La inaguantable imposibilidad del Opus Dei

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Por Canencio, 15 de febrero de 2010


El dos de octubre de 1928 el fundador del opus dei intuyó que este proyecto intelectualmente era perfecto y completo, lo cual le pudo inducir a creer a pies juntillas que aquello ya tenía una categoría consistente en la mente de Dios “ab initio et antea saecula” como algo inevitable. Al inicio de la santa misa de aquel día el imaginador del opus dei estaba profundamente confuso respecto al porvenir de su existir pero en el momento de la consagración vio su posible proyecto vital como una realidad fáctica metafísica, sintió una catarsis intelectiva, se apreció tan liberado de sus angustias vivenciales gracias a las invocaciones que previamente había elevado al cielo, que en agradecimiento al Supremo Hacedor convirtió su aclaración intelectual en una experiencia sobrenatural e interpretó esa visión intelectual aliviante como una intuición divina aunque solo vio lo imposible. El globo imposible es el “no lugar intangible” donde se aloja el enredo de todos los entes imposibles. Este orbe esta ocupado por una emulsión contraóntica de cosas imposibles. “Globus impossibilis intangibilis iglocus quo irretitio omnium impossibilium entiun hospitiatur. Ipse impossibilium rerum ab contraentica emulsione impletur.”

El alma del inventor del opus dei a partir de que fuesen frustradas sus aspiraciones a ser arquitecto al final de su infancia, sufrió continuamente de desgarros sentimentales. Padeció múltiples traslados geográficos del hogar familiar, sobrellevó la muerte traumática de su padre y una grave ruina económica. Soportó el desprecio de sus compañeros de seminario, aguantó serias dudas vocacionales, tragó mucha saliva cuando el canónigo arcediano de Zaragoza hermano de su madre, su único valedor en el mundo profesional eclesiástico humilló a su familia y le excluyó de su compañía. No pudo resistir el maltrato episcopal cuando se le desterró a una mísera parroquia en la perdiguería aragonesa, soportó estoicamente la pobreza y una emigración hacia el desamparo de Madrid, la frívola capital de un reino decadente. Y en esos atormentantes momentos, desde su torturado pensamiento, desde ese horroroso no lugar intangible nos ha llegado el opus dei a los cristianos...

Hace mucho tiempo en el mínimo instante previo al “Big Bang” apareció, la “Nada absoluta”. “Iam diu olim ante primum fragorem in minimo temporis puncto, nihilum absolutum apparuit”. Dios es la perfección absoluta que supera al existir de las cosas, la sublime realidad de Dios está más allá del ser y del no ser y por eso para establecer el mejor universo global creó a la nada pues esta no existía en su Divina naturaleza. Tu reino oh Señor comprende a todos los universos (anteriores o posteriores). “Malkhutkha malkhut kol olamim.” Salmos 145:13. Dios al principio creó el universo de las no cosas. “Deus in principio universa inrrerum creavit.” A lo largo de la vida del fundador del opus dei, este y sus más afectos seguidores proclamaron con rotundidad la inevitable imposibilidad de la obra “Si por un cataclismo telúrico, solo quedara una sola criatura en la tierra, esta sería del opus dei…. Él creador de la obra había conocido a muchos papas en su vida, pero solo se había encontrado con un único fundador del opus dei”. Ellos se propusieron a sí mismos como la única substancia vivificante del mundo y de la iglesia; mostrando con esa falacia a las claras su realidad imposible. Lamentablemente el opus dei es una nocosa. Las nocosas, las cosas reversas, las cuales cosas son las correspondientes a las cosas inversas, los trozos del universo que complementan a una cosa y las cosas negadas, esas que oportunamente contradicen a otras, todas ellas son contracosas.“Inrres, quae attinentes versae suae contrariae, reversae, suae complementariae et negatae suae contradictores contrarres sunt”.

La experiencia del vivir en el opus dei pone al descubierto la esterilidad de la creatividad individual, el sufrimiento continuo de sus miembros y la pérdida de la paz interior: realidades profundamente contrarias a la actividad fecunda de los objetos creados por Dios y realidades contradictorias con la actividad consolante católica proclamada por Cristo cuando dijo. “Venite ad me omnes qui laboratis, et onerati estis.” Venid a mí todos los que estáis cargados y cansados (Mt 11, 28-30). El fundador ya en su madurez en Roma necesitaba visionar al menos tres películas a la semana para no caer silencioso y triste durante muchas horas en un sillón preso de acedía. En la nada existen y coexisten todas las contracosas. “In nihilo omnes contrarres exsistunt et coexsistunt”.

El discurso del opus dei sostiene una cosa y su contraria, allí dentro se proclama altaneramente que ciertos miembros no se dejan querer y que todos los asociados renuncian libremente a ser libres. El opus dei está inmerso en el mundo de las contradicciones lógicas y se mueve con soltura en los territorios de la nada. Una contracosa es un ente imposible. “Contrarres ens impossibile est”. El éxito organizacional del opus dei es imposible y por eso a día de hoy podemos ver como se muere. Un ente imposible es aquello que nunca puede llegar a ser. “Ens impossibile quod ad essendum numquam pervenire potest”. Al opus dei no le es dado tener un tamaño superior o igual al de la Iglesia Católica. Al opus dei no le es dado establecer las condiciones de salvación cristianas para toda la humanidad, es por ello que resulta ridícula aquella aspiración que internamente se pronunciaba. “Habrá un día que en la asamblea de Naciones Unidas todos los asamblearios al unísono rezarán el Ángelus.” Y esa vana alocución enuncia claramente que el opus dei nunca llegará a ser una completa institución salvífica. Un ente imposible no es pero existe. “Ens impossibile exsistit sed non est”.

Ochenta años de historia presentan al orbe existente del opus dei en el cual dos terceras partes de sus miembros no han podido perseverar porque no se puede vivir en una institución imposible. La “Nada absoluta” contiene al no ser y muestra el cúmulo inmenso de los aconteceres imposibles. “Nihilum absolutum non esse continet, et inmensum impossibilium cumulum casuum ostendit”. Si la vida contemplativa supone por un lado la máxima quietud corporal para atender y entender a los altos profundos mensajes de Dios y por otro lado supone el retirarse de los quehaceres cotidianos para no confundir al intelecto con entretenimientos gozosos o dolientes. Si la vida mundana impone un continuo movimiento corporal, una continua inmersión en el actuar que distrae de las divinas consideraciones y un interactuar continuo por entre los aconteceres sociales. Entonces solo se puede ser contemplativo en medio del mundo si se vive en la nada. Porque en el alma de todo ser humano nunca una ocupación corporal debe perturbar a la razón “Nunquam occupatio corporis in anina rationem perturbare debet”.

El fundador del opus dei argumentó la premisa de la “Santidad en el trabajo, realizando las tareas cotidianas y siendo contemplativo en medio del mundo.” y muchos religiosos de aquel momento que vivían de forma muy deficiente su vocación le alentaron a formular y promulgar esa falacia. El fundador disfrutó mucho al trasladar la beatitud celestial propia de las almas bienaventuradas que contemplan a Dios y cuya ocupación no perturba a la razón, a los lugares contingentes y mortales de la tierra. Con este terrible raciocinio contradictorio se concedió la ejecución de lo imposible, aquí en la nada absoluta del opus dei. El círculo de lo imposible contiene a todas las contracosas. “Circulus impossibilis omnes contrarres continet”.

El opus dei es una prelatura personal, es una circunscripción eclesiástica con pueblo propio, la cual no está dentro del escalafón de la soberanía eclesiástica católica. Sin embargo el opus dei se exhibe como “Una estructura jerárquica de la Iglesia con espiritualidad propia”, porque este concepto contradictorio está relleno de contracosas. En el círculo imposible aparecieron todos los entes imposibles “Circulus impossibilis prodeverunt omnia entia impossibilia”. En el círculo imposible del opus dei, florecen los imposibles directores que jamás se reconocen equivocados y deciden que un asociado carece de una imposible vocación, la cual supuestamente ha sido generada antes de la creación por Dios. El orbe imposible solo contiene a los entes imposibles, asimismo no puede contener en si mismo a los entes posibles. “Orbis impossibilis solum continet entia impossibilia, item non potest continere in eo ipso entia possibilia”.

En el orbe imposible del opus dei no cabe ninguna amistad posible entre sus asociados, pues a estos se les impide taxativamente que compartan confidencias o preocupaciones para evitar que surjan amistades particulares. Las cosas imposibles ellas solas no son viables. “Res impossibiles solae inviabilia sunt.” El proselitismo del opus dei es imposible por eso se practica de forma inviable, se engaña a los aspirantes con la promesa incumplible de gozar de una beatitud celestial aquí en la tierra, se les invita a sumarse a la imposible aventura de dar la vuelta al mundo como un calcetín. Las cosas imposibles ellas únicas son improbables. “Res impossibiles unicae improbabilia sunt.” Es muy improbable que el opus dei ahogue al mal del mundo con abundancia de bien o ponga a Cristo en la cumbre de todas las actividades humanas. Las cosas imposibles ellas aisladas no trastornan a los hechos inevitables. “Res impossibiles secernatae non facta inevitabilia turbant.”

El movimiento de la Iglesia nunca se ha visto alterado de ningún modo por el opus dei, ni antes, ni durante ni posteriormente a la celebración del Concilio Vaticano II a pesar de que ellos así lo proclamen, pues el fundador y sus raciocinios contradictorios nunca fueron acogidos ni dogmáticamente ni pastoralmente por los herederos de los apóstoles. Las cosas imposibles solo se pueden transformar en cosas posibles. “Solum impossibilia in possibilibus mutantur.” La hermana del que arengaba el alcance del estado de beatitud divina en el mundo, nunca acepto la posibilidad de la organización que había inventado su hermano, por eso cuando este se le presentó como fundador y presidente general del opus dei, ella le expresó que lo consideraba en menos que a un cuerno. El opus dei debido a su imposibilidad metafísica se transformó en una empresa extravagante de comercio espiritual con afán de lucro santificante, para triunfar en los territorios mundanos. Al principio en Zaragoza el fundador tuvo que mantenerse con los estipendios de las misas y con clases en una academia. Como en la ciudad pilareña no mejoraba su porvenir, se trasladó a Madrid, donde se hizo con la capellanía de las Damas Apostólicas y del Patronato de Santa Isabel, pues allí tenía vivienda para él y su familia. Tras la guerra civil española, su invento creció y eso le permitió desprenderse de los beneficios eclesiásticos porque las aportaciones de los miembros y cooperadores le resultaban suficientes.

El fundador con rotunda serenidad se atrevía a pronunciar con vehemencia que “A los padres (de los socios numerarios célibes) ya les sacamos todo el dinero que podemos”. Sin embargo el opus dei tendrá cierta posibilidad de ser algo apropiado a la Iglesia romana cuando solo sus inscritos célibes establezcan una orden religiosa contemplativa de vida retirada y los demás miembros lo abandonen pues un católico no necesita asociarse más allá del ámbito de su parroquia.


Desde aquí quiero expresar mi agradecimiento a Mineru pues las palabras de su último comunicado me han aclarado mucho y me ayudan a sobrellevar mi rejalgar con más paciencia.

Las cosas imposibles cuando se transforman, influyen a las cosas posibles, afectan a las cosas probables y perturban a las cosas inevitables por lo que llegan a participar de lo tangible, pero ellas solas nunca suceden como un acontecer tangible inevitable. “Dum res impossibiles mutantur res probabiles etiam inevitabiles, infulciunt, affectant et perturbant quoniam partes esse tangibilium adveniunt sed numquam tangibiles inevitabiles solae eae accidunt.

El fundador fusionó en una misma clasificación imposible a los clérigos con los laicos para influir en el mundo eclesiástico. Él mismo no se contuvo nunca de expresarlo con claridad y así lo refleja en una carta dirigida a sus coaligados “El Opus Dei, en la Iglesia de Dios, ha presentado y ha resuelto muchos problemas jurídicos y teológicos —lo digo con humildad, porque la humildad es la verdad—, que parecen sencillos cuando están solucionados: entre ellos, éste de que no haya más que una sola clase, aunque esté formada por clérigos y laicos.” Sin embargo el opus dei ,para influir en las esferas vaticanas, aplicó lamentablemente todas las propiedades clericales de modo descafeinado al mundo de los laicos, abundando en el error del clericalismo institucional en el cual se había incrustado gran parte de la Iglesia Católica de los años previos a la segunda guerra mundial...

El clericalismo institucional fue un desliz de ciertos eclesiásticos que con mucha ingenuidad identificaban a la vida clerical con el universal de todas las posibles conductas particulares santificantes; por lo cual, todas las gracias de la predestinación cristiana se derraman con más cantidad en los fieles que adoptan una vida ascética propia de clérigos. Con este pobre raciocinio propio de un catolicismo inclericalizado se puede concluir que los laicos, que no realizan ninguna tarea clerical carecen de casi todas las condiciones necesarias para alcanzar la vida eterna fuera de la gratuita misericordia de Dios.

El opus dei pretendió influir en este terrible clericalismo que padecía la Iglesia pero se quedó corto, pues solo señaló que los laicos podían ser santos si realizaban ciertos comportamientos ascéticos pseudoclericales, y de ahí surgieron sus imposibles normas y costumbres de piedad.

El opus dei, sociedad de comercio espiritual con afán de lucro santificante, pretende influir en las almas cándidas declarando que un laico católico gana definitivamente su predestinación al cielo, si se singulariza especialmente en sus actividades para contemplar racionalmente a lo divino y ejercita nuevas acciones ascéticas contemplativas, además de las que la tradición bimilenaria de la Iglesia proporciona a los seglares.

Las actividades de contemplación divina necesarias para que un laico católico alcance la salvación con sobrada suficiencia, han sido ya definidas por la Iglesia católica hace mucho tiempo; se imparten en las parroquias, se gobiernan por los obispos y son inspiradas por el Vaticano. Estas suficientes prestezas contemplativas son las únicas necesarias que coexisten equilibradamente con las actividades mundanas de los laicos y son propias de todos los fieles católicos. Estas operaciones contemplativas universales han sido inducidas, ensayadas y comprobadas con cariño afectuoso por la Iglesia romana, desde hace ya veinte siglos. Estas rutinas contemplativas son verdaderas condiciones para alcanzar el cielo, las cuales son acudir a misa los domingos y fiestas de guardar, confesarse y comulgar una vez al año, ayunar y mortificarse cuando la iglesia lo solicite y ayudar a la parroquia, al obispado y al papado en sus necesidades. Todas estas acciones están sacralizadas por sacramentos específicos que facilitan su ejecución y, fuera de estas actividades contemplativas, cualquiera otra es accesoria y es innecesaria por muy benéfica que pueda resultarle a algún católico.

La razón es la actividad propia de la mente inoperante por la cual cada humano reflexiona, y la ocupación es la acción operante propia del cuerpo, por la cual cada humano se mueve en el mundo. “Ratio propria actio mentis inoperantis propter quam homo quisque deliberat et occupatio propria actio corporis operantis propter quam quisque homo in universis movetur.” Todos los hombres deben ejercer ambas actividades pues la inmovilización de alguna de ellas desnaturaliza a la otra y perjudica a la persona. “Omnes homines ambas actiones facere debent quia aliquae inmotio naturam alterae perturbat et personam nocet.” Y es por ello que ya en las primeras reglas monacales se determinara con mucha temperancia en el “Orat et laborat” el tiempo adecuado a la ratio y la duración precisa de la occupatio.

La iglesia desde su amable y dilatada experiencia, ha sugerido con mucha delicadeza cual es el mejor balance de las acciones ocupacionales y racionales que deben ejercer los fieles según sus estados vitales. De tal manera que, por un lado, los laicos están llamados a exponer la mayor cantidad de sus actividades en una vida ocupacional, mientras que los clérigos contemplativos asientan la mayor cantidad de su vida en acciones racionales. Los clérigos parroquiales y los clérigos asistenciales establecen el peso de sus actividades racionales según el sobrante de tiempo que les deje su vida ocupacional. La particular dirección espiritual monástica que está dirigida a los clérigos y se realiza por los clérigos, es una específica ayuda accidental que reciben estos para poder ejercitar con más calidad sus redundantes especiales actividades contemplativas.

En el Opus Dei, la dirección espiritual corresponde, en primer lugar, a los Directores locales, laicos y después, a los sacerdotes de la Obra, a través de la confesión sacramental.” (Vademecum de Sacerdotes]). La parte del opus dei que lleva a cabo una imposible dirección espiritual impartida por laicos y dirigida a seglares muestra como la ascética propia de los monjes de vida retirada, ha sido transformada y adaptada a los laicos mediante ciertas normas ascéticas que aportan una improbable eficacia para la contemplación de Dios y mediante ciertas costumbres que pretenden conceder un acceso ineficaz a una plena beatitud celestial en el mundo. Además, estas superfluas normas y costumbres vienen enseñadas por un fundador que se ha transformado en un supuesto verdadero padre y un presunto fidedigno maestro, desfigurando así a la inevitable realidad de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, tal como declara Jesús “Et patrem nolite vocare vobis super terram, unus enim est Pater vester, caelestis. Nec vocemini Magistri, quia Magister vester unus est, Christus.” No llaméis a nadie padre vuestro en la tierra, porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos y no llaméis a otros maestros, porque el único Maestro es Cristo. Mat 23. 9-10.

Las cosas imposibles, por sí mismas, nunca están en los espacios tangibles, jamás chocan con las cosas probables ni con las cosas tangibles porque no las pueden desplazar. “Res per se impossibiles numquam in tangilibus spatiis exsistunt et cum rebus probabilibus neque inevitabilibus ne collidunt quia easdem non pellere possunt.” El fundador en su esforzado afán de mover, conmover y desplazar a sus coaligados robó con descaro los merecimientos posibles de los héroes del pasado porque su mismidad imposible no podía afectar a nada ni a nadie. Por eso distribuyó por diversos lugares del opus dei, al modo de los patricios romanos, bustos de bronce y retratos personales. Las apariciones del fundador en los interiores lugares se celebraban con una espuria solemnidad, se acompañaban del canto de “Acclamatio”, tal como se les hacía a los cónsules triunfadores en la capital latina cuando retornaban de una campaña bélica. Era muy importante que se saludara al fundador hincando la rodilla izquierda en tierra. Y bordeando los territorios de la blasfemia, el primer presidente llegó a hacerse igual que Cristo, “Hijo mío, estás en la Obra porque El te ha llamado; y el mismo que te llamó, te da ahora los medios sobrenaturales y completos para que llegues a ser Ipse Christus.

El opus dei imposible pretende hacer una transubstanciación identitaria del humilde fiel cristiano, de tal manera que la substancia quiéntica individual de cada asociado se aniquile para ser transformada en la substancia de Cristo al modo en que las especies del pan y del vino se transmutan en naturaleza completa de Cristo. Esta imposible falacia no es capaz de interpretar con cordura las palabras de San Pablo “no soy yo el que vivo, sino que Cristo vive en mí (Galat. II, 20).” Aquí la substancia quiéntica del individuo queda intacta y ciertas partes accidentales de Cristo se incrustan en el modo de vivir de la persona la cual se siente gratamente influida por la Divinidad. Cavilar lo contrario es un pensamiento delirante pues, entre otras muchas cosas, Cristo ab initio et antea saecula se viene incrustando en cada ser humano y esa es la razón radical por la que llegamos a ser semejantes a Dios no iguales y ese es el fundamento por el que Cristo se siente bien tratado por sus hermanos cuando sus múltiples modos humanos de incrustarse en cada individuo son confortados por un prójimo. “Tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogiste.” Mat 25.-35. Cualquier identificación substancial con Cristo es inapropiada e imposible. Las cosas imposibles necesitan transformarse para que puedan ser partes transmutadas las cuales intervengan en un encuentro con las cosas probables y con las cosas tangibles. “Res impossibiles mutari egent ut mutatae potentes pars quae in occurso cum rebus probabilibus tangibilibusque interveniant.”

La realidad del opus dei imposible influye en sus miembros desnaturalizándolos, sus almas se van inmovilizando mientras sus cuerpos se artifician hasta que son presas de graves enfermedades psicosomáticas. La influencia de lo imposible del opus dei en la genuina naturaleza humana de un asociado, hace que su individualidad se vaya desprendiendo de la legítima curiosidad intelectiva por las cosas naturales, hace que su voluntad reprima su natural libre albedrío y hace que la memoria contenga sus naturales recuerdos. Las personas admitidas en el opus dei se despersonalizan pues sus buenas naturalezas humanas probables, al contacto con lo imposible, se van deshumanizando hasta que acaban inevitablemente siendo unos seres desalmados absolutamente despersonalizados.

Hace ya unos días pude presenciar con mucha pena en una consulta médica a un provecto sacerdote ya mayor del opus dei. Estaba solo pleno de soledad sin ningún acompañamiento, era un amasijo de sentimientos desacompasados que fluían de un cuerpo autoagredido, solo emitía unas consignas intelectuales ininteligibles y relataba unos sucesos extravagantes increíbles. Todas estas cosas las escuché mientras veía la mucha tristeza que destilaba.

El opus dei, desde sus inicios, ya venía transformado como una máquina rejalgante que, cuando admite e integra a sus socios, los convierte en naturalezas imposibles. Los despersonaliza y posteriormente, si no perseveran, no sólo los castiga con cierta maledicencia sino que también les impone la tortura de una inevitable reconversión humana a quien no debió introducirse en esta organización imposible.

Un asociado cuando decide salir al mundo posible, comprueba que ha sido desnaturalizado, se le ha convertido en un individuo inconsistente pleno de una desnaturaleza subhumana imposible. La mixtura de las ocupaciones inenlazables que ha realizado durante años en el opus dei, ha destruido la buena probable naturaleza de su alma la cual se ha acostumbrado a vivir en ciertos espacios imposibles extravagantes extramundanos y, cuando este individuo salta a la realidad, siente que se ha caído sin salvavidas a un mar desconocido. Pero ese océano inmenso está lleno de las buenas naturalezas del mundo y el Buen Dios no permite que sus creaturas se extravíen en el nuevo universo de las naturalezas felices, pues con toda seguridad fue la Providencia Divina quien le extrajo del imposible mundo del opus dei.

Las cosas imposibles pueden ser pensadas con acierto o equivocadamente. “Res impossibiles rectas vel ancipites cogitari possunt.” Opus diaboli. Si las cosas imposibles no se observan y se inducen por un método apropiado, si no se razonan y se deducen con una lógica apropiada y no se comprueban; entonces el pensamiento sobre las cosas imposibles es erróneo y confunde a las cosas imposibles con las posibles o con las probables o con las inevitables. “Si impossibilia non ab apto methodo observantur et inducuntur si non ab apta logica argumentantur et deducuntur nisi comprobantur tunc rerum impossibilium cogitatio anceps et eaedem cum possibilibus, probabilibus et inevitabilibus confunduntur.

En la España de la primera mitad del siglo XX, palpitaba en algunas zonas eclesiásticas un gran clericalismo acompañado de una manifiesta hipocresía religiosa y, ciertos clérigos, mostraban una falta de rectitud de intención católica, tal sería el caso del canónigo arcediano Albás de Zaragoza que, desposeído de toda caridad, maltrató a las claras a su hermana y al propio futuro autor del opus dei. Este dato palmario muestra que por aquellos tiempos, cierta parte de la Iglesia española sufriera algo de confusión ideológica derivada de la disonancia que se vivía entre la doctrina cristiana y cierta práctica defectuosa. El fundador del opus dei en aquellos días no veía claro su proyecto vital, no sabía como encajarse en una iglesia que percibía como agresora de su personalidad, por eso incansablemente, con una seria disposición a la meditación espiritual, invocaba “Domine ut videam, Domina ut videam, Domine ut sit, Domina ut sit”, necesitaba ver su proyecto vital, necesitaba acometer un camino de vida que le redimiese y que le condujera a la salvación.

Uno de los modos escogidos para salir del ahogamiento anímico que padecía el sobrino del canónigo arcediano de Zaragoza, debido a la hipocresía de cierto entorno clerical en el que vivía, era identificar al buen pensamiento de un proyecto vital perfecto con la existencia real de esa senda vivencial hacia la santidad, por lo que el fundador del opus dei aspiraba a encontrar una nueva organización religiosa con la que él se pudiera alojar cómodamente en la Iglesia, pues ello le haría respirar en paz, pues ello le liberaría de sus terribles sufrimientos. Y como su búsqueda no tenía éxito se esforzó en argüir intelectualmente el modo en que los fieles corrientes pudieran acceder a la santidad sin pasar por las arduas obligaciones clericales o las hipocresías de una iglesia no muy coherente en sus prácticas.

Pero, al contrario que sucediera en los tiempos previos a la primera guerra mundial, cuando Sor Lucia y los pequeños pastores de Fátima acudieron con prontitud infantil a la Iglesia para difundir sus experiencias enriquecedoras con Santa María, él presunto receptor del mensaje del opus dei acudió a un laxo director espiritual, no se asistió al inicio de sólidas instituciones eclesiásticas donde pudiera proclamar su contacto con la divinidad, porque quizás desde su sólida honradez cristiana no tenía claro cual era la naturaleza real de su experiencia mística. Sin embargo, ante esa constante duda, no supo abstenerse de crear su invento, acaso porque fuera jaleado por incitadores eclesiásticos ingenuos. El opus dei no se vio aleteante en el mundo inevitable, fue una cosa presumida por el fundador bajo una imprecisa intuición divina el dos de octubre de 1928. El fundador del opus dei conforme se llevaba a cabo su invento, indujo que la inclusión en el mundo católico de su organización fallaba seriamente, por eso lo innovó con varias refundaciones.

Al principio, los primeros admitidos se le escapaban de las manos como anguilas resbaladizas y el fundador intuyó de nuevo que aquello sucedía porque no había ni mujeres, ni sacerdotes y es por ello que ciertas posteriores fundaciones dieron cabida a estos grupos. Sin embargo, a pesar de inventar el instituto secular como una nueva forma asociativa eclesiástica, no quedó satisfecho y siguió buscando nuevas adaptaciones canónicas, pues no era tonto y veía que eran muchos los cristianos de buena voluntad que no podían perseverar ahí dentro, pues a lo largo de la historia del opus dei se puede comprobar como un hecho palmario que siempre dos tercios de las personas que solicitan la admisión no consiguen perseverar.


Las cosas imposibles no se ven, sólo se inducen por el entendimiento. “Impossibilia tota non videntur sed solum ab intellectu inducuntur.” La imposible infinita suma felicidad o la imposible satisfacción eternamente duradera en la tierra solo se induce desde la corta infelicidad, así pues la corta estabilidad de cada forma canónica del opus dei muestra su imposibilidad de ser una institución católica estable y duradera. La quidditas eterna del opus dei es antiinducible e indeducible. Pedro Lombardía renombrado sacerdote de esta organización comentó en su día que “en el Vaticano sólo sabía que es el opus dei Monseñor Deskur. Nadie más, ni siquiera el Santo Padre Juan Paulo II”.

Cada asociado tiene una peculiar inducción de qué cosa es para él el espíritu de la obra; unos entienden la pobreza de un modo lucrativo, otros no creen en el proselitismo y frecuentemente, ciertos sacerdotes predican que “El opus dei no es lo que os creéis: el opus dei es lo que yo os voy a decir ahora”. La cosa imposible cuando se induce por el entendimiento necesita compararse con una cosa visible para ser entendida. “Impossibilis res dum inducitur conferre cum re visibili ut intelligere eget.” Cuando el fundador del opus dei hace un alegato a favor de cierta imposible esclavitud de los fieles cristianos respecto de las ordenes emitidas por las autoridades del opus dei, declara con una audaz metáfora que la actividad piadosa de los asociados debe ser como el trabajo enajenante de un borrico de noria, que cuando ya gastado muere, su piel solo merece convertirse en la membrana de un pandero que regocija a los niños. La cosa imposible cuando se induce por el entendimiento se convierte en una metáfora. “Impossibilis res dum a intellectu inducitur in metaphora convertitur.” ...

Una metáfora es una cosa visible que es captada por el intelecto. “Semper metaphora res visibilis ab intellectu capitur.” La terrible soledad invisible que padecen los asociados al opus dei se expresa de forma visible mediante la metáfora de la ciudad solitaria fortificada. El hermano que es ayudado por otro hermano es como una ciudad firme. “Frater qui adjubatur a fratres quasi civitas firma.” Si el intelecto no capta a las cosas invisibles y si las cosas invisibles cuando se inducen se convierten en comparaciones metafóricas y si una metáfora es una cosa visible que es captada por el intelecto entonces las cosas imposibles son captadas por el intelecto cuando se convierten en metaforas. “Si intellectus non visibilia capit et invisibilia dum in metaphoricis collationibus inducuntur et metaphora res visibilis ab intellectu capitur, tunc impossibilia ubi in metaphoris convertuntur ab intellectu capiuntur.” La imposible maldición lanzada por el fundador a los miembros que no perseveran en el opus dei se la expresa con el rejalgar, la cual es una plástica metáfora proclamada para atemorizar a los que apenas sobreviven internamente."No encontraréis la felicidad fuera de vuestro camino, hijos. Si alguien se descaminara, le quedaría un remordimiento tremendo: sería un desgraciado. Hasta esas cosas que dan a la gente una relativa felicidad, en una persona que abandona su vocación se hacen amargas como la hiel, agrias como el vinagre, repugnantes como el rejalgar". (Palabras del Fundador.) La memoria guarda y recuerda a las cosas imposibles como metáforas visibles. “Memoria impossibilia memorat et retinet ut visibiles metaphoras.”

El opus dei imposible, el recinto contrario que contiene a lo insantificable se visualiza y se almacena en la memoria bajo la metáfora de opus diaboli. A una cristiana corriente ciertas asociadas al opus dei le dijeron que no podía usar Tampax, porque le podía producir placer y eso era pecado. Ella, angustiada por esta historia, dejó de comulgar durante tres meses y al final lo consultó con un jesuita, el cual muy serio le dijo “Si esos son el opus dei, ¿nosotros somos el opus diaboli?” La imposibilidad de las cosas imposibles las hace detestables. “Impossibilitas impossibilium detestabilia conficit.” El opus diaboli contiene a todas las cosas detestables que hacen los miembros del opus dei según la imprecación bíblica expresada por Álvaro del Portillo al morir el Fundador, señalando como maldito al que realizase fraudulentamente las obras de Dios. “Pues aquel que tales acciones realizara ya no es opus Dei, sino opus diaboli.” La metáfora de una cosa imposible solo contiene comparaciones desagradables. “Metaphora impossibilis collationes ingratas continet.” Con estas delirantes comparaciones se explicaba el fundador “Ahora tendrás mucho trabajo, pero si no me cumples las Normas, en lugar de hacer opus dei harás opus diaboli.”

El entendimiento no puede captar lo que no es y sufre al no poder percibir a las cosas imposibles. “Non intellectus igentia potest capere item impossibilia non possendi percipere dolet.” El grave sentimiento desazonante que padecen todos los miembros del opus dei procede de una natural incapacidad para captar el ser imposible de esta institución tal como lo declara Pedro Lombardía. “En el opus dei son muy pocos los que lo entienden.” La imposibilidad de las cosas imposibles duele al entendimiento y así este se alivia señalándolas como cosas detestables. “Impossibilitas impossibilium intellectum dolet ita is sicut detestabilia illas signat ut se leniare.”

El bienaventurado Alvaro del Portillo, que Dios le perdone, nunca entendió la imposibilidad del opus dei pues consideraba como cosa imposible la no perseverancia de sus coaligados y puesto que no podía entender el frecuente fenómeno del abandono, calificó a los socios desanimados que se iban de la organización como detestables. “Porque nos queremos de veras, sobrenatural y humanamente, y estamos unidos, notamos como un desgarrón en el alma si alguien no persevera en la vocación. Nos hace sufrir, pero no tambalear. El mismo Jesucristo experimentó la amargura de la traición de Judas, y ese dolor, ofrecido a Dios Padre, fue también medio para redimirnos. Sigamos nosotros su ejemplo y curemos la herida de la infidelidad con el bálsamo de nuestra entrega.” Una reproducción intelectual enlaza en el intelecto a los recuerdos de comparaciones agradables y a los recuerdos de comparaciones desagradables que proceden de la memoria. “Expressio intelectualis completa provenitas ex memoria gratarum et ingratarum recordationes collationum coniungit.”

Cuando el fundador elabora la expresión de “Padre de familia numerosa y pobre” enlaza los buenos recuerdos de su padre con la ingrata pobreza que sufrió. El entendimiento sufre si recuerda cosas detestables por lo que suele detener a los recuerdos que contienen desagrados. “Intellectus dolet si detestabilia memorat itaque recordaciones ingratas detinet.” El fundador sentía claramente que el recordar la imposible vocación al opus dei producía el dolor de percibir lo detestable en el entendimiento, por eso aconsejaba a sus coaligados que no rememorasen su quehacer vocacional. “¡Fuera dudas, vacilaciones e indecisiones! He visto el camino, lo emprendí y lo sigo. Cuesta arriba, ¡hala, hala!, ahogándome por el esfuerzo: pero sin detenerme a recoger las flores que, a derecha e izquierda, me brindan un momento de descanso y el encanto de su aroma y de su color... y de su posesión: sé muy bien, por experiencias amargas, que es cosa de un instante tomarlas y agostarse: y no hay, en ellas para mí, ni colores, ni aromas, ni paz. ¡Arriba!.” Un recuerdo metafórico selectivo permite que las comparaciones ingratas de una metáfora no se reproduzcan en el entendimiento. “Metaphórica selectiva recordatio ut ingratas collationes metaphorae concedet non in intellectu exprimunt.” Todo enamoramiento hace que el enamorado excluya de si mismo cualquier pensamiento ingrato sobre el ser enamorante por eso el fundador sugería a sus coaligados que lacerando a su entendimiento de forma tortuosa, fabularan un imposible enamoramiento hacia el opus dei “Por eso os quiero enamorados, porque, si lo estáis, no me da miedo nada. ¡Seréis fieles!” Una reproducción intelectual metafórica selectiva enlaza en el intelecto a los recuerdos de comparaciones agradables y evita a los recuerdos de comparaciones desagradables que proceden de una metáfora completa. “Metaphórica selectiva recordatio in intellectu recordationes gratarum collationum coniungit et recordationes ingratarum collationum vitat quae ex completa metaphora procedunt.” El fundador recomienda a sus coaligados que seleccionen sus divinos buenos recuerdos de los procesos que sufrieron para incluirse en el opus dei. “Si cada uno de vosotros se pusiera ahora a decir en voz alta todo el proceso íntimo de su vocación, los demás juzgaríamos sin duda que todo aquello era divino: vuestra vocación y la mía.” El entendimiento cuando recuerda una cosa imposible suele establecer una metáfora selectiva despojada de comparaciones desagradables. “Intellectus solet condere dum impossibilis res memorat spoliatam selectivam metaphoram ex ingratis collationibus.” El fundador fabuló la metáfora de la “Madre Guapa” sobre el opus dei imposible, para que sus coaligados se narcotizaran con esa imposible comparación, se pudieran enamorar de la organización y se enloquecieran gustosamente. Si las metáforas de las cosas imposibles solo contienen comparaciones desagradables y el entendimiento no desea recordarlas entonces el entendimiento transforma el recuerdo de una cosa imposible en una cosa posible, probable o inevitable para que se establezca una metáfora selectiva agradable.

Si solum metaphorae impossibilium ingratas collationes continent et intellectus non illas memorare vult tunc iste recordationem impossibilis rei in possibili aut probabili vel inevitabili ut selectivam gratam metaphoram condatur mutat.” El fundador del opus dei imposible pretendió metafóricamente que fuera un servicio posible a Cristo. “¡Oh!, quiero servirle de trono para un triunfo mayor que el de Jerusalem.” La transformación de la metáfora completa ingrata de una cosa imposible en una metáfora selectiva grata es una confusión. “Mutatio ex completa ingrata metaphora impossibilis rei in selectiva grata metaphora confussio est.” El sufrimiento del entendimiento cuando recuerda a las cosas imposibles las suele confundir con cosas posibles, probables e inevitables. “Cruciatus intellectus dum impossibilia memorare cum possibilibus aut probabilibus vel inevitabilibus rebus confundire solet.” Cuando el fundador se declara como “un pecador que ama locamente a Jesús Cristo” expresa en forma verborreante una mezcla confusa entre el pecado y el amor mientras ambas cosas se ven entreveradas por la locura y el caso es que merced a que se haya repetido esta hueca metáfora tantas veces, sucede que bajo una estética poética puede ser algo sugerente, pero si se considera bajo una rigurosa teología católica esa frase es una patraña intelectual. Se abrirán vuestros ojos y seréis como Dios.

Ve nifqejú einekhem vayitim khelohim” Génesis 3-5. En el jardín del edén Adán y Eva no se confundían al pensar en las cosas imposibles pues no deseaban crearlas, pero al comer de la manzana quisieron ser como Dios que con su pensamiento creaba a las cosas imposibles, desde entonces apetecieron el pretender erigirlas desde la nada y perturbaron para siempre su entendimiento. Ellos sufrieron la evidencia de no poder crear con el pensamiento a las cosas imposibles y de ahí procede el dolor que padecemos los seres humanos cuando reproducimos recuerdos desagradables. La naturaleza humana caída apetece crear naturalezas imposibles para que el individuo se sienta divino, por lo que, este, desea crear desde la nada a las cosas imposibles detestables que ha sufrido para ser el dueño de ellas y conseguir que nunca más le incomoden. El hombre es el único animal que se impulsa a crear cosas imposibles desde la nada. Y el fundador expresó con mucha claridad el impulso altanero y perturbado que subyace a toda actividad del opus dei. “Soñad y os quedareis cortos.” Y a partir de este impulso se estableció una organización que destruía a familias, que empobrecía a algunos, que desapreciaba a sus asociados y que realizaba cualquier actividad detestable sufrida en el pasado por el fundador o por los que detentan poder. El opus dei se convirtió en un lugar donde la crueldad de algunos siempre se pudo exhalar sin recibir ningún castigo. La voluntad y el intelecto sufren cuando una no puede dominar a las cosas detestables y la otra las recuerda. “Voluntas et intellectus ubi una non detestabilia dominare posset et altera ipsa memorare, tunc se dolent.”

El fundador hablaba explícitamente de cómo un coaligado suyo debía hacerse holocausto “Shoáh”. Esta innoble comparación muestra hasta la saciedad el tormento que sufre la accidentalidad natural humana de los que no pueden dominar con sus operaciones la imposibilidad del opus dei mientras recuerdan de continuo su frustración y este hecho rotundo es atormentante pero de ninguna manera se puede considerar como holocausto. El fundador conoció con entera perfección cómo un grupo humano germánico descalificó a otra comunidad social en razón de su específica creencia en el verdadero Dios y les extirpó su propia substancialidad óntica humana, no sus perfectibles presentaciones accidentales. El nazismo convirtió a sabiendas a los judíos en seres deshumanos y los exterminó física y espiritualmente, tanto que estableció una industria cuyo rendimiento económico se derivaba de matar a la integridad del pueblo hebreo y la muerte de seis millones de almas santas, el martirio de seis millones de hijos de Abraham fue un verdadero holocausto ontológico. Por todo esto cualquiera que se atreva a comparar a la “Shoáh” con cualquier sufrimiento que no destruya a la substancia personal de un individuo en razón de su natural fe en el verdadero Dios larga sus discursos teologales con extremada ligereza rayando en la blasfemia. La naturaleza dañada y redicha del ser humano para sentirse divina crea desde la nada a las cosas imposibles detestables señaladas que ha sufrido para adueñarse de ellas y conseguir que nunca más le incomoden. “Damnata et redicta natura homini impossibilia detestabilia signata dolita ex nihilo ad illa dominanda ut se divinam videre creat et haec numquam incommodare consequitur.

El ser humano cuando no conoce las causas de su sufrimiento es porque se dice y se redice a sí mismo metáforas selectivas de sus acontecimientos detestables y sin darse cuenta de forma inconsciente, aspira a ser divino mientras ejecuta lo que abomina. La terrible timidez del fundador, su miedo a las relaciones personales le sobrevino cuando ciertos seminaristas se mofaron de él porque no se dejó atrapar en sus imposiciones groseras. Todo ello le llevó a buscar el apoderarse al máximo de las personas con las que trataba para sentirse seguro, por eso se le escapó este deseo oculto “bendije a aquellos tres, y yo veía a trescientos, a trescientos mil, treinta millones, tres mil millones...” La voluntad dañada y redicha elabora operaciones para crear cosas imposibles con el pensamiento mientras extrae de la memoria a las cosas imposibles detestables que ha sufrido y las transforma en metáforas agradables selectivas cuando llegan al entendimiento. “Damnata et redicta voluntas ut impossibilia cum cogitatione opera creare polit dum imposibilia detestabilia dolita memoriae trahit et eadem ubi advenienta in intellectu in selectivis gratis metaphoris mutat.”

El actual prelado Javier Echevarría mediante una metáfora agradable selectiva se redice a sí mismo como funciona la imposible vida familiar del opus dei. “Somos la familia mejor del mundo, pero esto nos tiene que llevar a vivir con la mentalidad de padres y de madres que cuidan de la familia. Que cuidan de la familia con toda su vida.” El ser humano cuando es redicho elabora operaciones para crear cosas imposibles mientras su entendimiento se engaña metafóricamente creyendo que hace cosas posibles, probables e inevitables y eso es una torpe intelectualización. “Omnis homo ubi redictus ut impossibilia cum cogitatione opera creare polit dum suus intellectus credens possibilia, probabilia et inevitabilia facere sic a metaphora fallitur et hoc tarda intellectualitio est.” La imposible realidad del opus dei se lleva a cabo por directores cuyas decisiones carecen de seguridad, pero el fundador les ha fundamentado en una permanente confusión que les permite autoengañarse pues les ha dicho y redicho con rotundidad que “Los directores son la voluntad de Dios para ti, cuando actúan en consejo, no se equivocan y tienen gracia de estado para desempeñar su cargo.” Todos los hombres en nuestra redicha aspiramos a ser héroes como los dioses, los cuales son capaces de crear a las cosas imposibles únicamente con su pensamiento. Los humanos redichos apetecemos erigir con nuestro pensamiento a las cosas imposibles desde la nada. Sin embargo por causa de nuestra indominable apetencia a crear lo imposible con nuestro pensamiento podemos perturbar nuestro entendimiento así mientras nos creemos actores de lo que deseamos hacer, entonces en realidad estamos haciendo lo que no queremos. “Omnes homines in nostra redictia sicut dives heroes esse aspiramus qui cum sola cogitatione impossibilia creare possunt. Homines redicti cum nostra cogitatione impossibilia ex nihilo erigire cupimus. Sed propter nostram indominans cupiditatem ad impossibilia cum cogitatione creanda nostrum intellectum perturbare possumus et item qua facere exoptamus ex nostra inevitabilitate actione vere credemus tunc non volenta facere facimus.”

El opus dei no impide que sus miembros lleguen a ser héroes redichos y que puedan hacer lo que en el fondo de sus conciencias no desean. Todos los hombres que aceptamos nuestra desdicha renunciamos a ser héroes no queremos ser dioses, pues nos sabemos incapaces de crear a las cosas imposibles únicamente con nuestro pensamiento. Los humanos desdichados detestamos erigir con nuestro pensamiento a las cosas imposibles desde la nada. Conocemos que nuestra indominable apetencia a crear lo imposible con nuestro pensamiento perturba a nuestro entendimiento y al mismo tiempo no nos sentimos actores inevitables de lo que deseamos hacer, porque podemos estar haciendo lo que no queremos. “Omnes homines in nostra desdictia sicut dives heroes esse renuntiamus quia cum sola nostra cogitatione scimus impossibilia creare non possumus. Homines desdicti cum nostra cogitatione impossibilia ex nihilo erigire detestamini. Nostram indominans cupiditatem ad impossibilia cum cogitatione creanda nostrum intellectum perturbare cognoscimus et item qua facere exoptamus non ex nostra inevitabilitate actione vere credemus quia non volenta facere possumus.

El opus dei una vez corregido debe lograr que sus miembros detesten el llegar a ser héroes redichos y examinen con rotunda profundidad sus conciencias para evitar hacer lo que sus profundas cogniciones no desean.



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