Sobre Gullón-Coverdale y los nuevos catecismos del Opus Dei

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Por Gervasio, 12/09/2022


Cuando hablo de los catecismos del Opus Dei, me refiero a dos distintas clases de catecismos. Hay unos catecismos destinados exclusivamente a los miembros del Opus Dei —sólo a ellos—, para que lo aprendan y memoricen en los cursos anuales. Se los llama oficialmente Catecismos de la Obra. Según Gullón-Coverdale la primera edición impresa del Catecismo es de 1947. La segunda edición (1951), la tercera (1959) y la cuarta (1966) perfilaron la explicación de algunas ideas sobre la naturaleza y las labores del Opus Dei (p. 791, nota 27, edición electrónica). Hay varias ediciones posteriores: unas diez o doce. Esos catecismos exclusivos para los del Opus Dei, sólo se usan durante los cursos anuales y el resto del año ya no están disponibles. Se los cuenta y recuenta continuamente para que no ninguno se extravíe o vaya a parar a manos indiscretas. Han conseguido que en esta en web ya no sean accesibles...

Recuerdo que en una ocasión, hacia 1966, Paulino Quevedo preguntó al Padre cuándo iba a publicarse el Catecismo de la Obra definitivo, a lo que éste respondió que nunca, porque esos catecismos no tienen ni pretenden tener carácter definitivo. Contienen lo que en un determinado momento o periodo de tiempo parezca oportuno que los miembros del Opus Dei conozcan sobre lo que el Opus Dei es. Eso es lo que le contestó más o menos.

Distintos de estos catecismos de circulación y difusión restringida, puramente internos, son otros escritos también de carácter catequético destinados, además de a los socios del Opus Dei, al gran público. Estos escritos están firmados generalmente por más de una persona y pretenden dar a conocer lo que el gran público debe saber sobre el Opus Dei. Van también variando con el tiempo. Tienen por supuesto el visto bueno y todas las bendiciones de los jefes y mandos del Opus Dei. A los socios del Opus Dei les sirve sobre todo para saber qué es lo que, en relación con el Opus Dei, les está permitido o incluso aconsejado dar a conocer a quienes no pertenecen a la Obra. El más reciente de este tipo de escritos es el mencionado libro de Gullón-Coverdale. Es de 2021. Lo que allí se dice ha de ser considerado por los del Opus Dei doctrina fidedigna, sana, segura y divulgable en relación con el Opus Dei.

Ni una ni otra clase de catecismos sirve para conocer cabalmente lo que el Opus Dei es. Dan a conocer algunas cosas, pero ocultan o desfiguran otras. Voy a poner como ejemplo el de las mortificaciones corporales. Según mis averiguaciones, las numerarias a secas duermen sobre tabla en vez de sobre un colchón y usan diariamente dos horas de cilicio. Las numerarias auxiliares, en cambio, usan cilicio durante dos horas, pero duermen sobre colchón. Los numerarios duermen habitualmente sobre colchón, pero duermen sobre tabla una vez a la semana. Usan cilicio dos horas al día.

No voy a entrar a opinar sobre el fundamento, el rationale, o razón de ser de tal praxis. Sólo deseo resaltar el desconocimiento que sobre tal praxis existe dentro del propio Opus Dei. En una conversación sobre este particular con un numerario veterano, con la fidelidad hecha años atrás, me decía:

—Te equivocas, Gervasio. Los numerarios usan cilicio, pero no duermen sobre tabla. En cambio, las numerarias duermen sobre tabla, pero no usan cilicio. Unos una cosa y otros, otra.
Y añadía:
—¡Cómo no voy a saberlo yo, que tengo una hermana numeraria y un hermano que es sacerdote numerario?

No admitir lo que yo afirmaba, me confirmó que los que dejan de ser del Opus Dei acabamos sabiendo más sobre esta institución que los que perseveran en ella. Es rasgo típico de las sectas. Sin ir más lejos, yo, lo mismo que otros muchos, sólo pudimos acceder y conocer los estatutos del Opus Dei, después de haberlo abandonado. A propósito de las mortificaciones corporales recuerdo también las declaraciones de una representante del Opus Dei de habla francesa, que aseguraba por televisión que ella no usaba cilicio, ni sabía en qué pudiese consistir ese instrumento. ¿Por qué eligieron semejante pozo de sabiduría para informar sobre este particular?

En fin, que gracias a OpusLibros conocemos y sabemos más sobre el Opus Dei que leyendo las sucesivas ediciones de los catecismos de la Obra, tanto los de circulación interna, como los destinados al gran público, o bien la información que pueda proporcionar una supernumeraria francesa elegida como portavoz por una Oficina de Prensa del Opus Dei. No es que en OpusLibros se haya dedicado una monografía relativa a las mortificaciones corporales; pero basta leer a quienes colaboran con sus escritos en esta página web, para darse cuenta de que las numerarias, tanto auxiliares como no auxiliares, utilizan cilicio o al menos deben hacerlo.

Se percibe a la legua que en esos catecismos, aunque estén firmados por una o por varias personas, sus autores hablan por boca de ganso. A modo de ejemplo voy a centrarme en una de las ideas expuestas en el citado libro de Gullón-Coverdale. En la introducción a lo por ellos suscrito leemos:

En el derecho de la Iglesia, algunos hombres y mujeres adoptan una posición pública mediante la profesión de los consejos evangélicos de pobreza, obediencia y castidad y dan un testimonio público de oración y apostolado. Estas personas se denominan habitualmente consagrados[‡]. En cambio, los fieles corrientes, los que no dan un testimonio oficial, buscan también la santidad y la difusión del Reino de Dios. En un sentido técnico, propio de la teología y del derecho canónico, estos fieles y los presbíteros diocesanos son seculares[§] (Pág. 11).

Gullón y Coverdale no dicen de quién proviene ni en qué momento de la historia del Derecho canónico aparecen tales “sentidos técnicos”. No lo dicen porque no existe ni por asomo tal “sentido técnico” ni en el lenguaje de la teología ni en el del Derecho canónico. Se trata de un camelo, como dicen los calés, de una mixtificación. Quienes hablan por boca de ganso se ven continuamente constreñidos a repetir formas de decir e ideas que les vienen dadas por sus mentores, por inconsistentes que sean esas ideas y modos de decir y aunque no los entiendan. Con el mismo fundamento podrían afirmar que en “sentido técnico” los fieles corrientes proporcionan un testimonio transitivo, mientras los fieles consagrados proporcionan un testimonio intransitivo. O bien contraponer testimonio directo a testimonio indirecto. O bien oponer actuación pública y oficial a una actuación que ni es pública ni es oficial. Según mi parecer, los sacerdotes —sobre todo cuando predican revestidos de ornamentos sagrados, o administran un sacramento—, no están dando un mero testimonio privado. Actúan oficial y públicamente por muy seculares que esos sacerdotes sean. ¿De dónde sacan esos tecnicismos? De la manga.

La falta de un lenguaje mínimamente no digo ya técnico, sino exacto, lleva a Gullón y a Coverdale a contraponer a lo largo de todo el libro sacerdocio a laicado y a hablar de sacerdotes y laicos en vez de contraponer clérigos y clerecía —que incluyen a obispos y a diáconos— a laicos y laicado. Están los dos como para dar lecciones sobre lenguaje técnico en el mundo del Derecho canónico y de la teología.

Para no alargarme demasiado, me limitaré a añadir que, antes de la aparición del libro de Gullón-Coverdale, a mi modo de ver, se echaba de menos una publicación que autorizadamente —autorizado por el propio Opus Dei— proporcionase un panorama histórico sobre la andadura y evolución del Opus Dei a lo largo de su ya casi centenaria historia. No toda narración o reportaje relativos al Opus —pienso yo— han de centrarse sobre su fundador, como hasta ahora se venía haciendo. El libro se titula Historia del Opus Dei. La nueva perspectiva, sin embargo, no está bien ejecutada. Presenta el inconveniente de que el libro se ha convertido en una especie de “memoria de gestión”. En tal año se abrieron o se cerraron tantos colegios, tantas residencias de estudiantes, tantos lo que sea. Pitaron y despitaron tantos y cuantos. Pasó tal o cual acontecimiento. Se llegó a otro país más. Etc.

Aparte de la discutible exactitud de las cifras alegadas, lo más asombroso de esta memoria de gestión es que Guillón-Coverdale presentan en el nº 11 de su memoria de gestión conforme al siguiente esquema:

11. Actividades apostólicas institucionales.
LAS OBRAS CORPORATIVAS DE APOSTOLADO.
LAS OBRAS COMUNES DE APOSTOLADO
LAS SOCIEDADES AUXILIARES.

Este esquema —en el que, además de las obras corporativas, se presentan como actividades institucionales lo mismo una revista mensual que una sociedad financiera— está tomado de la tercera edición del Catecismo de la Obra; es decir, la edición de 1959. La evolución de esas obras comunes y auxiliares las narran muy bien narradas Josechu Saralegui y Alberto Moncada, como ya expuse en Pobreza institucional y personal, de 1 de mayo de 2015. Gillón-Coverdale dan una versión muy edulcorada de esas obras comunes y auxiliares. Edulcorada o no, gracias a OpusLibros se ha conseguido que al hacer la historia del Opus Dei no se pueda dejar de hacer referencia y tener en cuenta esas obras comunes y sociedades auxiliares

Conforme a ese esquema se habla sin demasiados tapujos, aunque sin profundizar, de DELSA, (Distribución y Edición de Librerías S. A.), de la sociedad financiera llamada ESFINA, de La Actualidad Española, de Nuestro Tiempo, de Ediciones Rialp, de SARPE. En la página 297 del libro se mencionan: Nuestro Tiempo (Pamplona, 1954), Rumo (Lisboa, 1957), La Table Ronde (París, 1958), Istmo (Ciudad de México, 1959) y Arco (Bogotá, 1959); cinco revistas universitarias: Moncloa, Pórtico, Diagonal, Miraflores, University Gazette; tres diarios: El Alcázar, Diario Regional, Diario de León; dos revistas profesionales: La Actualidad Económica y Revista de Medicina del Estudio General de Navarra; el semanario gráfico La Actualidad Española; la revista de teología práctica Studi Cattolici (Milán, 1957); la revista de cine Filme (Lisboa, 1959); y la revista popular de barriada Vallecas. También se contaban entre las obras comunes las agencias de prensa Europa Press (Madrid) y Anco (Bogotá), las editoriales Rialp (Madrid, 1947), Scepter (Dublín-Chicago, 1953), Aster (Lisboa, 1955), Ares (Roma, 1956) y Adamas (Colonia, 1957) y varios foros culturales, como el Cine-Club Monterols (Pág. 297). También se habla de Talleres de Arte Granda S.A y de otras iniciativas y empresas.'

Y el libro prosigue: Dentro del Opus Dei, se denominaban sociedades auxiliares a los entes propietarios porque movilizaban personas y recursos materiales necesarios «para financiar actividades del apostolado»[24]. En palabras de Escrivá «las Sociedades Auxiliares son el armazón económico, llevado técnicamente, para que paralelamente se puedan crear, sostener y desarrollar los apostolados comunes y, a veces, los apostolados corporativos de nuestro Instituto»[25]. Estas sociedades propietarias se configuraban, por tanto, como el «medio ordinario para la administración de los bienes y para el planteamiento jurídico de nuestras labores comunes y corporativas»[26]. Concretamente, el fundador estableció que, si el sentido apostólico de una actividad se desvirtuaba, el Opus Dei dejaría de considerarla como iniciativa suya (Págs 300-301). Ni que decir tiene que una falta de obediencia al €scrivá es considerada desvirtuación.

Actualmente se ha suprimido del léxico del Opus Dei las expresiones “obras comunes” y “sociedades auxiliares”. Sólo cabe hablar de “obras corporativas” y “obras personales”. ¿Se repristinan con este relato de Gullón-Coverale las obras comunes y las sociedades auxiliares? ¿Se relanzan? No. Gullón y Coverdale sostienen que eso fue historia, agua pasada. Hubo obras comunes y sociedades auxiliares; pero ya no las hay.

En una nota correspondiente a la página 293 se lee: Las obras comunes fueron un intento más, impulsado por el fundador, de llevar el mensaje cristiano a la sociedad. Sin embargo, tuvieron corta vida. Como veremos, en 1966 Escrivá de Balaguer concluyó la experiencia porque esas iniciativas exigían una total autonomía, sin intervención directa de los directores del Opus Dei. En otra nota se añade: esta imbricación de la institución no ayudó a mostrar la independencia de esas iniciativas y se entiende que generara diferentes interpretaciones. Como veremos, fue uno de los motivos por los que el fundador finalizó la experiencia de las obras comunes quince años después de su nacimiento.

Nunca las diversas explicaciones sobre la supuesta “desaparición” de las llamadas “obras comunes” me resultaron satisfactorias. Tampoco la fecha de 1966. Tales notas, sin numeración correlativa, sino sobreañadidas con los símbolos [‡] y [§], dan la impresión de ser un añadido posterior a la redacción del libro, proveniente probablemente de la Asesoría de Publicaciones, un organismo llamado anteriormente Censura Interna. Tales notas pretenden dejar sentado que a las obras comunes y corporativas se les dio el finiquito. Murieron. Fue una experiencia que duró sólo quince años. Existieron solamente quince años.'

Hoy día no se habla de obras comunes o auxiliares, sino de instituciones cuya dirección espiritual está confiada al Opus Dei. Tal modo de decir resulta pasable al hablar, por ejemplo, de un colegio de segunda enseñanza; pero resulta muy forzado y chirriante afirmar, por ejemplo, que la dirección espiritual de un establecimiento bancario o de una sociedad anónima está encomendada al Opus Dei. No se utilizan y se evitan tales expresiones en casos como los señalados. Eso, por supuesto, ni impide ni obstaculiza que los directores del banco o de la sociedad anónima puedan personalmente —como algo personal, por supuesto— tener dirección espiritual con quien el Opus Dei les indique. En cada banco y en cada sociedad anónima uno se dirige espiritualmente y se confiesa con quien quiere o al menos lo acepta.

En este libro tampoco se evita —por el mismo motivo de dar una versión edulcorada de lo que se lee en OpusLibros— hablar de Carmen Tapia y de Raimundo Pániker. No se desea que la gente conozca su vida y milagros sólo a través de OpusLibros.

Por lo demás, esta publicación, lo mismo que el Itinerario Jurídico, de Fuenmayor y otros firmantes, han quedado anticuados, desde el momento en que ha aparecido el motu proprio Ad charisma tuendum. Se rehuyó ser instituto secular y tal opción acabó en que salir de Guatemala se convirtió en acabar en Guatepeor. Ambos libros están permeados de un improcedente —a mi modo de ver— triunfalismo en tema de prelaturas personales.

Me tiene muy intrigado qué contenidos y novedades se expondrán en los próximos catecismos, tanto los de circulación interna, como los destinados a dar imagen ante la opinión pública. Hay que estar preparado para todo lo que pueda llegar… para todo…

Hacíamos votos de pobreza, castidad y obediencia y ahora ya no los hacemos. Teníamos obras comunes de apostolado y ahora ya no las tenemos. Teníamos sociedades auxiliares y ahora ya no las tenemos. Estábamos orgullosos de ser el primer instituto secular y ahora ya no somos instituto secular. Estábamos alborozados por llegar a ser prelatura personal y ahora ya no lo estamos tanto. Teníamos unos estatutos inviolables y perpetuos y ahora vamos a cambiarlos por otros… A este paso sólo van a quedar en pie los crespillos.

Habrá que entonar este lamento elegíaco:


En el pozo de la mina
Tranla, tranlará
Murieron cuatro mineros.
Mira, mira Maruxina,
Mira, mira como vengo.

Traigo la camisa roja
Tranla, tranlará
De sangre de un compañero.
Mira, mira Maruxina,
Mira, mira como vengo.

Murieron siete mineros
Tranla, tranlará
Mañana será el entierro.
Mira, mira Maruxina,
Mira, mira como vengo.

El alma llevo partida
Tranla, tranlará.
No será el último duelo.
Mira Maruxina etc.