Guía para padres sobre el Opus Dei

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Un análisis del OPUS DEI realizado conforme a los criterios proporcionados por el documento titulado “La amenaza de los nuevos movimientos religiosos (sectas o cultos)”, publicado por el Vaticano el 7 de mayo de 1986, según el reporte preventivo emitido por el Secretariado del Vaticano para la Unidad de los Cristianos, el Secretariado para los No Creyentes y el Consejo Pontificio para la Cultura.

“La primera ley de la Historia es no arriesgarse a la falsedad; la segunda, no temer a decir la verdad”.
S. S. León XIII.

  1. Algunos comentarios
  2. Prólogo del traductor
  3. Introducción


Como hemos visto, el Reporte del Vaticano ha descrito el proselitismo planificado y los métodos de formación (la manipulación social y psicológica) que usan algunos de los nuevos movimientos religiosos. También advierte que las sectas que utilizan estos métodos pueden ser destructivas para la personalidad y desintegradoras de las familias y de la sociedad (4.2). Entonces, debido a que en las once características las acciones de formación y proselitismo del Opus Dei encajan perfectamente con las descripciones, nos vemos obligados, como padres católicos, a hacer lo que podamos para “informar a los fieles, especialmente a los jóvenes, y ponerlos en guardia” (4.3).

Estamos de acuerdo completamente en que “algunas mentalidades y actitudes sectarias, es decir, actitudes de intolerancia y proselitismo agresivo, no necesariamente ‘constituyen una secta’, ni son suficientes para caracterizar a una secta” (1.1.2). Sin embargo, a pesar de que los socios del Opus Dei sí muestran ambas actitudes, NO caracterizamos a esta institución como una secta o un culto. Dejamos esta evaluación a las autoridades competentes de la Iglesia.

Pero, obviamente, el Opus Dei es un nuevo movimiento religioso y, como tal, sí encaja en la definición de secta dada por el Vaticano: “Un grupo religioso, con una visión del mundo particular, derivada de su propia forma, pero no idéntica con las enseñanzas de la religión universal”.

Estructura autoritaria. Pertenencia.

Yendo aún más lejos, el Opus Dei tiene las otras características distintivas de una secta: es “autoritario en su estructura”, como hemos demostrado, y “ejercita formas de control mental (de opiniones y actitudes)”, “cultiva la presión de grupo e incita los sentimientos de culpabilidad y temor” (1.14).

A partir de la cabeza del Opus Dei se irradia en círculos concéntricos una estructura totalmente autoritaria. En la Obra no hay elecciones, excepto en la que se escoge por designación al sucesor del Presidente General, entre un círculo interno de socios, formado por los llamados “inscripti” (inscritos) [Quienes son escogidos desde Roma entre los numerarios que han hecho la Fidelidad. Nota del Traductor]. El siguiente círculo más grande hacia afuera lo forman los “numerarii” (numerarios): sacerdotes o laicos célibes, de entrega plena al Opus Dei, quienes dirigen los negocios de la Obra, las casas, etc. [Estos socios de dedicación plena tienen una profesión universitaria, ocupan los cargos de formación y de gobierno de los demás socios y constituyen la “columna vertebral del Opus Dei” en palabras de su Fundador. Nota del Traductor]. Están también los socios “aggregati” (agregados), quienes viven, trabajan y hacen proselitismo fuera de las casas de la Obra, pero quienes, de acuerdo a Thierry (por lo menos en Francia), “no tienen grados universitarios, ni posición social ni una profesión” [Al igual que los socios numerarios, los agregados permanecen célibes, pero su dedicación a la Obra no es tan plena, debido a compromisos de familia ineludibles o a una salud débil; generalmente no viven en centros de la Obra y pueden o no tener una profesión intelectual. Nota del Traductor]. Una organización paralela, la “Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz”, está formada por sacerdotes seculares que, a pesar de estar bajo la autoridad de su Obispo, reclutan para el Opus Dei a través de sus actividades en la parroquia y en cada oportunidad que pueden [Pertenecen a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz tres tipos de socios: los sacerdotes numerarios, que provienen de las filas de los socios laicos numerarios y que se ordenan fundamentalmente para atenderlos; los sacerdotes agregados y los supernumerarios que se forman en los seminarios diocesanos y que se distinguen sólo por su dedicación al Opus Dei y en que pueden pedir la admisión aun antes de ordenarse, pero que nunca ocuparán cargos internos de gobierno. Nota del Traductor].

Sirvientas de por vida en las casas de la Obra, las “numerarias auxiliares”, célibes, son mujeres reclutadas desde que son adolescentes, formadas en escuelas de hostelería, que provienen especialmente de áreas agrícolas de Latinoamérica, España e Irlanda, donde existe todavía una fuerte clase campesina u obrera. Una vez que se las convence de que tienen vocación, se detiene su desarrollo social y educativo, y ellas sirven a las asociadas numerarias, que sí tienen grados universitarios, pero no fraternizan con ellas [Las numerarias auxiliares atienden las “administraciones” de las casas del Opus Dei bajo la dirección de las numerarias que sí tienen una formación intelectual; esto es, se encargan de la limpieza de la casa, así como de la alimentación y lavado de ropa de los que allí viven, sean de la sección masculina o de la femenina. Nota del Traductor].

El siguiente círculo hacia afuera es el de los “supernumerarii”, o supernumerarios, que son personas, casadas o no, que dedican sus esfuerzos a tiempo parcial a la Obra, y cuya principal dedicación es la de luchar por alcanzar la santidad bajo la dirección del Opus Dei y llevar a cabo una búsqueda vigorosa de reclutas en sus ámbitos familiares y profesionales. Ellos traen la mayor cantidad posible de personas (adultas) a los atractivos centros de la Obra. [Los Supernumerarios constituyen además, de hecho, la principal fuente de recursos económicos para la Obra, a través de sus aportaciones mensuales y extraordinarias y, cada vez más, de sus herencias. Nota del Traductor].

[El Opus Dei consta de dos secciones, una de varones y otra de mujeres, con una estructura similar, pero totalmente independientes, tanto en su régimen de gobierno como en sus apostolados; los socios de una sección nunca tratan a los de la otra, principalmente los numerarios y los agregados. Nota del Traductor.]

A pesar de que el Código del Derecho Canónico prohíbe admitir a alguien menor de dieciocho años, el Opus Dei tiene una manera de sortear esa disposición: ha creado la categoría de “aspirante”. “Nada prohíbe a un candidato (no importando su juventud) ser considerado como un aspirante durante un tiempo, hasta cumplir los diecisiete años”, como se lee en el Artículo 2, Párrafo 4, de los Estatutos de 1982. Desde el punto de vista del Opus Dei, el mero hecho de expresar el deseo de incorporarse puede hacer que jóvenes de doce años sean miembros secretos de la Obra, sin que sea necesaria alguna notificación a las autoridades competentes ni a sus padres [En realidad, actualmente existe dentro del Opus Dei la condición de “aspirante”, a la cual pueden acceder muchachos de catorce años y medio sin conocimiento de sus padres. Nota del Traductor]. También los seminaristas pueden ser admitidos a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, aun antes de ordenarse como diáconos.

Finalmente, en el círculo más externo están los “cooperadores”: amigos, simpatizantes, compañeros de trabajo y aun aquellos que no están al tanto de que, al asistir a días de retiro, serán considerados como tales. Estos seguidores menos enterados son atraídos principalmente por la espiritualidad ortodoxa católica, y conocen poco de las prácticas del Opus Dei como tal [La tarea fundamental de los cooperadores del Opus Dei es aportar dinero; también se les piden oraciones, pero por puro formulismo. En su afán de recaudar la mayor cantidad de fondos, el Opus Dei solicitó —y le fue concedida— autorización a la Santa Sede para nombrar cooperadores aun a no católicos o no cristianos. Nota del Traductor].

Ordinariamente estos niveles de militancia no son intercambiables, y la formación se otorga a cada nivel según lo que “se necesita saber” únicamente. Por ejemplo, a los supernumerarios normalmente les choca oír hablar de las prácticas comunes de los numerarios, como la flagelación [Uso frecuente —por lo menos semanalmente, los sábados, en honor a la Santísima Virgen— de las “disciplinas”, pequeño látigo fabricado con cuerdas con el que se azotan en las posaderas mientras rezan una oración vocal. Nota del Traductor], la entrega total de su salario [O de cualquier cantidad de dinero que reciban, inclusive de sus padres o familiares. Nota del Traductor] y la práctica generalizada de aconsejar a los jóvenes (incluso a los menores) que no digan a sus padres que se han incorporado a la Obra.

Respuestas estereotipadas de los voceros.

Como se hizo notar en la Introducción, los voceros de la Obra han desarrollado una serie de argumentos que coartan el pensamiento, para responder verbalmente a los padres y a otros que buscan información. Contra críticas escritas, que podrían requerir de respuestas más largas y más detalladas, han surgido las respuestas estereotipadas. Algunos de los argumentos que a continuación se enumeran forman parte de las respuestas del Opus Dei a las críticas publicadas:

  • La negación de todos los cargos, con la implicación de que éstos son injustos, y que provienen de una “fuente mal informada”;
  • El reclamo de que estos cargos no fueron sometidos a la evaluación del Opus Dei antes de su publicación;
  • El ataque a las credenciales y a la integridad personal de la persona que critica;
  • La afirmación de que el crítico está equivocado, y de que ha rebajado los estándares de la información al publicar tan terribles y anticatólicos cargos;
  • Cuando se presiona acerca de cosas específicas del Opus Dei, su respuesta es repetir políticas y/o doctrinas de la Iglesia, como si la Iglesia estuviera realmente bajo ataque y no el Opus Dei (ejemplo: el Fundador dice en el punto 399 de Camino que a los miembros se les permite usar la coacción santa para reclutar. Y ante la posible pregunta ¿es ésa una política del Opus Dei?, una respuesta típica sería la siguiente: “El Derecho Canónico de la Iglesia Católica prohíbe cualquier coacción, proveniente de la familia o de otras personas, en relación a las vocaciones religiosas”).

La última respuesta enunciada arriba, la de cubrirse con la capa de la Iglesia para encubrir la política del Opus Dei, ha sido efectiva hasta ahora con entrevistadores católicos y seculares. Además, los voceros de la organización hacen mucho hincapié en nombrar “la aprobación de la Iglesia” para esquivar toda duda legítima.

Los padres en el AHA ya han experimentado que “generalmente hay muy poca o ninguna posibilidad de diálogo” con el Opus Dei, concerniente a sus métodos de proselitismo o a sus Constituciones o Estatutos de Gobierno. Creemos profundamente que la juventud católica debe tener sus legítimas vocaciones de servir a Dios, protegidas del abuso. La política de la Iglesia (es decir, de tener una conciencia con pleno conocimiento y capacidad) debe ser la norma en todos los casos. Estamos agradecidos al Reporte Pastoral, que claramente nos recuerda a los católicos que es censurable el uso de cualquier método manipulador para lograr una conversión o formar vocaciones.

El atractivo de las nuevas sectas.

Es importante que las familias se den cuenta de lo atractivos que pueden llegar a ser los nuevos movimientos religiosos como el Opus Dei. Incluso se puede llegar a decir “que las sectas parecen vivir lo que creen”, como lo estipula el Reporte (2.1.10), “con una fuerza (frecuentemente magnética), con convicción, devoción y compromiso, saliendo al encuentro de la persona donde ella esté, afectuosa, personal y directamente, sacando al individuo del anonimato, promoviendo la participación, la espontaneidad, el compromiso …”. En una palabra, continúa el Reporte, ellos “se presentan a sí mismos como la única respuesta, como la ‘buena nueva’ en un mundo caótico” (2.1.10).

Esa descripción le encaja perfectamente al Opus Dei. Otros atractivos externos incluyen: lealtad aparente al Magisterio y al Papa, doctrina ortodoxa, liturgia reverente, comunión diaria, confesión semanal y penitencias y rezos supervisados y dirigidos muy de cerca. Dentro de este contexto católico, existe la promesa de llevar la vida propia al contacto con Dios, día a día y en cada momento.

Para algunos, la atracción principal es la sugerencia de que cada uno no debe vender todo lo que tiene y dar ese dinero a los pobres: uno puede preocuparse legítimamente de sí mismo con las trampas de la dignidad y del bienestar y, al mismo tiempo, alcanzar una santidad personal por medio del proselitismo. En este bendito matrimonio del César (prestigio, poder y orgullo corporativo) con el ascetismo, uno puede deducir que el Señor Crucificado, quien no tuvo lugar donde reclinar su cabeza, puede vivir ahora en un palacio. De hecho, en el punto 979[1] de Camino, el recomendado “apostolado de no dar” parecería eliminar por las buenas el compromiso hacia los de fuera de una vez por todas. Es firmemente desalentado el servicio profesional generoso y desapegado a aquellos que lo necesitan. En nuestro mundo materialista de hoy, éste es un mensaje muy atractivo.

Primeras señales de manipulación.

El mensaje del Vaticano también debería ser claro. Los padres y todos los miembros de la familia deben vigilar el bienestar espiritual de ésta. Ellos deben ver más allá de la apariencia superficial de cualquier grupo y estar al tanto de cualquier señal inicial de manipulación:

  • Respuestas evasivas y cambiantes a preguntas directas;
  • Falta de sentido del humor en relación al grupo y un sutil desprecio de otros grupos católicos;
  • Un rechazo constante a discutir el tema abiertamente;
  • La insinuación gnóstica de que sólo en este grupo se puede salvar a la Iglesia corrompida;
  • El ataque personal y sin pensar sobre cualquier crítica, como que es mala o maliciosa o como que es del diablo (señal de mentalidad de culto);
  • Clubes, programas y otras actividades que separan arbitrariamente a esposos de esposas, a hijos de padres y a hermanos entre sí;
  • Adoctrinamiento religioso de los niños que hace énfasis en la culpabilidad.

El cliché “el Papa lo aprueba”.

Nunca debe sentirse uno satisfecho con el cliché anulador del pensamiento en la afirmación “el Papa lo aprueba”, si es una forma de no responder a una pregunta crítica. El Papa también aprueba a los carismáticos, los jesuitas, los franciscanos y a una gran variedad de grupos cuyas intenciones e ideales dicen ser católicos. Eso no impide la posibilidad de hacer críticas o investigaciones acerca de ellos.

En las palabras del padre Felzmann, “el Opus Dei hace mucho bien a los de ‘fuera’, pero a qué costo: de la verdad, de la vida y de la persona. Una vez más la experiencia demuestra que cualquier cosa que sea distinta de la verdad, de la honestidad desnuda, puede tener el tinte de la corrupción en alguna parte de las sombras” (carta al Irish' Times del 11-11-1982).

Una práctica que no es genuinamente católica.

Podría alegarse que el adoctrinamiento del Opus Dei puede beneficiar a algunas personas porque está, después de todo, basado en el catolicismo. Pero el adoctrinamiento más efectivo que uno pueda imaginarse, si se alcanza o si se logra por medios engañosos, es aborrecible a la doctrina y a la práctica católica. Hasta el mismo cielo como un fin no puede ser alcanzado por medios corrompidos o inmorales.

Pero hay más: es radicalmente malo menospreciar el cuarto Mandamiento con la sutil usurpación de la función de los derechos paternos. Enseñar a los jóvenes a dar falso testimonio a los padres y a la familia es violar el octavo Mandamiento. Están profundamente equivocados al distorsionar las citas bíblicas, y también es rechazable presentar una visión falsa de la Iglesia. Nuestro Señor advirtió a los fariseos:

Moisés dijo: “Honra a tu padre y a tu madre, (…) pero vosotros decís: si un hombre dijera a su padre o a su madre: Corbán, esto es, ofrenda, sea todo lo de mí que pudiera serte útil, ya no le permitís hacer nada por su padre o por su madre, anulando la Palabra de Dios por vuestra tradición que se os ha transmitido” (Mc. 7; 10-13).

Y de nuevo, en Mt. 23; 15, Nuestro Señor amonesta a los fariseos en relación a su reclutamiento agresivo y que sirve a sus propios propósitos:

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un solo prosélito, y luego de hecho, le hacéis hijo de la gehena dos veces más que vosotros!

Primeros deseos de servir a Dios.

Nosotros reafirmamos la importancia de la orientación papal en relación a la disposición temprana de que los niños sirvan a Dios. Juan Pablo II ha establecido claramente la interpretación constante de la Iglesia del encuentro del Niño Jesús en el templo: “Aquí está Jesús, quien regresa a Nazaret y es obediente a ellos, a María y a José. Esa obediencia significa obediencia filial, pero al mismo tiempo una apertura obediente a la humanidad que siempre necesita aprender, sobre todo dentro de la familia”[2].

La formación espiritual de los niños es un derecho y una obligación de los padres. Si son otros los que la realizan, están efectuando esta función en lugar de ellos, y sólo con su permiso.

Cuando los sacerdotes del Opus Dei aconsejan a los jóvenes menores de edad que no les digan a sus padres acerca de su decisión de entrar al Opus Dei, la suposición falsa que ellos perpetúan es que los niños son de alguna manera autónomos y blancos legítimos (“se levanta la veda”) para proselitistas adultos. El no dejar objetar a los padres, o por lo menos saber, viola sus derechos concedidos por Dios. Viola el cuarto Mandamiento y, al enseñar a los niños a jurar en falso a una autoridad legítima, viola el octavo Mandamiento.

Confusión deliberada de la notificación a los padres con su aprobación.

Es de especial interés notar el empañamiento de la diferencia entre la notificación a los padres y la aprobación por parte de ellos. Los padres DEBEN ser notificados, porque sin conocimiento ningún padre puede hacer las elecciones requeridas para apoyar profunda y responsablemente la crianza de los niños. El que los padres APRUEBEN o no las elecciones de sus hijos es otro asunto.

Hay muchos grupos que confunden deliberadamente estos dos asuntos para poder efectuar mejor la “padrectomía”, según el término acuñado por el Doctor Robert Mendelsohn para nombrar la separación planeada de los niños y sus familias. Esto incluye a los así llamados “educadores sexuales”, el grupo norteamericano Planned' Parenthood, buena parte de la burocracia de asistencia social, toda secta religiosa agresiva y, desgraciadamente, como se ha demostrado, el Opus Dei.

Distorsionando las Sagradas Escrituras para engañar.

Al utilizar los textos bíblicos seleccionados fuera del contexto del mensaje cristiano global, el inescrupuloso puede confundir y desorientar. Dos ejemplos: Mc. 13; 12 y 13, que dice:

“El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo, y se levantarán los hijos contra los padres y les darán muerte, y seréis aborrecidos de todos por mi nombre. El que perseverare hasta el fin ése será salvo”.

Y en Lc. 14; 26, que dice en forma similar:

“Si alguno viene a mí y no aborrece a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo”.

(Ambos ejemplos son utilizados por el Opus Dei en el manual de proselitismo “Vocación” escrito por J. L. Soria, antiguo director del Opus Dei en Canadá).

La Tradición católica.

Como la mayor parte de la verdad revelada, éstas son palabras misteriosas, difíciles de asimilar directamente dentro del contexto e imposibles fuera de él. La Tradición católica sostiene algunos principios básicos al tratar de entender lo que Nuestro Señor quería decir: primero, no puede permitirse ninguna interpretación de los pasajes de las Sagradas Escrituras en que parezca que Cristo está negando algunos de los mandamientos de su Padre o de Sus propias enseñanzas. Tampoco deberían ser interpretados estos textos aislados para dividir a los cristianos entre sí, pues son claramente mandamientos de amor entre unos y otros.

Los Padres de la Iglesia.

En segundo lugar, aprendemos de los Padres de la Iglesia. San Agustín resume de dos maneras el mensaje de la Iglesia al mundo: “La plenitud y fin de la Escritura es el amor a Dios y a nuestro prójimo”. Y agregó: “cualquiera entonces que piensa entender las Sagradas Escrituras o alguna parte de ellas, pero hace la interpretación de tal manera que no tiende a construir ese amor en dos partes: a Dios y a nuestro prójimo, no las ha entendido todavía como debería” (Sobre la Doctrina Cristiana, capítulo 36).

Y, ¿a quiénes debemos buscar primero para aprender cómo amar mejor a nuestro prójimo? A nuestros padres. Escuchemos una vez más a los Padres de la Iglesia: Santo Tomás enseña que el orden de los diez Mandamientos puede ser explicado por el orden de aquellas personas con quienes los humanos estamos endeudados. Los primeros tres Mandamientos se refieren al hombre en relación a Dios. “Consecuentemente, entre los preceptos que dirigen al hombre en sus relaciones con el prójimo, el primer lugar es dado a aquel que se refiere a sus padres” (Summa' Theologica, Ia.-IIæ, q.100, a.6).

Cualquier interpretación que se dé a textos aislados debe (para repetir a San Agustín) “construir este amor de dos partes, amor a Dios y a nuestro prójimo”, con nuestros padres como ejemplo primario de “prójimo”.

Enseñanzas del Magisterio sobre la familia.

Los padres católicos deben recordar el continuo e inmutable énfasis de la Iglesia en la inviolabilidad de la unidad familiar. Por ejemplo, el Papa León XIII, en su Epístola Humanum' Genus, expone los peligros de las sociedades secretas, especialmente los francmasones, aconsejando a todos los católicos:

“Aquellos que instruyen a los jóvenes en sabiduría religiosa actuarán sabiamente si inducen a todos y cada uno para que nunca decidan unirse a cualquier sociedad sin el previo conocimiento de sus padres” (H-G 36: 14-18).

Mientras los voceros del Opus Dei insisten en que los padres sí saben qué tipo de enseñanzas reciben sus hijos cuando asisten a casas del Opus Dei[3], el testimonio de un increíble número de padres es exactamente lo opuesto. Ciertamente, al negárseles el conocimiento de los planes ocultos del Opus Dei, los padres no pueden cumplir con la obligación de educar a sus hijos. La Encíclica de Pío XII La Función del Estado en el Mundo Moderno contiene el siguiente pasaje en relación a los derechos de conciencia de los padres:

“La carga impuesta por Dios a los padres, de proveer el bien material y espiritual para sus hijos … no puede serles negada sin violar gravemente sus derechos” (FSMW, “Derechos de Conciencia”).

La importancia singular de los padres como educadores espirituales primarios está bien documentada por el Concilio Vaticano II:

“Es de tal importancia que es imposible proveer un sustituto adecuado” (Gravissimum' Educationis, 3).

No es más que una de las expresiones formidables de este principio.

La obligación de los padres de “educar” a sus hijos.

Juan Pablo II ha aclarado lo que la Iglesia quiere decir por la obligación de los padres de “educar” a sus hijos:

“La formación en sus hijos de una personalidad madura, fruto de su patrimonio y valores fundamentales en relación a la vida, es una de las responsabilidades específicas (de los padres)”. (Discurso al Instituto Pontificio Utriusque' Iuris, del 26-4-1986).

Nuestro Santo Padre ha afianzado constantemente a los padres en relación a este punto durante más de una década con sus enseñanzas sobre la familia, especialmente en su carta Familiaris' Consortio:

“El derecho y obligación de los padres de educar es esencial, debido a que está conectado con la transmisión de la vida; es original y primario en relación al papel de educación de otros … (e) irreemplazable e inalienable y, por lo tanto, incapaz de ser enteramente delegado a otros ni usurpado por otros” (Fam'. Consort., 36.2).

Importancia de la familia.

Los padres vigilantes encuentran apoyo constante y refuerzo en las enseñanzas del Papa actual. Él enseña claramente la percepción creciente de la Iglesia en la centralidad de la “Iglesia doméstica”, la unidad familiar:

“Como en Nazaret, así en cada familia, Dios está presente y toma Su lugar en los eventos humanos. La familia es, por tanto, un lugar privilegiado y un santuario. Es por eso que la familia es irreemplazable y, como tal, debe ser defendida con fuerza y con todo. Se debe hacer de todo para que la familia no sea reemplazada.

“Debemos hacer todo lo que pueda servir para proteger a la familia y a la dignidad de una paternidad y maternidad responsables, y a una confianza mutua entre generaciones.

“La familia era el refugio de Dios en la tierra. En ella vivió su vida oculta. Pero en ella, Él escondió tesoros de vida y santidad”.

Una y otra vez el Santo Padre nos enseña que:

“¡Es triste pensar que algunas ideologías quieren destruir a la familia, aumentando la alienación y causando disputas! ¡Es preocupante pensar que tantas personas jóvenes abandonan sus hogares, dejando a sus padres en la amargura y en la desolación! ¡Ése no es el camino!”[4].

La experiencia ha convencido ya a muchas familias católicas que el “Camino” de Mons. Escrivá, puesto por obra en gran escala en las prácticas de proselitismo y formación en el Opus Dei, ha alienado a sus hijos mediante una manipulación encubierta.

La coacción de las vocaciones religiosas, aunque sea piadosamente refinada y penitencialmente disciplinada, viola las Sagradas Escrituras, la Sagrada Tradición y las enseñanzas del Magisterio. Esto debe cesar. El único método aceptable de “reclutar” es el de Nuestro Señor Jesucristo. Él invitó abiertamente a todos y luego observó cómo su invitación fue rechazada algunas veces. Pero Él nunca escondió el mensaje, Él nunca coaccionó, Él nunca engañó, Él nunca manipuló.

Afectividad armoniosa para los “mejores amigos” de uno.

Finalmente, Juan Pablo II nos enseña en un discurso dado a los estudiantes universitarios de Roma y del Lacio:

“Hay una tercera cosa que tiene gran valor a la edad de vosotros: la adhesión a vuestra familia, especialmente a vuestros padres. Estableced y mantened siempre una relación de grande y verdadero afecto con vuestros padres: ellos son vuestros mejores amigos. En gran parte, vuestra vida en el futuro depende de si hoy estáis en armonía con ellos. Apreciad y respetad a aquellos que os engendraron y os criaron. Ciertamente, el momento de la separación podrá venir, y para esto también debéis entrenaros, para tener un crecimiento personal responsable, pero nunca cortéis vuestras raíces familiares y humanas, pues arriesgáis el volveros áridos o salvajes[5]”.

La Alianza Ad Hoc para la Defensa del cuarto Mandamiento se une a nuestro Santo Padre, Juan Pablo II, en su oración diaria por cada Iglesia doméstica. Que Nuestra Señora y San José en busca del Niño Perdido nos guíen constantemente.


Referencias

Bibliografía

  1. Punto 979 : “Es condición humana tener en poco lo que poco cuesta. —Ésa es la razón de que te aconseje el ‘apostolado de no dar’. Nunca dejes de cobrar lo que sea equitativo y razonable en el ejercicio de tu profesión, si tu profesión es el instrumento de tu apostolado”.
  2. Osservatore Romano, 766, 26-XII-1982.
  3. “Obviamente, los padres están al tanto cuando sus hijos o hijas frecuentan los centros del Opus Dei y conocen la naturaleza de las actividades formativas que allí se llevan a cabo”. (Dwight G. Duncan, Director de la Oficina de Información del Opus Dei en Estados Unidos, Nueva York, carta al editor, New Oxford Review, VII, 1984).
  4. Osservatore Romano, 1-III-1979, 12-X-1980, 22-IX-1980, 4-V-1981.
  5. Osservatore Romano, 624, 17-III-1980.