La llamada a la perfección según el Opus Dei

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Por Sancho1964, 16 de julio de 2008


Bien sé que éste es un tema harto difícil, propio de filósofos, y del cual se habrá escrito mucho. Sólo espero no decir ninguna tontería y acaso aportar algo valioso.

¿Qué es ser buen cristiano? La búsqueda de la perfección: Jesús lo dijo: “Sed perfectos como mi Padre celestial es perfecto”. Pero, ¿cuál es esta perfección a la que Dios nos llama?

La perfección cristiana a la cual estamos todos llamados esta muy relacionada con la perfección humana a la que igualmente estamos llamados; de hecho, por lo que entiendo, se identifican en una única perfección personal. La perfección es de la persona –espíritu y cuerpo- y resultaría extraño, absurdo, una persona con una gran “perfección cristiana” que, por ejemplo, no hace el uso debido de su libertad, renunciara a ejercer sus derechos o a utilizar su raciocinio para juzgar si lo que se manda es adecuado ó no para ella. A eso, lo menos, se le llama comodidad...

La “perfección” que aprendí en el opus dei tiene el acento muy marcado en el tema específico de la piedad. Desde el primer momento que tuvimos relación con el opus dei, así como su apostolado-proselitismo, todo el esfuerzo se centra en gran medida en ser piadosos y mover a la piedad a los demás: comienza con un sencillo plan de vida y así hasta, en los más "adelantados", llenar el día de oraciones vocales, mentales, grupales, oficiales y personales... Si alguien es piadoso, comienza a ser idóneo: puede tener un pie dentro... Obviamente la formación de la obra tiene más matices, pero se centra en la piedad. La experiencia es clara: virtudes, cualidades e idoneidad se basan en gran medida en esta cualidad del sujeto. Un niño de 14 años no pasa de ser piadoso y poco más... Para el opus dei es idoneidad.

Creo que todos escuchamos en algún momento: “¿Tienes un problema personal? Reza, se piadoso, humilde y obedece” (recomiendo leer la Carta de Dimisión y Exposición de Motivos de Fede).¿Acaso Dios no nos pedirá que resolvamos los aspectos propios de la vida usando la inteligencia? Supongo que justo para eso nos la dio. Creo que sería mas sensato aconsejar: "Vamos a pensar, preguntar e investigar en cuanto lugar creamos conveniente y rezar para que Dios nos ilumine".

Por supuesto que es necesario rezar, pero la dirección espiritual del opus dei no busca que el sujeto lo resuelva por sí mismo y crezca como persona: genera menores de edad permanentes: irresponsables de su perfección debida. Si no llegan a ser santos bien podrán culpar a los directores...

Tengo el derecho a no tener derechos”: es el colmo de la irresponsabilidad personal. Si bien, alguien puede renunciar a algo legítimo, hay derechos que son irrenunciables como la responsabilidad personal e intransferible del perfeccionamiento individual. Es algo propio de la persona y en esto va su perfección, su dignidad: Es propio de la persona el “autoperfeccionamiento” ó “autocreación”. La dirección espiritual ofrecida en el opus dei es, al menos, irrespetuosa con la dignidad del dirigido: Impone ideas y actitudes sin dialogar, sin buscar el auténtico perfeccionamiento de la persona, su verdadera vocación. ¿Acaso el que dirige es superior al dirigido? En rango y cierta experiencia puede ser, pero en dignidad son iguales. El director espiritual debería presentar respetuosamente la propia experiencia, dialogar con el dirigido y confrontarse con lo que debería ser: con la verdad. No con lo que dice el papel o lo que dicen los directores.

Se pone como modelo al fundador: “el espíritu del opus dei está esculpido en la vida del fundador...”. Resulta que la perfección a la que son llamados -fuimos llamados- es parecernos a él... Si bien los santos pueden ser ejemplo en algunos aspectos, hombres son y nada más.

Para los que desean crear una nueva empresa humana existen un sinnúmero de estudios de psicología, sociología y antropología que ayudan a que ésta sea ordenada y justa; igualmente las empresas “divinas” deben tomar en cuenta la realidad de la persona humana. Cualquier empresa debe tomar en cuenta la realidad de la persona para no solo buscar que la pertenencia a ésta no sea dañina en algún aspecto, sino que la desarrolle y perfeccione como tal. Pareciera que a algunas empresas divinas se han olvidado de lo básico: que están constituidas por personas.

No soy experto... Lo que sí me queda claro es que derivado de la propia naturaleza el hombre tiene potencias que actualizar, perfecciones irrenunciables como persona -a las que tiende- a las cuales no se puede renunciar voluntariamente, ó imponer desde fuera (dejo a los filósofos y antropólogos el profundizar en este tema).

A modo de ejemplo, por mi experiencia y la de tantos, pienso que obviamente el opus dei no es un camino de perfección en temas centrales en la persona como:

  • Libertad personal
  • Desarrollo intelectual
  • Vida social
  • Caridad
  • Pobreza
  • Amistad...

Algunos aspectos de la espiritualidad y prácticas del opus dei no toman a la persona, como tal: Se abroga potestad sobre aspectos propios e irrenunciables. El opus dei hace mal en exigirlos, y los miembros los aceptan por ignorancia, confundiéndolos con la perfección debida.

La crisis vocacional que se presenta en algunos miembros de la obra no es ni mas ni menos que la contradicción que existe entre el deber ser personal (la visión de la perfección debida por su propia naturaleza e irrepetibles circunstancias), y el modo de vida pretendido por el opus dei para ellos.

Pienso que si un miembro de la obra continúa dentro es en alguna de las siguientes circunstancias:

  • Todo le parece bien (¿¡!?): Pareciera que ellos sí tienen vocación. Pero... si alguno va y les explica sobre algún aspecto objetivamente erróneo en el espíritu ó la praxis del opus dei (ó al menos digno de discutir responsablemente) lo rechazan sin juzgar: no tienen la “libertad” para usar su inteligencia, y por tanto, comprender y actuar en conciencia. Ignoran aspectos básicos de su “vocación” y de la prelatura (de hecho ignoran las razones de fondo por las que nosotros nos hemos marchado). Si bien, no tienen crisis de ningún tipo, tampoco la ignorancia del propio mal o error y la falta de libertad es la perfección humana (y cristiana) a la que nadie puede estar llamado.
  • No tiene la fuerza y claridad para revelarse: Al final la contradicción entre lo que viven y como creen que debería ser su vida termina enfermándolos psíquica y físicamente. Desde luego que tampoco pareciera que adquieren la perfección a la que están llamados.
  • Ante las inconsistencias que observa en la obra y/o en su vida, decide vivir en la obra una situación “irregular y tolerada” por los directores y, al fin, tolerada por él mismo. Esta falta de coherencia -Verdad- en su vida tampoco se le puede llamar en ningón modo perfección.
  • Hay algunos, no creo que muchos, que son concientes de los problemas que carga el opus dei. Tratan de cambiar conciente y responsablemente lo que está en sus manos. Después de todo, si lo han decidido con auténtica libertad, es probable que sean los únicos que vivan una verdadera vocación dentro del opus dei, ya que es conciente, libre y voluntaria: Viven en la realidad.

No creo en una vocación en la cual, concientemente, no se pretenden desarrollar todas y cada una de las potencias de la persona, y con mayor razón si se presenta como vocación divina. No puedo creer que Dios llame a una vivir en la mediocridad humana.

¿Con que autoridad pienso y escribo estas cuestiones..? Si tratas de usar tu inteligencia rectamente te podrás equivocar, pero seguramente estas más cerca de la verdad que si solo aceptas lo que se te dice sin cuestionar... (Salvo la Fe, pero aún aquí Dios nos pide reflexionar y profundizar sobre ella). Después de todo, los que lean este escrito podrán corregirme libremente.

Desde luego que no pretendo poseer la perfección a la que soy llamado (siempre estamos en potencia...), pero al menos tengo libertad e inteligencia para confrontarme a mi mismo, investigar y preguntar. De éste modo puedo decidir de forma conciente y responsable lo que creo adecuado para mí y para los que me rodean. Estoy seguro que ésta sí es la perfección a la que Dios me llama.



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