Informe sobre el Opus Dei/Formalismo en la dirección espiritual

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Formalismo en la dirección espiritual

1.- Me parece que, muchas veces, la dirección espiritual en la Obra es meramente externa, pues no hay un auténtico conocimiento de las personas, ni puede haberlo puesto que no hay amistad entre ellas, auténtica confianza, etc.

El numerario no conoce a los supernumerarios: ni su ambiente, ni su familia, ni las personas que le rodean; es prácticamente imposible saber lo que un supernumerario gana o el patrimonio que tiene, etc. Pero algo análogo ocurre con los numerarios: se hace la charla hablando casi siempre de cuestiones externas (del cumplimiento de normas, criterios, etc.), pero sin que haya una auténtica comunicación de lo que uno piensa, lleva en el corazón, le ilusiona, etc. De este modo, a veces, la gente de Casa está sola, se siente desconocida o actúa de un modo totalmente imprevisto para la persona que lleva su charla (pues en realidad no había un conocimiento en profundidad).

Además, sucede que el interesado no es capaz de hablar con claridad, porque el utillaje conceptual que tiene para examinarse es puramente criteriológico. Por eso, el mismo interesado sólo habla de cuestiones formales y externas, y ni se atreve a enfrentarse, decididamente con los temas de fondo, o con la auténtica adquisición de virtudes, o con la formación del carácter, etc.

Quizá más decisivo aún es que el director actúa según los criterios dados, lo previsto, etc., sin atender directamente a la realidad de lo que está sucediendo, con quién está hablando, etc. Por eso, tantas veces se dan consejos "mecánicos": lo que hay que decir en tal caso, el libro que se ha recomendado en general que todos lean, etc. Por desgracia, en la dirección espiritual no se tiene en cuenta la persona singular -lo personal no encaja en los criterios-, sino el colectivo: como es un numerario ha de hacer tal y cual cosa.


2.- Al no haber una auténtica dirección espiritual, se entiende que todos han de tener el mismo plan de vida: sea una indita analfabeta, sea un filósofo alemán. Si no es en circunstancias extremas (enfermedad), todo director sostiene que todo miembro de la Obra ha de cumplir las mismas normas diarias, confesarse semanalmente, etc. Me parece casi imposible que las necesidades y el crecimiento espirituales de toda persona de Casa siga los mismos cauces predeterminados, tales como rezar el rosario, hacer 60 minutos de oración o 15 de lectura, usar dos horas el cilicio (si es numerario o agregado; nada si es supernumerario, sea soltero o casado), etc. ¿Por qué no pensar, por ejemplo, que, para uno -numerario o supernumerario-, sea conveniente usar el cilicio más de dos horas; para otros menos o nada?: cada persona es distinta, única e irrepetible, y no simplemente "un numerario" o "un supernumerario". ¿Por qué no va a formar parte del plan de vida de una persona estudiar una hora diaria de teología? Me parece que el plan de vida, o sea, cómo y en qué va a distribuir su jornada cada persona, ha de ser algo mucho, muchísimo, más variado que lo que está formalizado bajo el conocido rótulo de "plan de vida".

En esta misma línea, se prejuzga que todo numerario ha de tener el mismo horario respecto a las normas que se hacen en familia y demás reuniones (especialmente las tertulias), cuando en realidad, la diversidad de carácter, necesidades físicas (por ejemplo, tener un horario distinto de sueño), hace que tal horario debiera ser mucho más flexible, al igual que, en general, la presencia en tales reuniones. A veces se dice que lo es, pero de hecho, a quien no se atiene a ese horario -aunque sea de acuerdo con el médico-, se le pide a veces que deje de vivir en el Centro (como me ocurrió a mi: incluso alegando hipócritamente que era por mi descanso, cuando en realidad, para eso, bastaba con que me hubiera levantado algo más tarde).


3.- En cuanto a los medios de formación, los contenidos no se han actualizado durante años y años. Un círculo de hace veinte años bien podría ser intercambiable por uno de ahora. Incluso los ejemplos y anécdotas que se cuentan son los mismos. Esto hace que los medios de formación sean extraños a mucha gente, o mejor sólo conecten con ellos un sector muy definido de la sociedad actual.

Por otro lado, en los medios de formación internos, se utiliza frecuentemente una retórica manida -y vacía- en torno a las maravillas de las cosas de Casa, lo ideal que son nuestras cosas, la felicidad de estar junto a un santo (el nuevo Padre), como si por haber sido elegido ya fuera santo quien antes era uno más entre nosotros, etc., etc.


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