He estado en contacto con la Obra desde que nací

Por Sancho1964, 4.04.2007


Es extraño el sentimiento que nos lleva a escribir nuestras experiencias. Creo que nace de una necesidad de abrir un poco el corazón a otras personas con la esperanza que sirva de alguna forma misteriosa para alguien desconocido.

Fui numerario por 12 años. He estado en contacto con la Obra desde que nací. Mis padres son supernumerarios (mi padre murió cuando yo tenia 8 años) y mis hermanos y yo pasamos por todos los medios de formación con toda naturalidad, colegios de la Obra, etc.

Cuando cumplí 14 años me pareció lo más natural ser numerario y pedí la admisión; era piadoso, “generoso” y tenía todo lo que pensaba necesitar para la “misión”. Cuando tenía 15 años ya estaba en “crisis de vocación”; no sabía qué me pasaba, pero entendía que aquello no era para mi. Durante ese primer curso de retiro se lo comenté a el sacerdote y “entendí” que lo mejor era seguir: “el ciento por uno…, poner en peligro la salvación terrena y eterna, los que se van nunca son felices…”. Además, ¿que argumentos y madurez puede tener un niño de 15 años?

Paso el tiempo. Creo que cada año ó cada dos entraba en crisis. Las conversaciones con los directores de todos los niveles y los argumentos se repetían. Y yo, que consideraba que era idóneo para ser numerario, seguía adelante; incluso me consideraba “numerario ejemplar” Así pasaron 12 años. Debo decir que a pesar de mis “crisis” la pasaba humanamente bastante bien. Es un ambiente agradable, haces buenas amistades, adquieres una buena formación, realizas y colaboras con causas nobles…

Por fin, al ver que otros se fueron y al querer evitar una vida en “crisis”, adquirí un poco de valor y tomé la decisión de marcharme. Para mi fue muy difícil; principalmente porque consideraba que no era fiel a mi vocación, pero había una voz interior que me decía que irme era lo correcto. Después de la carta, por fin me dijeron que me podía marchar. Le comenté al director que me gustaría salir por la puerta del frente, despedirme de todos los del centro para animarlos a seguir, y evitar un escándalo por mi marcha: me lo prohibió. Me pidió hiciera las maletas y me marchara durante la oración de la mañana; así lo hice... Yo no tenía claridad de ideas y los directores tenían la razón… Me sentí un prófugo y lo que mas me dolía era lo que pensarían los del centro y los de todos los centros de la región, ya que me consideraba muy amigo y estimaba a todos los de casa (ahora sé que fue escándalo para algunos y que mucho de ello se pudo haber evitado). Eso fue hace 16 años.

Fui a casa de mi madre. Para ella fue un dolor grande pero comprendió. Al poco tiempo tenia novia y me casé dos años después. Ahora me considero la persona más feliz del planeta (y no he vuelto a tener "crisis de vocacion").

Continué en contacto con los sacerdotes de la Obra y siempre he sido bienvenido en los centros. Así pasaron los años. Nunca me plantee criticar a la Obra ni profundizar en las causas de mi partida. Para mi la Obra era lo mejor y si Dios quiso que pasara 12 años de mi vida ahí, para mi era un misterio, ya que estaba seguro que ahora me quería en donde estoy.

Mantengo contacto con algunos numerarios que fueron mis “amistades particulares” ya que considero que la amistad es lo mas sagrado que tenemos y seria un crimen dejarla morir.

Últimamente me he encontrado con un numerario, buen amigo, que es un “ser pensante”, muy critico hacia el interior. Me parecía inaudito escuchar criticas sobre los directores y del mismo fundador. Me comentó de los problemas con los que se enfrenta a diario y de la gran infelicidad de muchos numerarios (sobre todo mayores) con los que convive; de la necesidad de pastillas para dormir en la mayoría de los de su centro… No cabía en mi cabeza, pero me abrió los ojos. Por algún comentario suyo conocí opuslibros y comencé a comprender lo que me había pasado a mi: el por qué entré a la obra, por qué me sentía mal siendo numerario, por qué salí, por qué me costo tanto trabajo integrarme a la sociedad, ¡a mi sociedad!

Es difícil explicar todos los sentimientos en unas cuantas líneas. Ahora creo entender que lo que me costaba más fue la instrumentalización de la amistad. Creo que en el tiempo que estuve en la Obra no pude tener amigos desinteresados, “normales”; si no eran pitables habría que buscar otros. Siempre el buscar una nueva amistad estaba viciado de origen, le quitaba naturalidad y se alejaban. Yo era una persona extraña para mis compañeros de estudio y trabajo y me frustraba. Me refugiaba en lo Obra y no alcanzaba a entender en donde estaba el error.

Ahora, al leer en opuslibros tantos testimonios me siento asombrado de lo ignorante que fui. Hacia la Obra le tengo un gran cariño, pero me doy cuenta que dentro existe una gran ignorancia sobre si misma, y es irónico que se conozca más desde fuera. Me cuesta creer en una maldad perversa. Me da tristeza ver como mis amigos numerarios llevan esa carga.

Creo en lo sobrenatural de la fundación de la Obra. Sin embargo el fundador, como cualquiera de nosotros, tuvo errores, debilidades, pasiones etc. (eso no le quita mérito ni santidad). La forma en que organizó la vida al interior fue lo que le pareció correcto. Ahora podemos observar que no alcanzó a ver ni a prever las consecuencias de eso “defectos de origen” (no del carisma de su fundación, pero si de la organización).

Lo entiendo como un barco que comienza a navegar; con la emoción de los preparativos y de la partida, la novatez y la inocencia, todo era correcto e ilusión (¡estaban navegando!). Era muy difícil percatarse de un pequeño error en el curso. Ya en mar abierto, y hasta entonces, se vuelve evidente para aquellos que iniciaron que el rumbo tomado y la vida a bordo son “inhumanos”. Es difícil lanzar piedras a los culpables; creo que ellos, ante una misión real, hicieron lo mejor que pudieron. Como cualquier empresa humana y sobrenatural es necesario corregir el rumbo constantemente. Eso si, que responsabilidad del capitán en turno… Ante lo evidente si hay responsabilidad.

A veces me pregunto qué sería de todos nosotros si se hubiera corregido a tiempo; seguramente muchos que estamos fuera estaríamos dentro. Estaríamos orgullosos de nuestra vocación, seriamos felices y haríamos mucho bien… La Obra no seria criticada, sino bendecida. Y por supuesto no existiría opuslibros. Pero lo que fue, es.

Me da gusto encontrarme con tantos que han tenido experiencias de alguna forma similares. El conocerlas nos ayuda a conocer la realidad, la verdad, y eso nos hace más libres. Y por consiguiente más responsables. Pienso que si podemos ver las cosas mas objetivamente que otros, tenemos la obligación de ayudarlos a ver el error. Creo que es una gran responsabilidad y requiere gran sabiduría ser constructivos en una critica objetiva.

Por lo que veo, éste es un tema que apasiona. Hay quienes salen de la Obra con toda naturalidad, quienes lo hacen despotricando, quienes con gran pena… Pero a todos nos pega muy profundo lo que “pudo ser” y no fue, porque ese “ser” pudo ser el nuestro, y sé que todos los que lo vivimos lo hicimos con recta intención y en el fondo eso es lo que nos pesa.



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