La Matriz económica del Opus Dei

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Por E.B.E., 17.08.2009


En Opuslibros se han tratado muchos aspectos del Opus Dei en profundidad, como ser el jurídico y canónico, el espiritual, el ascético, etc. Del aspecto económico, en cambio, se tiene menos información, se sabe menos, porque claramente es un terreno más que delicado, donde la Prelatura se esmera en extremo. Pero por más cuidado que pongan, los directores no pueden controlar todas las pistas que llevan a dar con ciertas claves de la economía de la organización.


Dualidad

Para entender el funcionamiento económico del Opus Dei se debe tener en cuenta el doble concepto o doble estándar con el cual se maneja en todos los ámbitos. Este doble estándar se puede definir de diversas maneras, como el binomio «adentro/afuera», «institución/familia», «la prelatura/la Obra», etc.

En lo económico, el Opus Dei se considera a sí mismo como una familia y no como una institución. De esta manera, lo que cualquier observador -desde afuera- calificaría la economía del Opus Dei como una economía en negro, para el Opus Dei es sencillamente lo que «se hace en cualquier familia», donde ninguno de sus miembros cobra sueldo ni tampoco se da cuenta al Estado de ese manejo interno (es una de las razones/excusas con la cual explicaba la ausencia de aportes a la Seguridad Social o el blanqueo de los trabajos en la curia de la Prelatura; esto se ha modificado en algunos casos, no voluntariamente sino debido a razones de fuerza mayor, es decir, porque en algunos países el Estado obligó al Opus Dei a «blanquear» el trabajo en negro del personal doméstico, es decir, de las numerarias auxiliares, por ejemplo).

De esta manera el Opus Dei se piensa así mismo como una «gran familia», sin fronteras, de alcance internacional, y que por lo tanto ningún Estado tendría competencia para inmiscuirse en el circuito económico interno de la prelatura.

Este doble estándar tiene que ver con un concepto fundamental: el de «la apariencia», bajo el cual el Opus Dei se organiza, como su columna vertebral, como bisagra que divide sus dos dimensiones: lo que muestra hacia afuera y lo que es hacia adentro. El cuidado de esta apariencia le permite al Opus Dei vivir a su aire, de puertas adentro.

Y lo que es importante: que desde afuera no se ve este doble estándar, sino que se percibe una aparente unidad, apariencia en la cual el Opus Dei pone todo su esfuerzo en construir y consolidar.

Esto es posible gracias a la discreción, un mandato explícito de no hablar de «las cosas de la Obra» con «los extraños».

Para tranquilizar las conciencias de sus miembros, el Opus Dei argumenta que esa apariencia no es una forma de engaño sino algo necesario -por el bien de los demás, y también del Opus Dei- porque «los de afuera no nos entienden» y se pueden «escandalizar» (es decir, hay que «protegerlos» mediante explicaciones que no son la verdad sino una traducción adecuada (diluida) de algo que no podrían ingerir en estado puro -pues en ese caso tendrían vocación, y ya no serían «de afuera» sino «de Casa»-, traducción elaborada según el criterio del mismo Opus Dei). De esta forma se justifica noblemente lo que para cualquier observador exterior sería simplemente engañar o mentir. La fe en el Opus Dei, que practican sus miembros, resignifica las palabras, les da un nuevo significado (por eso no se puede decir que ellos mientan explícitamente, pues media todo un proceso de adoctrinamiento).

En el caso del Opus Dei, explicar es una serpentina forma de evitar la verdad.

Así es como el doble estándar resulta normal para cualquier miembro del Opus Dei, especialmente para los más comprometidos y adoctrinados, quienes viven en celibato.

Doble Engaño

Lo que no se dan cuenta los miembros del Opus Dei rasos, es que al actuar así, están siendo utilizados, a su vez, por el mismo Opus Dei. Esto sería una traición y por lo tanto es algo que no pueden imaginar ni aceptar.

Pues la apariencia construida hacia «afuera» se explica porque «los de afuera no nos entienden»; pero hacia dentro, ¿«no somos todos iguales»? y acaso, ¿no es todo «transparente»?

Teniendo como destinatarios a «los de afuera», existe una teoría (pública) y una práctica (oculta). De esta dualidad trata el presente escrito, particularmente en lo que respecta a lo económico.

Pero para «los de adentro» también existe una dualidad, aunque distinta: existe una teoría conocida por todos (a través de los medios de formación) y una práctica de gobierno ignorada por la mayoría. Sólo quien es víctima de esa forma de gobernar toma contacto directo con ese lado desconocido del Opus Dei, lo cual generalmente sucede de manera solitaria. Este descubrimiento es el que termina por derribar toda la confianza que se pueda haber puesto en la prelatura.

Este grupo de gente -los miembros rasos de la prelatura- es el que forma una capa aislante perfecta, que le permite al Opus Dei manejarse con su doble estándar. Porque este grupo de gente, de cara al Opus Dei, le cree firmemente; y, de cara a la sociedad, cree en las razones -que aduce el Opus Dei- por las cuales no se le puede explicar abiertamente a ella qué es el Opus Dei, porque «no lo entendería». De esta manera, el Opus Dei queda «aislado» de la sociedad y puede actuar de manera invisible. De esta manera, el Opus Dei no queda expuesto.

El problema no es que la sociedad «no lo entendería» debido a una falta de «visión sobrenatural» sino, en realidad, debido a que los argumentos de consumo interno en los que se funda el Opus Dei sólo se aceptan (entenderse, nada) si se tiene una gran fe. Precisamente debido a esa fe en Escrivá y su Opus Dei -fe que va contra la razón, a diferencia de la Fe- es que se pueden aceptar todos los planteos contradictorios, intrínsecos a la vida dentro del Opus Dei (empezando por la vocación laical/conventual/religiosa y siguiendo por los fundamentos de su economía descritos aquí).

Es decir, como la sociedad no tiene una fe inconmensurable puesta toda ella en la figura de Escrivá, entonces hay que «explicarle algo que sí pueda entender», aunque no sea precisamente la verdad sino «algo equivalente». Lo importante es que la sociedad -«para su bien»- acepte al Opus Dei y colabore con él, aunque no lo llegue a entender ni lo pueda conocer tal cual es. Hay desde luego un marcado sentimiento de superioridad en esta visión.

El Opus Dei resulta insostenible tal cual es, por eso se necesita o de una fe incondicional o de una «libre traducción» para aceptarlo. A los que no tienen fe, se les explica el Opus Dei, y a los que sí tiene fe, es suficiente con darles consignas, sin explicación alguna (dentro del Opus Dei, pedir explicaciones es considerado como un acto de rebeldía, de falta de fe).

Claro, esto así, no lo puede aceptar nunca la sociedad y por eso se recurre a «traducciones», las cuales son elaboradas por el Opus Dei y repetidas por sus miembros, sin ningún tipo de análisis (capa aislante perfecta: la sociedad acepta «la explicación» y los que tiene fe aceptan el mandato de dar esa explicación mansamente, sin preguntar nada).

Es evidente que sin esa capa aislante, el Opus Dei quedaría expuesto, a la intemperie.

Lo interesante es que la Iglesia, para vivir en sociedad, no necesita de testaferros ni de esa dualidad a la que recurre el Opus Dei, y en cambio, es tan característica de las sectas, pues son grupos que se aíslan de la sociedad y, por lo tanto, para interactuar con ella recurren al simulacro (por el rechazo mutuo que provoca dicha conducta).

Lo que sucede es que el Opus Dei necesita de la sociedad (vocaciones y dólares), en cambio la sociedad no necesita realmente del Opus Dei.

Este es el principal problema que tiene el Opus Dei para que la sociedad colabore con él. Hay que camuflar, entonces, ese interés del Opus Dei. Por eso necesita inventarse una explicación que la sociedad le acepte (ver más adelante el ejemplo de la Austral), y sobre todo, crear un circuito económico debidamente encubierto para extraer esos recursos de la sociedad -necesarios al Opus Dei- aunque esta no lo quiera -y sin que se entere-, y que además pase inadvertido al fisco. Para todo esto sirven las asociaciones civiles testaferros.

Así como sucede con el circuito del dinero, lo mismo sucede con la producción de vocaciones: el Opus Dei necesita de los adolescentes, pero los adolecentes no necesitan de la vocación al Opus Dei. Por eso, para que sea aceptada, la vocación debe ser presentada de manera engañosa[1].

Mientras ciudadanos, fundaciones no gubernamentales (ONG), organismos internacionales y fiscos desconocen que detrás de las asociaciones civiles está el Opus Dei controlándolas, su verdadero propietario, los miembros célibes del Opus Dei desconocen que detrás de las formas de vida que practican -presentadas como laicas- hay siglos de historia monacal o conventual, y poco o nada de originalidad alguna en Escrivá.

Lo que se concluye es que, lejos de haber errores aislados, en el Opus Dei hay una matriz de engaño generalizada –basada en el hábil manejo de la ignorancia-, que abarca ampliamente su funcionamiento, hacia afuera y hacia adentro del Opus Dei.




La gran pregunta es: si el Opus Dei blanqueara no solo su economía sino también su modo de actuar dentro de la sociedad, ¿sería viable? ¿Habría voluntad por parte del Opus Dei para hacerlo?

Vale también preguntar lo siguiente: ¿su economía es negra por el modo encubierto de actuar en sociedad, o este modo le es necesario para mantener en negro su economía?

Como ya hemos visto, ese doble estándar lo utiliza también para recolectar vocaciones, y no tiene que ver sólo con su economía monetaria. Lo utiliza para todo, también para los colegios, las residencias y las universidades.

No caben dudas que su economía en negro le permitió un crecimiento extraordinario. La ignorancia religiosa de sus miembros célibes fue otro elemento fundamental para la expansión en tan corto plazo (segunda década del siglo XX). La clandestinidad aparece entonces como un elemento esencial para el éxito histórico del Opus Dei, quien hacia 1982 emerge públicamente como una prelatura personal, sin que ello signifique ningún blanqueo real sino la consolidación de la apariencia (explicación oficial de qué es el Opus Dei a modo de pantalla, pues hacia adentro sigue funcionando de modo completamente distinto, y de ahí las contradicciones sobre contratos, jurisdicción eclesial, etc., que aparecen en el catecismo del Opus Dei[2]).

Esa clandestinidad se vio seriamente amenazada por el surgimiento de Internet hacia mitad de la década de los '90 y, de modo particular, desde el momento que surgió Opuslibros en 2002, sitio web en el cual comenzaron a emerger diversos testimonios subterráneos y dio lugar a un fructífero intercambio de experiencias desconocido hasta ese momento. Seguramente, otra hubiera sido la historia si Internet y Opuslibros se hubieran anticipado, al menos unos años, a la beatificación y canonización de Escrivá, claros productos de un fino y eficaz trabajo hecho en la clandestinidad, por parte del Opus Dei (más adelante volveré sobre este tema).

Cabria preguntarse, ¿pero qué es finalmente el Opus Dei? Un misterio, que se esconde detrás de tantas pantallas. Tal vez lo que haya sea un gran vacío, la nada o un sueño que desaparece al despertar. No es extraño si algunos resisten a levantarse y prefieren seguir soñando.

Hay algo claro y es que desde el momento en que alguien actúa de manera clandestina (salvo razones excepcionales), pierde toda veracidad y no es digno de confianza. Al Opus Dei el tiempo le jugaba en contra y necesitaba -para no ser descubierto- acelerar el paso y así llegar a la cima donde se encuentra hoy, hasta ahora.

Para concluir, lo que está en juego es su viabilidad como organización. Posiblemente si el Opus Dei se blanqueara perdería su fuerza, sus influencias, su poder y la gracia que lo rodea. Perdería su atractivo, porque éste reside en lo que aparenta, no en lo que es. Verdaderamente, el panorama a futuro es penoso.

Testaferros

Son fundamentales dentro de la economía del Opus Dei. Pero no sólo se dan a nivel económico sino también social.

a) Por un lado están las múltiples asociaciones civiles sin fines de lucro que el mismo Opus Dei genera para retener la propiedad de lo que dice no poseer. Mientras la declaración hacia afuera es que el Opus Dei es puramente espiritual y no tiene nada, en los hechos mantiene control sobre la mayoría de los inmuebles que dice sólo alquilar y que son propiedad de las asociaciones civiles.

Pero de la misma manera que los miembros célibes viven de manera religioso-conventual y al mismo tiempo se les enseña a rechazar semejante pensamiento (una suerte de esquizofrenia), igualmente el Opus Dei inculca a sus miembros que éste no posee nada al mismo tiempo que promueve las necesarias acciones para obrar en sentido contrario.

Mientras desde afuera todo este doble discurso no se ve, desde adentro se sabe y el único modo de salvar las diferencias o contradicciones es disociando una cosa de la otra, lo que se dice de lo que se hace. Es una de las primeras y fundamentales cosas que se aprende en el Opus Dei: a disociar (un modo de forzar la realidad). Los miembros del Opus Dei no se guían por la lógica racional sino por argumentos de autoridad: repiten lo que sus directores les dicen, pero jamás lo someten a crítica (eso va contra la fe en su fundador).

Asociaciones civiles con actas ficticias, donde figuran reuniones inexistentes, alquileres y todo tipo de transacciones inexistentes, etc. Un gran fraude organizado por razones de un Bien Mayor (cfr. Testimonio de un ex numerario de Estados Unidos, cap. 3).

Los centros del Opus Dei, como «no pueden» ser del Opus Dei, se alquilan a una de sus asociaciones civiles, a la que se le paga un alquiler -al menos, esa era una explicación que se daba-, pero esa asociación civil -que es la dueña del inmueble- está compuesta y controlada por los mismos directores del Opus Dei.

Sería entonces como el caso de un banco que se presta dinero a sí mismo. Como un propietario que se alquila a sí mismo. Es decir, es alguien que no da cuenta de nada a nadie, salvo a sí mismo. Se obtiene dinero de afuera (donaciones libres, u obligatorias para el caso de los miembros célibes) y este circula en un circuito cerrado y no tributa impuestos. Hace recordar a los mecanismos del lavado de dinero.

Habría que tener en cuenta aquí, por ejemplo, el contrabando de efectivo, por el envío de parte de ese dinero en negro hacia la sede central en Roma.

O también la malversación de fondos que las asociaciones civiles reciben para una cosa y la aplican para otra. Se presentan proyectos específicos, generalmente con una alta carga de interés social, a ONGs u Organismos Internacionales, y una vez obtenido el aporte, se destina la mayoría de las veces, todo o parte de los fondos conseguidos a fines absolutamente distintos. La prueba más concreta es que muchos organismos internacionales dejarían de hacer esas donaciones si supieran que dichas asociaciones civiles desvían esos fondos para fines que no fueron los originalmente planteados, y que además esas asociaciones son testaferros, es decir, tienen una falsa identidad.

No es extraño pensar, además, que si algún organismo internacional desconfía del Opus Dei, no es tanto por hostilidad hacia la Iglesia Católica sino por los modos poco claros de proceder que caracterizan al Opus Dei. De más está decir cómo todo esto perjudica a la imagen pública y al prestigio de la Iglesia.




Este sistema es fundamental, entre otras cosas, para que los bienes del Opus Dei «sin serlo lo sean» y lo sean sin ser bienes eclesiásticos. La razón que se daba a esto era para custodiar la secularidad del Opus Dei, pero evidentemente no se puede ocultar la autonomía económica que al Opus Dei le otorga esto. Es paradójico a su vez que dé estas razones y al mismo tiempo establezca para sus miembros célibes un modo de vida propio de los religiosos, pero como se señalaba anteriormente, forma parte de ese doble engaño, hacia afuera y hacia adentro.

Esta dualidad del Opus Dei, en términos generales, habla también de unas contradicciones internas que el mismo Opus Dei no sabe resolver si no es mediante el autoengaño y el engaño a los demás.

Dichas asociaciones civiles, además, le permiten recibir donaciones, que son producto muchas veces de desgravaciones impositivas.

Frente al Estado, el Opus Dei no posee nada, pero frente a sí mismo, el Opus Dei recibe donaciones y dineros que son otorgados en razón de los aparentes fines para los cuales esas asociaciones se han establecido.

Pero también hay otras donaciones que el Opus Dei recibe directamente y no a través de asociaciones, como es el caso de los aportes que dan Cooperadores o Supernumerarios. También está el caso de las herencias que recibe de sus miembros célibes, a quienes se les anima a testar a favor de dichas asociaciones, como muestra de buen espíritu y conforme a la exigencia de una «entrega total» al Opus Dei en nombre de Dios. De esto, generalmente no hay recibos ni registros.


b) Pero también están las instituciones sociales sobre las que dice no tener intervención alguna en su gobierno. Para estas situaciones también se constituye de testaferros y no solo por cuestiones económicas.

Veamos el caso de la Universidad Austral en Argentina.

Ciertamente, la sociedad desconfía y no le cree al Opus Dei cuando dice que «no es una universidad del Opus Dei». La explicación oficial es demasiado complicada para creerla (se la puede leer en su sitio web) y más simple es asignarle la propiedad de la universidad directamente al Opus Dei.

Pero la sociedad tampoco sabe exactamente la verdad: la sospecha pero no se la imagina tal cual es. Es decir, ¿qué quiere decir exactamente que la universidad es del Opus Dei? ¿Cómo es la transformación que va de la negación pública a la aceptación en la intimidad de dicha propiedad? El Opus Dei es propietario de la universidad -o de cualquier otra «obra corporativa»- de manera más profunda a como la sociedad se lo puede imaginar.

En apariencia, la propietaria es una asociación civil y el Opus Dei simplemente prestaría servicios espirituales. Dice en su página web:

«La Universidad pertenece a una asociación civil.»

Lo cual es literalmente cierto. Y continúa:

«Es una iniciativa de carácter plenamente civil, promovida por ACES, conforme con la libre iniciativa de un grupo de personas –algunas pertenecientes a la Prelatura del Opus Dei-».

Esto ya no es completamente cierto. Existe el doble estándar, que la gente de afuera no lo sabe o no lo percibe.

La universidad es promovida por ACES, pero ACES es creación del Opus Dei, como lo son las demás asociaciones civiles.

La iniciativa es del Opus Dei y por ello ni es libre ni es civil. Para verlo más claro, reparemos en quienes forman el directorio, que entre otras cosas nombra al rector de la universidad. En ACES, no son sólo algunas las personas que pertenecen a la prelatura sino la mayoría.

  • Presidente: Enrique Malbrán (supernumerario)
  • Vicepresidente: Pablo Roviralta (numerario)
  • Secretario: Mario Alfredo Pérez (numerario)
  • Tesorero: Juan Pablo Magdaleno (numerario, miembro de la Comisión Regional de Argentina)
  • Vocal Titular primero: Lic. Juan C. Roberts (no se dispone de información)
  • Vocal Titular segundo: Ángela O'Farrell (no se dispone de información)
  • Vocal Suplente primero: Carlos Coto (no se dispone de información)
  • Vocal Suplente segundo: Darío Casapiccola (numerario, miembro de la Delegación Buenos Aires de Argentina)
  • Revisor de Cuentas: Matías Munárriz (supernumerario)

¿Y quién nombra a estas autoridades o quien convoca a estas personas? ¿Es por libre iniciativa? En absoluto. Ni más ni menos que el Opus Dei, pero esto no aparece en ninguna acta de la asociación civil sino en todo caso en expedientes internos del Opus Dei, que no son accesibles.

Algo semejante sucede en APDES, asociación civil que maneja los colegios. O con la AFC, que es dueña de un gran número de «residencias universitarias» que, en realidad, son en su mayoría Centros del Opus Dei donde sólo viven numerarios y no están realmente abiertos para albergar estudiantes universitarios (que no sean del Opus Dei, y además numerarios). Aparentan ser lo que no son.

Alguno podría suponer que de esta manera el Opus Dei, por ejemplo, se asegura el control sobre la propia universidad que dice no controlar. Pues bien, algo de cierto hay en ambos sentidos, porque si bien ha nombrado en su momento como rector a un miembro de la Comisión Regional de Argentina, los acontecimientos derivaron de tal manera que no siempre el nombrar a alguien aparentemente de tanta confianza evita sorpresas hasta para el mismo Opus Dei. Hay que reconocerlo: quien vive del engaño y la simulación no debería sorprenderse si a su vez cae víctima de sus propios métodos.

En todos esos casos, (ACES, APDES, AFC, etc.) la pertenencia o no al Opus Dei del directorio no es un asunto privado -como alguno podría alegar-, porque es definitivo para saber si esas asociaciones civiles son o no realmente independientes del Opus Dei, característica con la cual se presentan a la sociedad (y la engañan).

Por otra parte nombrando a miembros del Opus Dei, éste se asegura que toda decisión tomada por las autoridades de la prelatura sea fielmente cumplida (salvo excepciones, como el caso mencionado más arriba), y al mismo tiempo se asegura el poder de removerlos libremente, cuando mejor le convenga, sin tener que dar explicaciones a nadie.

¿Por qué en el Opus Dei se le tiene verdadero pánico al periodismo y a la opinión pública? (de hecho, existe la Oficina de Información o también AOP donde se responden todas las preguntas del periodismo, pues a ningún miembro del Opus Dei se le permite hablar con los medios directamente, entre otros motivos porque «hay que saber explicar las cosas» y eso es todo un arte).

Existe un miedo razonable a los medios, por el poder que tienen de influir y editar imágenes y discursos; pero el del Opus Dei es un miedo culpable, relacionado a su plena conciencia del doble estándar en el que vive y se mantiene.




Hacia afuera, el Opus Dei da una imagen de que «no tiene nada que ver» con ese asunto en cuestión, pero de puertas adentro se sabe que tiene -o quiere tener- el control más absoluto. Lo mismo sucede con las residencias universitarias: ejemplo «La Ciudadela es una residencia universitaria que pertenece a la Asociación para el Fomento de la Cultura (AFC) quienes han confiado la orientación doctrinal y la atención espiritual a la Prelatura del Opus Dei». No solo es falso, sino que es completamente al revés: es una residencia del Opus Dei, quien le ha confiado a la AFC la propiedad como testaferro.

Asociaciones Civiles

Vale la pena hacer una digresión y detenerse por unos momentos sobre el concepto de «asociaciones civiles sin fines de lucro». Alguien podría argumentar que la forma jurídica de la prelatura fue creada pensando en el Opus Dei. Pero, si hay algo que está claro, es que las asociaciones civiles no. Y el Opus Dei recurre a ellas como si fueran formas jurídicas naturalmente adecuadas a sus necesidades (de evasión).

Esas asociaciones civiles sin fines de lucro, precisamente por serlo están en la legislación de todos los países exentas de impuestos: no es que no pagan impuestos evadiéndolos, sino que se acogen a una forma que les permite no pagarlos. Ahora bien, esas sociedades están pensadas en la ley en función de los fines de utilidad pública que persiguen (mientras que el Opus Dei las pensó para sus necesidades privadas, para su propia supervivencia). No están pensadas para hacer viable el Opus Dei dentro de la sociedad civil: ese uso es una desviación y un abuso (el desvío de fondos es connatural a la concepción que el Opus Dei tiene de las asociaciones civiles y no es ninguna sorpresa que así lo haga: está en su naturaleza). Habría que pensar serenamente si todo esto no constituye una asociación ilícita (entre las asociaciones civiles y el Opus Dei).

La Iglesia tiene exenciones impositivas dadas por la ley. El Opus Dei no quiere que sus bienes sean eclesiásticos, pero tampoco que paguen impuestos como cualquier ciudadano. Al parecer, usa las asociaciones civiles como un modo de evadir impuestos y a su vez como un modo de ejercer la posesión de bienes mediante testaferros (evadir a la Iglesia). Se asila doblemente, respecto de la Iglesia y respecto del fisco.

Las asociaciones civiles sin fines de lucro no son sociedades comerciales ni capitalistas (el Opus Dei basa gran parte de su economía y su acumulación monetaria en ellas), sus rentas deben invertirse necesariamente en fines de utilidad social y no producir ninguna ganancia para ellas. Pero en el caso del Opus Dei, estas asociaciones civiles cumplen una función de recaudación, y es muy difícil, entonces, compaginar el «sin fines de lucro» con la función acumulativa que desarrollan para el Opus Dei.

Estas asociaciones civiles son como unas benefactoras espontáneas de la prelatura: le alquilan sus casas a precios muy bajos, construyen casas de retiros, etc. y desvían fondos a la Sede Central. Nuevamente habría que preguntarse aquí por las formas de lavado de dinero, ya que la prelatura constituye esas asociaciones y se presta a sí misma sus servicios. Es una gran simulación.

El Opus Dei siempre encuentra la forma «legal» de evadir la ley, si ésta se presenta como un obstáculo. Es la pillería que tanto elogiaba su fundador.

Pero ello es posible mientras no se unan los cabos sueltos, mientras no se relaciones entre sí las piezas sueltas del rompecabezas. Pues una vez expuesto al público, el Opus Dei ya no podrá recurrir a los mismos trucos y mecanismos: las personas, los organismos y los fiscos estarán advertidos y no se dejarán engañar.




Respecto de los testamentos, vale hacer una aclaración sumamente interesante, donde nuevamente se ve cómo el Opus Dei logra evadir las reglas. El código Civil argentino dice en su artículo 3.739:

«Son incapaces de suceder y de recibir legados: los confesores del testador en su última enfermedad; los parientes de ellos dentro del cuarto grado, si no fuesen parientes del testador; las iglesias en que estuviesen empleados, con excepción de la iglesia parroquial del testador, y las comunidades a que ellos perteneciesen.»

Aquí no se prohíbe que, si fuese religioso, el testador dejara su herencia a la Orden religiosa a la que perteneció. El Opus Dei podría recibir las herencias de sus miembros o de las personas que reciben atención espiritual, pero no si el testamento es hecho en los últimos momentos de vida del testador.

El asunto de fondo, además, es cómo el Opus Dei administra sus propiedades y al hacerlo no quiere tener nada a su nombre.

Es decir, hay un doble problema a resolver para el Opus Dei: los últimos momentos y el no aparecer en los papeles.

La idea de la ley es evitar que el confesor se aproveche del moribundo en sus últimas horas. ¿Pero cómo evitar esto en el caso del Opus Dei si el confesor, o el numerario que atiende espiritualmente al moribundo se aprovecharan de esos momentos para lograr la donación, pero le dijera al moribundo que el testamento lo hiciera a favor de la asociación civil? No hay forma. Haciéndolo a través de una asociación civil, se saltan la ley y se quedan con la herencia.

Distinto es el caso de los agregados y numerarios que hacen su testamento en vida, fuera del caso de enfermedad terminal. Pero, nuevamente, el Opus Dei no quiere aparece en ningún papel. Y a su vez quiere adelantarse a los tiempos, de manera que el testamento sea hecho en vida y no cercano a la muerte, donde podrían existir razones de nulidad antes mencionadas.

En la mayoría de las órdenes religiosas se establece que antes de profesar, el religioso haga libremente su testamento e incluso disponga de sus bienes patrimoniales, de modo que el voto de pobreza sea real. Hasta en estos detalles el fundador del Opus Dei copió a los religiosos.

Razones para actuar así

Fundamentalmente este modo de conducta permite conocer las razones públicas pero no las ocultas. Estas nunca quedan en claro ni se manifiestan abiertamente. Lo cual genera una gran desconfianza cuando se descubre tal mecanismo.

No es extraño que muchos que abandonan el Opus Dei se van sin saber qué es en realidad el Opus Dei y cuál su fin verdadero.

Es lógico, entonces, que muchos teman manifestar sus críticas sobre el Opus Dei, por las represalias que puedan sufrir. Porque, así como el Opus Dei no actúa directamente en muchos ámbitos, tampoco lo hace así en este.

Ser Anzuelo

La construcción de la apariencia le permite al Opus Dei traducir libremente su identidad.

Hacia abajo, esa imagen aparente está diseñada en función del proselitismo, conseguir vocaciones y de esta manera presenta la vida de los agregados y numerarios (miembros célibes) como completamente secular, lo cual no es cierto. O también presentar cursos de métodos de estudios, cuyo fin no es el estudio sino el conseguir vocaciones. Una cosa es pantalla de otra. Toda la dirección espiritual está orientada a las vocaciones y no a la santidad de las personas (salvo excepciones).

Hacia arriba, el Opus Dei busca obtener favores y beneficios de la misma Iglesia, particularmente de su jerarquía. Sabe construir la puesta en escena adecuada al obispo o cardenal del cual quiera obtener algún beneficio.

Tomemos el caso de preparación de los testimonios escritos para la canonización.

Después de la muerte del fundador, el Opus Dei organizó muy eficazmente la elaboración de masivos testimonios, ordenando a sus miembros que escribieran lo que habían visto y oído. Para ello organizó muchas convivencias y reuniones de fin de semana. Algunos directores llegaban a dispensar de la media hora de oración mental a cambio de escribir el testimonio.

Como sucede en otros ámbitos, como ser la redacción del diario del centro, todo lo negativo se oculta y lo positivo se exalta, hasta el grado de abandonar el terreno de lo verdadero. La enorme cantidad de testimonios elaborados por miembros del Opus Dei no fueron espontáneos ni tampoco son fiables debido al modo en que la obediencia disciplinar interfirió en la libre iniciativa de cada miembro. Simultáneamente se organizó una oficina de revisión, para que ninguno de esos testimonios contuviera algo que pudiera actuar en desmedro de la causa: en muchísimos casos se le hizo reescribir al autor su testimonio y en otros muchos el testimonio fue reconstruido por los revisores. Exagerar no estaba mal, al contrario «era de buen espíritu». El resultado, un cúmulo de falsos testimonios.

La idea era darle a la Iglesia una imagen altamente positiva pero completamente artificial. Lo fundamental era que la Iglesia no se diera cuenta de ello.

Algo parecido sucede con las cartas de dispensa: aprovechándose del poder que le da la obediencia, el Opus Dei ordena que dichas cartas tengan un tono positivo y de agradecimiento, de lo contrario las rechaza y ordena una nueva redacción.

Por último, ordena un silenciamiento en quienes abandonan la institución, porque criticar al Opus Dei es criticar a la Iglesia y ofender a Dios, argumenta.

En síntesis, de lo que se trata es de construir una gran ficción -a partir de elementos reales- y presentársela a la Iglesia. Así obtener la Prelatura, así obtener la canonización, etc. y tantos otros beneficios.

La base económica del Opus Dei -vocaciones y dólares es lo que necesitará el Opus Dei siempre, decía un antiguo Consiliario de Argentina- es la defraudación a gran escala de la buena fe de las personas, fundaciones, organismos internacionales y de la Iglesia misma.

En el Opus Dei nada es hecho sin un sentido práctico, y por lo tanto nada es desinteresado. El principio que guía toda acción es la eficacia. Y todo lo demás, es aparente.

Dios y Audacia

Los escándalos financieros (Rumasa en España, BIR y BCP en Argentina, Velox en Uruguay) son muy importantes dentro del estudio del Opus Dei. Pero aún así, han de ser tratados de manera precisa, lo cual no es fácil. Sin embargo, no puede dejar de señalarse, que muchos de esos escándalos estuvieron cimentados en los fines sobrenaturales con que se animaba a los empresarios a arrojarse a empresas que excedían los límites de lo permitido.

Al igual que se hace con los jóvenes para que entreguen su vida al Opus Dei en nombre de Dios, la prelatura utiliza el recurso al halago para obtener que otros entreguen su dinero o realicen inversiones arriesgadas. A unos les pide la vida, a otros el dinero.

Y esto es hecho presentando un panorama maravilloso, de cristianización de la sociedad. Los anima a ser audaces, poniendo a Dios como garante (el Opus Dei vincula el concepto de éxito al de santidad, el mundo de los negocios con el de la religión)[3].

El Opus Dei no acepta un no por respuesta. En lo que quiere y persigue, el Opus Dei es muy eficaz (ej. la beatificación de Escrivá y luego su canonización).

No acepta que alguien, frente a una «empresa divina» como el Opus Dei, se eche atrás por «temores humanos». Al contrario, se le alienta a cometer locuras por Amor a Dios, que en general todas consisten en darle algo al Opus Dei (darse uno mismo -vocación- o darle dinero -dólares-).

Curiosamente, el Opus Dei nunca arriesga nada, arriesgan los otros. Nunca pierde, pierden los otros. Es llamativamente racional a la hora de arriesgarse él mismo. Las locuras están a cargo de los otros.

Mediante otro falso silogismo, les da a entender que, si la audacia es santa, no puede haber riesgos ni tampoco Dios les va a soltar la mano. Pero ¿y el Opus Dei tampoco se las soltará? Seguramente si algún banquero va a la cárcel, a lo sumo lo visitará y le dirá que Dios lo recompensará en el Cielo y que tenga paciencia. Pero nadie de las altas autoridades del Opus Dei compartirá ese mismo destino, porque saben ponerse a distancia y evitar los riesgos.

En el trayecto, el Opus Dei se beneficia -vocaciones y dólares- al mismo tiempo que causa la ruina de muchas personas.

Tal vez la situación más conocida sea la de todos aquellos que han entregado su vida al Opus Dei como miembros célibes -invirtiendo a sí mismos como capital- y han terminado seriamente dañados, con grandes pérdidas (espirituales, psicológicas, económicas, etc.). El Opus Dei, ninguna pérdida. Esto es lo injusto y lo inexcusable.

Si todos pierden menos el Opus Dei, es debido a que existen mecanismos injustos de los que se vale para mantenerse en ventaja, situaciones privilegiadas y una relación desigual basada en la manipulación de las conciencias.

Creo que en la historia económica del Opus Dei, lo esencial no son los escándalos puntuales sino la matriz de engaño con la cual funciona y sin la cual difícilmente hubiera alcanzado el crecimiento que ha tenido (en vocaciones, en bienes, etc.) y que hoy lucha por mantener.

Conclusiones

A la hora de hacer un análisis fundamentado, como en todo tipo de estudio, es esencial no rellenar los huecos de información con generalidades o suposiciones imaginadas.

En lo que hace a la cuestión económica del Opus Dei, falta mucha información. Pero si se quiere ser riguroso, es necesario afirmar sólo aquello que pueda ser demostrado. Hay muchos análisis que pierden consistencia cuando no siguen estos supuestos mínimos. Abundan los textos en los que se dice que el Opus Dei posee x cantidad de empresas, medios de comunicación, etc. y no tienen sustento. El que un supernumerario sea dueño de una empresa no significa que el Opus Dei lo sea, aunque el Opus Dei puede ejercer su influencia a través de ese supernumerario. Es fundamental tener en claro esta diferencia.

De lo contrario, eso no hace sino contribuir a una imagen del Opus Dei fantasmagórica, irreal y forzada.

Muchos estudios, en el pasado, se han basado en información inexacta, lo cual le ha permitido al Opus Dei seguir avanzando sin ser afectado por las críticas, pues las acusaciones que se le hacían terminaban siendo técnicamente falsas. Hay que reconocer el activo rol del Opus Dei para ocultar o no dar información, el cual ha sido esencial para que muchas denuncias fracasaran.

Gracias a muchos escritos que se han publicado en Opuslibros, hoy sabemos con precisión que muchos aspectos denominados «sectarios» en realidad tienen origen en tradiciones y costumbres religioso-conventuales (obediencia ciega, entrega de la libertad, mortificación corporal). En cambio, otros no (manipulación de las conciencias, coacción, engaños, etc.). Y esta diferencia es fundamental para la validez de todo estudio crítico. Lo mismo se puede aplicar al aspecto económico del Opus Dei.


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Lecturas complementarias (cito algunos escritos nomás, se puede consultar el resto en el apartado temas económicos):

Notas

  1. Se manipula la realidad hacia adentro, no solo con la cuestión de una secularidad prometida y nunca cumplida, sino también con la noción de pertenecer a «una verdadera familia» con lazos más fuertes que «los de la sangre», idea que se desvanece cuando -por ejemplo- alguien necesita dinero para una operación quirúrgica y el Opus Dei responde diciendo que el dinero se le pida a la «familia de sangre» ¿Y entonces qué tipo de familia es la del Opus Dei? Los límites de lo que es «la familia» del Opus Dei se pueden palpar en los momentos críticos, donde se descubre el vacío de tal concepto. Mientras no cueste dinero, el concepto de familia es gratuito y puramente decorativo.
    Un tema central de ese engaño es la vocación laical a la cual son convocados y que no se cumple nunca. La clave para que esto funcione así es, entre otras cosas, mantenerlos en la ignorancia acerca del origen e historia de las prácticas religioso-conventuales y luego rechazar toda idea contraria al discurso oficial del Opus Dei. Paradójicamente, los miembros agregados y numerarios son unos completos ignorantes de la historia religiosa y sin embargo, en muchos aspectos, viven de dicha forma sin saberlo. Es el secreto del éxito (del Opus Dei).
  2. Cfr. Sobre contratos y vínculos, Haenobarbo; Sobre la cuestión del vínculo que genera el mismo Opus Dei: Alvaro del Portillo: Suspenso en Catecismo.- Ottokar y El contrato con el Opus Dei ¿Es o no es?.- Australopitecus.
  3. Cfr. El sentido del éxito en el Opus Dei, E.b.e



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