La enfermita sin madre

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Por Coplasuelta, 22.10.2008


Hace unos meses unos padres, los dos de la opus, llegan a Roma a ver su hija. Lleva cinco días enferma de gripe. La madre pone el grito en el cielo para que la metan en la cama. Como todo consuelo le dicen que al recuperarse ira a donde está el Prelado.

La manera de tratar a muchos hijos ha sido hacer de ellos personas rudas, fuertes, trabajar y estudiar, tener dificultades artificiales, llevar sus vidas con penuria sin buscarse a sí mismos para que, una vez dentro de la opus, trabajaran a destajo, sin buscar más gloria que servir...

Esta pobre chica elige la ropa que otros no quieren, tal y como la educaron, trabaja aún con fiebre, como la educaron, no protesta ni se queja, tal y como la educaron. Como siempre, tal y como la educaron, se abandona en quienes se dicen su familia.

Pero ahora falta su madre, la que le inculco el valor del trabajo, el desprecio a la pereza y el amor a tener el sano orgullo de valerse por sí misma. Ahora que no están sus padres, aparece una persona agotada, huyendo hacia delante, esperando a dejarse la piel del todo ¿para qué? Para volver a casa.

No sabe valerse por sí misma, no sabe las trampas y la pillería de la clase media, la de saber escurrir el bulto. Aún se cree que todo se arregla y se consigue con esfuerzo y dedicación. Su vida quiere ser una llamada de atención, predicar con el ejemplo. Lo único que consigue es acercarse al Prelado, al servicio central.

Muchos padres de la opus se les ha enseñado a educar a sus hijos en el sacrificio y en la dificultad porque así serían personas llenas de virtudes y dueñas de sus destinos. Pero el plan es otro, es llevarlas al lado contrario: dependencia y anulación.

Muchas veces se pregunta la gente porque se dura tanto en la obra. Cuando te cogen desde casi el nacimiento y te llenan el corazón de ideales cristianos ¿no es necesario vivir ese amor hasta la última gota? ¿Cuándo se darán cuenta los de dentro y muchos que lo han dejado, que Dios existe y que el Señor tiene trato intimísimo con las almas? ¿Cuándo se darán cuenta de que, como muchas mujeres y hombres, no abandonan al amor de su vida hasta que no es posible seguirlo?

Además, llegamos a la conclusión, muchos, de que hay cientos de personas que pueden ver la vocación a carmelitas, a la opus o a jesuitas. Muchos de ellos viven como tales y concluyen que hay demasiada distancia entre la vida de esas instituciones y lo que representan. Nadie está obligado a decir que si a una vocación si no se ve con fuerzas, si no vive un momento propicio esa institución. No sólo que no haya obligación sino que NO es pecado decir que NO.

Pero ¿qué oportunidad de elegir se le ha dado a esa muchacha, a muchos de nosotros. Cero, ninguna. Y así vamos escribiendo una historia donde los supuestos éxitos o los supuestos bienes quedan ennegrecidos por nubarrones. Me da la impresión que la fidelidad a la Iglesia, el haber vivido el Concilio Vaticano II desde un exceso u otro, está pasando factura. Se ha echado por el lavadero el agua sucia pero, además, al niño que estábamos aseando.

¿Triste? Si. Las cosas que no son de Dios nos ponen tristes. Hasta el mismo Dios vivió la tristeza y se le dio tiempo para convertirla en alegría. Cientos de almas que entregan sus vidas sin querer nada a cambio, desde niños, son sólo una estadística a los 20 años. Hay que ser gentuza.




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