Plan Quinquenal

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Entre las tantas cosas que normalmente no se conocen del gobierno de la Obra está el Plan Quinquenal, un diseño de metas para los próximos cinco años a nivel regional y de delegación (no así de concejos locales) que es enviado a Roma para su aprobación inicial y su control posterior.

O sea, leyendo ese informe queda claro que, de espontaneidad, nada. No son deseos o aspiraciones que se espera que el Cielo escuche: son metas numéricas bien concretas a perseguir.

La eficacia de la Obra está acá, en la centralización, control y seguimiento de unas metas ambiciosas que son impulsadas a presión desde Villa Tevere. Pero esto mismo es lo que le quita a la Obra toda su mística: por eso es necesario que pase desapercibido y que el crecimiento de la Obra surja como si fuera espontáneo, querido por Dios más que planificado por los hombres.

Es muy impresionante ver el nivel de planificación que existe: allí se prevén, entre otras cosas, el número (todo en números, claro) de vocaciones que «deberían producirse» en los próximos cinco años (discriminadas según las categorías de numerari@s, agregad@s y supernumerari@s), el número de numerarios que la región enviará al colegio romano por año en los próximos cinco años y también a otras regiones para comenzar o reforzar las tareas de proselitismo allí. También se habla de las expansiones materiales, es decir, casas de retiros, centros de numerari@s, etc. Digamos, como si fuera McDonalds planificando su negocio y nuevas sucursales a abrir.

No es extraño, entonces, que los miembros rasos de la Obra sufran la «persecución apostólica» por parte de los directores, porque a estos los persigue la delegación, que a su vez es perseguida por la comisión, que a su vez debe responder a Roma «por qué no se cumplieron las metas» si así fuera.

Desconozco si las comunidades religiosas tienen su plan quinquenal (Haenobarbo, si estás por ahí necesito de tus conocimientos). Tampoco se me ocurre pensar que el Vaticano tenga su plan quinquenal (cuántas parroquias más para los próximos cinco años, cuántos curas más, etc.) aunque tal vez así sea. Y de hecho, si así lo hiciera, no incluye una coacción premeditada para cumplirlo, cosa que sí sucede en la Obra. Esto es lo grave.

Detrás de esas metas, están los mecanismos coercitivos para cumplirlas, que además se los disfraza con la Voluntad de Dios. O sea, no es una coacción espontánea o patológica: es una coacción premeditada totalmente.

Es otro de los aspectos ambiguos de la Obra: parecer una prelatura y ser en realidad una empresa impulsada por su propio afán de crecimiento. Pues las empresas tienen su plan quinquenal, pero uno sabe que está en una empresa cuyo fin generalmente es obtener ganancias. En cambio, en el caso de la Obra uno no sabe que en realidad está en una empresa.

Este plan quinquenal nadie lo conoce, salvo los niveles superiores. Y además, las personas sufren una presión que no saben de dónde viene, porque no saben que existe semejante planificación a ser ejecutada. Es el plan estratégico, podríamos decir, de la Obra para los años siguientes.

Por de pronto, sería interesante que la Obra publicara su plan quinquenal vigente, aunque desde luego es una ingenuidad de mi parte.


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