia numerosa y pobre, de apagar lámparas que no se usen para ahorrar y todos flipar con esos detalles. Muy bonito. Pero luego hace la oración en un trono, ante un sagrario tremendo, celebra la Misa en otro oratorio impresionante, hace las comidas en un comedor bastante chulo -palaciego, por resumirlo en una palabra-, usa un Audi o Mercedes para desplazarse. Y tiene su propia pista de tenis donde juega al menos un par de veces a la semana. Y sobre todo, es pobre y habla de pobreza… Es una tremenda hipocresía. Recuerdo estar en alguna tertulia con don Javier y nos hablaba de que teníamos que ser padres de familia numerosa y pobre. De verdad que era para levantarse e irse fuera…

¿La Obra es pobre? No. Esa pobreza es una falsedad. Eso sí, luego publican en Internet y venden a la Santa Sede las labores que tienen para los pobres, “inspiradas en el espíritu de San Josemaría” -las comillas son sarcasmo, obviamente-. Labores como Harambee, labores sociales en algunos países, Braval y Terral en Barcleona… Labores que son muy buenas, pero hacen creer que hay una preocupación por los pobres a nivel institucional que no es cierta .Es como dar pollo a los pobres mientras tú comes marisco. Los pobres lo agradecen, pero no eres un buen cristiano.

¿Pobreza en la obra? Puede que en los centros normales haya. Pero a nivel institucional, “donde se toman las decisiones”, digamos, me parto de la risa con la pobreza: es una gran mentira.

Aquí sigo en mi correo sinrencordenada@gmail.com




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