Los 'liberales' del Opus Dei

Por Herzegovino, 5.02.2007


Más allá de prejuicios, opiniones subjetivas (por muy respetables que sean), juicios de valor o similares, todos podemos estar de acuerdo en que el Opus Dei (OD) es un fenómeno sociológico complejo. Para comprenderlo (o intentarlo), además de honestidad intelectual y rigor, se puede abordar desde diversos puntos de vista: religioso, teológico, canónico, histórico... Un ejemplo de honestidad, rigor y aproximación al fenómeno desde un punto de vista histórico-canónico es el libro de G. Rocca, publicado en entregas en esta web. Y, una aproximación teológica, lamentablemente inconclusa, los escritos de Ruiz Retegui.

En el campo histórico, Jacinto Choza hace un pequeño esbozo de un tema histórico: la existencia de un sector liberal en el OD. Sobre ello quisiera hacer una modestas aportaciones...

Primero, maticemos, ¿qué se entiende por “liberal” ?

  1. Contexto histórico: la España franquista del “desarrollismo” (años 60, hasta la muerte de Franco). En este momento histórico, “liberal” podría ser todo aquel defensor de la libertad personal en un régimen que la negaba. Cabrían en este matiz muchas “sensibilidades”, desde conservadoras, democratacristianas, hasta la izquierda clásica. Sin duda alguna en el OD de entonces encontramos exponentes de las dos primeras y algún simpatizante aislado de la segunda.
  2. También por “liberal” se entiende el que se adhiere a la corriente política del liberalismo, tanto político como económico. En este sentido, “liberal” se distingue de conservador (aunque cabría la corriente “liberal-conservadora”), de democratacristiano y, por supuesto, de socialista o comunista. Existieron en el OD bastantes defensores de la economía de mercado (liberales en el sentido económico del término) y menos liberales en sentido pleno (político y económico).
  3. Por último, también podemos hablar más genéricamente de “talante liberal”, concepto más genérico, sin adscripción política y que puede ser atribuido a personas flexibles en lo intelectual y en lo personal, poco rígidas, dialogantes y comprensivas, aunque su adscripción política no sea estrictamente liberal.

Concretando, en mi opinión, se pueden especificar estos grupos liberales en el OD de los años 60-70:

1) En primer lugar, los inspiradores del llamado “Plan de estabilización” de 1959, defensores de acabar con la autarquía y de reconvertir la economía española en una economía de mercado. Sus exponentes en el gobierno que se formó en febrero de 1957 fueron Alberto Ullastres y Mariano Navarro Rubio. Pero fueron muchos más a otros niveles, por ejemplo, los creadores del IESE, singularmente Antonio Valero. De los tres citados, el primero y el tercero fueron numerarios y el segundo supernumerario, hasta su fallecimiento. Otra cosa es si su talante era también liberal. De Alberto Ullastres tengo referencias indirectas y me consta que era un hombre de talante abierto. A Antonio Valero lo traté personalmente. No tuvo grandes responsabilidades internas, era una persona flexible, inteligente y liberal. Políticamente recaló en UCD y luego en el PP.


2) Un grupo también surgido dentro del franquismo, pero con evoluciones diversas, sería el formado en torno a Florentino Pérez Embid, es decir, Antonio Fontán y Vicente Cacho, los tres numerarios.

Florentino era un conservador, mejor, un tradicionalista en la línea de Menéndez Pelayo, ocupó cargos importantes en el franquismo (Director General de Bellas Artes, Presidente del Ateneo de Madrid). Pero fue una persona simpática, agradable de trato y cordial, es decir, de “talante liberal”, sin serlo políticamente. Fue él quien sugirió a Vicente Cacho que realizara su tesis doctoral sobre la Institución Libre de Enseñanza (posiblemente por indicación del fundador). Florentino murió prematuramente, aún en vida de Franco, aunque dejó una estela de amistades, complicidades y caminos abiertos (una cierta apertura cultural en el Ateneo de Madrid).

Sus dos amigos Antonio Fontán y Vicente Cacho, fueron, en parte, discípulos (sobre todo el segundo) que siguieron un camino distinto. Antonio Fontán se fue distanciando del franquismo, adscribiéndose al juanismo que era, entonces, una forma más o menos tolerada de antifranquismo. Terminó en UCD (no en Alianza Popular, detalle significativo), encabezando un grupo liberal. Llegó a ser Ministro y Presidente del Senado. Actualmente es el editor de “Nueva Revista”.

A Antonio Fontán no le conocí personalmente, pero a Vicente Cacho le traté asidua e íntimamente hasta su muerte, el 28 de noviembre de 1997. Vicente fue una “rara avis” dentro del OD. Se inició a la sombra de Florentino, del que llegó a desmarcarse, incluso a medio romper una vieja amistad por el franquismo recalcitrante de su mentor. Fue profesor en Navarra, hasta que opositó a universidad pública (estuvo en La Laguna, Barcelona y la Complutense). Fue un liberal en sentido estricto, capaz de sentirse parte de la vieja tradición liberal española (la de Giner, la Institución Libre de Enseñanza, Ortega...). Años después de su muerte, sus amigos y discípulos le dedicamos un libro homenaje precisamente titulado “Vicente Cacho en la tradición liberal española”. Sorprende a quienes no conocen a Vicente que entre sus amigos y, por lo tanto, colaboradores del libro, haya algunos socialistas.

Para Vicente Cacho no había incompatibilidad insalvable entre sentirse numerario y su adscripción plenamente liberal. Fue fiel al OD hasta su fallecimiento. Probablemente tuvo sus dudas y algunos desacuerdos íntimos. Me constan. Pero supo esquivarlos con habilidad e inteligencia (cualidades que le sobraban). Nadie le molestó ni llamó la atención por ser lector asiduo de “El País”, por tener su despacho de investigador en la Fundación Ortega o por aceptar colaborar con la Fundación Pablo Iglesias. Por cierto, antes de morir dejó detalladamente escritas sus últimas voluntades en las que se establecía una especia de “funeral laico” ( y por su puesto otro católico), en los jardines de la Fundación Ortega. Un último detalle: quiso ser incinerado (voluntad que se cumplió) y su urna depositada en la misma tumba donde descansaba Florentino.

Una de las personas que intervinieron en su funeral fue Gonzalo Redondo, sacerdote numerario (lo hacía como historiador, no como clérigo). Gonzalo, recientemente fallecido, había estado en la senda liberal de Vicente. Fue autor de una excelente tesis sobre las empresas políticas de Ortega. Pero su evolución posterior me parece que se hizo más conservadora. De todos modos, siempre fue un sacerdote de “talante liberal” en el trato y en el diálogo.

Por último, en este grupo podríamos incluir a Javier Tusell. Fue discípulo de Vicente Cacho (que le ayudó en su acceso a la cátedra universitaria), amigo personal hasta que ciertos malentendidos que no vienen al caso provocaron una ruptura de la amistad. Poco antes de la muerte de Vicente hubo reconciliación. Tusell fue durante un tiempo supernumerario. Su trayectoria política le llevó al sector democristiano de UCD, fue Director General para después dejar la política activa y pasar a ser comentarista de la SER y El País.

A lo largo de su trayectoria, Vicente “conectó” con otros numerarios con los que coincidía en su visión liberal (Juan Pablo Villanueva, Octavio Ruiz Manjón, Esteban Ayala, Alberto de la Hera y el que suscribe, entre otros). La trayectoria de cada uno fue distinta, pero la mayoría no tuvimos el aguante de Vicente y abandonamos el barco, eso sí, sin acritud. Para la mayoría (no puedo hablar por todos), la experiencia no nos fue tan negativa. Vicente no nos dejó de tratar y de seguir siendo amigo de quienes nos fuimos.


3) Ligado al grupo anterior en parte, aunque diferente por otros motivos, está el grupo que impulsó el diario “Madrid” entre quienes estaban numerarios como Antonio Fontán y Rafael Calvo Serer. Sin duda alguna, la aventura del “Madrid” fue la de mayor envergadura del sector “liberal” del OD. En 1966, Rafael Calvo Serer, que había evolucionado del tradicionalismo menedezpelayista al juanismo, se hizo cargo de la presidencia del consejo de administración del diario Madrid. Pronto nombró director a Antonio Fontán, convirtiendo al periódico en la cabeza de puente del antifranquismo moderado, hasta que el diario fue cerrado por orden gubernativa por un gobierno del que formaban parte, por cierto, otros miembros del OD. Por el “Madrid” circularon no pocos numerarios; otros lo leíamos con avidez. En el grupo del “Madrid“ estaba el entonces numerario Miguel Angel Aguilar, ahora a sueldo del grupo Prisa.

Antonio Fontán había iniciado otra actividad periodística antes del “Madrid”, la edición de la revista de información general “La actualidad española”, a la que no calificaría de liberal, pero tampoco de “carca”.

La trayectoria de Rafael Calvo Serer aún es más llamativa ya que terminó en la oposición más antifranquista, exilio en París incluido, y colaborando con Santiago Carrillo para forzar una salida democrática al moribundo régimen.


4) Otro de los grupos “liberales” es el que se formó en torno a la revista “Gaceta Universitaria”, en torno a jóvenes numerarios como Andrés Garrigó y Juan Antonio Giner. Tuve ocasión de formar parte de la informal plantilla de esta revista que padeció 10 expedientes gubernativos, diversos procesos ante el Tribunal de Orden Público y al que las multas impidieron seguir adelante. “Gaceta Universitaria” fue una aventura similar a la del “Madrid”, aunque en escala menor y menos moderada. Garrigó se recolocó como corresponsal de “La Vanguadia” en Bruselas y Juan Antonio Giner fue muchos años exitoso profesor de Periodismo en Navarra, hasta que abandonó el OD y se ha instalado en los Estados Unidos, de cuyo sistema democrático fue siempre gran defensor, como buen liberal. La cabecera de la revista ha terminado en manos del grupo “Recoletos” (por cierto el editor de “Telva”) que la ha convertido en un periódico gratuito.


5) Por último, cabría señalar otros dos grupos liberales. El primero es el que se estableció en torno al semanario “Mundo” y después la editorial Dopesa, que fue iniciativa personal del supernumerario Sebastián Auger y con el que colaboraron numerarios como Manuel Fernández Areal. “Mundo” se inspiraba en el liberal “L’Express” y en los entonces en boga giscardianos, aunque en versión católica. También tuvo problemas con el régimen y discrepancias entre Auger y Fernández Areal. Auger se distanció del OD y siguió con sus negocios, que le trajeron, por cierto, bastantes disgustos.

El segundo es el grupo en torno a la agencia de noticias Europa Press, que en los años 60-principios de los 70 estuvo mas o menos controlada por gente del OD, aunque de forma más discreta que otros medios afines. En este grupo estaba el entonces supernumerario Enrique Sopena, que posteriormente abandonó el OD y ha recalado en las ubres del socialismo.

Algunas conclusiones

Al analizar el fenómeno OD un mínimo de rigor científico obliga a evitar generalizaciones, bastante frecuentes en estas páginas. En los años 60-70 la composición sociológica del OD en España (que al menos es lo que yo conozco) es más plural de lo que parece. Además de las personas o grupos citados hay también personas anónimas que dentro del OD tuvieron un talante liberal y convicciones políticas también liberales. Quienes, además, mostraron externamente sus afinidades políticas no fueron molestados ni censurados internamente, al menos hasta entrados los años 70. Doy testimonio en nombre propio y de otras personas a las que conocí en mi personal trayectoria. Otra cosa es lo que digan algunos ahora.

Yo abandoné el OD en 1977. ¿Qué ha pasado desde entonces? ¿Sería hoy posible una situación como la descrita ? Algunos de los escritos más solventes publicados en esta web pueden dar a entender que no.

También es importante destacar la trayectoria personal de los protagonistas. No todos abandonaron, aunque bastantes lo hicimos en unas circunstancias en que los controles internos iban haciéndose más sofocantes, contrastando con una etapa anterior en que estos controles eran más llevaderos.

Por último, quiero dar testimonio fehaciente de que este pluralismo no era fruto de una estrategia diseñada en las alturas con fines propagandísticos. Ni a mí, ni a nadie de las personas a las que traté se les hizo la menor indicación para que se dedicaran a determinada actividad periodística o política. Quizás la hubo, pero lo ignoro y, de haberla, se habría de demostrar con pruebas. Simplemente hicimos uso de un cierto grado de libertad, entonces respetado, y unos cuantos coincidimos en similares afanes. Lo que ocurrió más allá de 1977 es otra historia.


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