El Prelado del Opus Dei no es sincero, miente

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Por Adrenalina, 12.10.2011


Con sorpresa leemos una gran novedad en la última carta larga del Prelado del Opus Dei, fechada el 2 de octubre de este año. (Si lo que dice fuera verdad, el Opus Dei dejaba de existir hoy mismo):

En la Obra, la separación entre el ejercicio de la jurisdicción y la dirección espiritual se asegura en la práctica, entre otras cosas, por el hecho de que precisamente quienes reciben charlas de dirección espiritual —los Directores locales y algunos otros fieles especialmente preparados, y los sacerdotes al celebrar el sacramento de la Penitencia— no tienen ninguna potestad de gobierno sobre las personas que atienden. El Régimen local, en lo que comporta de capacidad de gobierno, no se refiere a las personas, sino sólo a la organización de los Centros y de las actividades apostólicas; la función de los Directores locales, en lo que se refiere a sus hermanos, es de consejo fraterno. No coinciden en un mismo sujeto, por lo tanto, las funciones de jurisdicción y de ayuda espiritual. En la Prelatura, la única base de la autoridad de gobierno sobre las personas es la jurisdicción, que reside sólo en el Prelado y en sus Vicarios”.

Lo que ha querido decir realmente el Padre es que en el Opus Dei el gobierno se asegura en la práctica decidiendo sobre las personas según se conoce por lo que cuentan en la dirección espiritual.

Nuestro conocimiento vivencial nos enseña que lo escrito por el Prelado del Opus Dei en su última carta es sencillamente mentira. Lo que él escribe ahora es falso: así no se ha organizado nunca el Opus Dei.

Ese párrafo contradice mucha de las enseñanzas de San Josemaría. Desde su fundación, en el Opus Dei son los directores (que gobiernan) los que efecticamente llevan la dirección espiritual de los miembros de la Obra. Es más, está escrito en documentos secretos de gobierno que “es la Obra quien imparte la dirección espiritual de sus miembros”, y de esta manera se asegura que los directores puedan comentar entre ellos lo que conocen de los súbditos por la dirección espiritual, elaborar informes y tomar decisiones de gobierno en base a esos datos (por ejemplo, trasladar a un numerario de centro, o cambiarla de labor, o aplicar una medida disciplinaria, etc.). Recordemos la famosa frase mil veces oida: "los directores tienen todos los datos" ó "los directores tienen más datos". ¿Y de dónde los sacan? ¿Cómo les llegan?

¿Pretende cambiar el Prelado Echevarría el “espíritu del Opus Dei?

Jamás osaría hacerlo. Ese párrafo huele más a operación de maquillaje propagandístico de cara a la Santa Sede por la corrección que le hizo el Papa al Prelado explicándole la inmoralidad de sus métodos en el gobierno y la dirección espiritual.

Toda la carta es hojarasca al servicio del párrafo n. 14 de la carta. El Prelado pretende engañar hasta al mismísimo Papa.

El Prelado del Opus Dei miente. Escribe (no lo escribe él. "Javier Echevarría" en el fondo no es ya más que un "nick" en el Opus Dei) que existe teórica separación entre las funciones de gobierno y de dirección espiritual en el Opus Dei, cuando en la práctica es imposible que esto se realice.

Dice el Prelado que sólo los vicarios tienen funciones jurisdiccionales en la Prelatura. ¡Menudo descubrimiento teórico! En la práctica, los vicarios gobiernan según las informaciones que les llegan de quienes reciben la dirección espiritual. Los vicarios no conocen realmente a las personas. No las tratan, sólo ji ji, ja ja en tertulias. No conviven con ellas. No se relacionan con ellos. Están aislados en sus oficinas de las delegaciones y comisiones. Menos aún pueden llegar a conocer a las mujeres (si de verdad viven lo que llaman “separación”). Es imposible distinguir en el Opus Dei ambas funciones (gobierno y dirección espiritual) sin que se hunda todo el entramado. Siempre se había explicado que "la dirección espiritual la llevan los directores".

Son clarificadores los artículos de Oráculo “La libertad de las conciencias en el Opus Dei” y de D. Antonio Ruiz Retegui “Lo teologal y lo institucional”. En esos escritos está perfectamente explicado el funcionamiento real del Opus Dei, y sus consecuencias. Ambos autores son de doctrina segura (el primero por su sabiduría y el segundo por ser un sacerdote numerario de la Prelatura que “descubrió el pastel” y lo puso por escrito a los superiores en un brillante artículo).


Escribe el Prelado en la carta de 2 de octubre de 2011 (número 16) lo siguiente:

“A la vez, como siempre dejó muy claro san Josemaría, los fieles de la Prelatura, al igual que todos los católicos, gozan de plena libertad para confesarse o hablar con cualquier sacerdote que tenga facultades ministeriales: os sorprenderá que os recuerde esta verdad tan clara, pero me interesa mencionarla porque quizá podría ser menos conocida por quienes nada saben del Opus Dei o del espíritu de libertad propio de los seguidores de Jesucristo”.

Esta afirmación del Prelado es incierta...

Jamás dejó san Josemaría “plena libertad” a los miembros del Opus Dei para confesarse con cualquier sacerdote. Leyendo la predicación de San Josemaría, recogida en publicaciones internas, resulta que el fundador del Opus Dei no dejó tan claro lo que escribe ahora el Prelado sobre la confesión de los miembros del Opus Dei, sino todo lo contrario. Léase el elocuente texto de Escrivá, tantas veces meditado y oído en medios de formación, publicado en Crónica de junio de 1962, página 12 (la cursiva y negrita son nuestras):

“Vosotros iréis a sacerdotes hermanos vuestros, como voy yo. Y les abriréis el corazón de par en par -¡podrido, si estuviese podrido!-, con sinceridad, con ganas de curaros, si no, esa podredumbre no se curaría nunca. Si fuésemos a una persona que sólo puede curarnos superficialmente la herida… es porque seríamos cobardes, porque no seríamos buenas ovejas, porque iríamos a ocultar la verdad, en daño nuestro. Y haciéndonos este mal, buscando un médico de ocasión, que no puede dedicarnos más que unos segundos, que no puede meter el bisturí y cauterizar la herida, también estaríamos haciendo un daño a la Obra. Si tú hicieras esto, tendrías mal espíritu, serías un desgraciado. Por este acto no pecarías, pero ¡ay de ti!, habrías comenzado a errar, a equivocarte. Habrías comenzado a oír la voz del mal pastor, al no querer curarte, al no querer poner los medios. Y estarías haciendo un daño a los demás”.

Las palabras de Escrivá hablan por sí mismas. La primera frase es un mandato imperativo (un "criterio" para los miembros del Opus Dei): “vosotros iréis a sacerdotes hermanos vuestros”. No cabe margen de interpretación de un "criterio" expuesto con tanta contundencia por el mismísimo fundador.

Del miembro de la Obra que se confiese con un sacerdote ajeno al Opus Dei -según el texto- decía Escriva que:

  1. Es un cobarde.
  2. Es un mal hijo suyo en el Opus Dei ("no seríamos buenas ovejas")
  3. Es un mentiroso, porque se presume que, con esa confesión hecha extra-Opus Dei busca mentir antes que la gracia del sacramento.
  4. Hace daño a la Obra.
  5. Comete un error, aunque afirma Escrivá que el acto de confesarse con sacerdotes ajenos a la Obra no es, en sí mismo, pecado, pero sí un error, una "equivocación".
  6. Le augura un mal futuro: “¡Ay de ti!
  7. Es un "desgraciado" (literal).
  8. Hace daño a los demás.

De los sacerdotes que no son del Opus Dei, en el texto citado, el Fundador del Opus Dei expone "lindezas" como:

  1. Sólo pueden ofrecer "remedios superficiales". Les califica de "superficiales".
  2. Son unos "médicos de ocasión". La imagen la utiliza Escrivá en un sentido peyorativo, minusvalorarando la labor de estos sacerdotes (por contraposición a los "médicos especialistas", que serían "sus" sacerdotes del Opus Dei).
  3. La gracia sacramental de la confesión con ellos no puede "sanar las heridas, ni cauterizarlas". La confesión con ellos sería "de segunda categoría", o de "menos valor"que la realizada con sacerdotes de la Obra.
  4. Acudir a ellos es "oir la voz del mal pastor".

Siempre fue parte del "espíritu del Opus Dei" afirmar que los sacerdotes que no son de la Obra son “malos pastores” para sus miembros. Desde que en el Opus Dei hay sacerdotes, el Fundador recomendaba no confesarse con otros (quizás el Prelado, con su nueva carta, quiera cambiar la praxis vivida en el Opus Dei hasta el día de hoy).

Estas palabras de Escrivá publicadas en Cuadernos 3, página 131, resumen estos principios que se viven en la Obra: “Gente que no conoce el espíritu del Opus Dei no está dispuesta a ser el pastor de mis ovejas, aunque sean buenos pastores de otras ovejas y aunque sean santos”.

Está nítidamente claro lo que Escrivá señaló para sus seguidores: que los sacerdotes que no son de la Obra no son buenos pastores para los miembros del Opus Dei.

Escrivá justificó ese modo de proceder (los miembros de la Obra han de confesarse con sacerdotes de la Obra, y los demás sacerdotes son malos pastores), en que los directores no les han encomendado -a los sacerdotes ajenos a la Obra- ninguna misión de dirección espiritual. Cuadernos 3, página 132, así lo explica, con palabras de Escrivá:

Los que no tienen misión dada por los directores no son buenos pastores, aunque hagan milagros”.

Las conclusiones, al leer la carta del Prelado y las publicaciones internas son evidentes. Aquí hay contradicciones muy serias. El Prelado, en su última carta, miente con un descaro notable. ¿Por qué?


Ya sabemos cuál podría ser esa “intención especial” por la que tantas oraciones y mortificaciones especiales pedía recientemente el Prelado.

Ateniéndonos a los hechos, en el origen de la criticada última carta del Prelado, recordemos:

  1. Muchas personas del mundo entero denunciaron ante la Santa Sede de Roma al Opus Dei por el modo inmoral e ilegal de llevar su peculiar dirección espiritual.
  2. Los directores iban por los centros contando en tertulias que había que pedir por una "intención especialísima del Padre". Los cooperantes de a pié elucubraban cuál pudiera ser esa intención. Los directores más vanidosos dejaban entrever en aquellas tertulias que algo sabían, pero no podían decir nada. Sembraban sospechas sobre la posibilidad de que se estuviera maquinando “un ataque” a la Obra desde altas esferas de la jerarquía, que tendría que ser frenado. Se decía a la gente que rezaran como en los años 50. (Rememorar los años 50 era recordar episodios del Opus Dei que aludían a un intento de dividir las dos secciones de la institución en congregaciones religiosas y poner a Escrivá en su sitio. Si aquello fue así como nos lo contaban, ¡qué pena que no lo hicieran. Hoy en día la Iglesia tendría un problema menos)...
  3. El Papa, tras las oportunas investigaciones y comprobar que lo que se decía era cierto, tomó cartas en el asunto e hizo llamar al Prelado para advertirle de las desviaciones graves de la Prelatura.
  4. El Prelado sabía perfectamente que cualquier cambio en la dirección espiritual del Opus Dei supondría echar abajo toda la estructura planeada por San Josemaría, ante lo cual, no es improbable que tuviera pánico.
  5. Por las publicaciones externas de esta página web muchísimos cooperantes de la Prelatura supieron de la realidad del asunto.
  6. El Prelado hizo caso omiso a las advertencias del Papa. El tratamiento en la página web del Opus Dei de la noticia de la audiencia del Prelado con el Papa en la que hablaron de estos gravísimos temas es patético. Como siempre, con medias verdades, mintiendo.
  7. Directores de la Obra fueron convocados a Roma a una convivencia especial en diciembre de 2009, en la que se les anunció la estrategia a seguir: comunicar en charlas especiales a los cooperantes de la Prelatura que las funciones de gobierno y dirección espiritual están separadas, señalándoles que las comunicaciones entre directores de materias íntimas de las personas se hiciera oralmente y no por escrito (como se había hecho hasta entonces, en informes de conciencia secretos, de los que en esta página hay algunos ejemplos reales, para vergüenza y sonrojo de la Prelatura).
  8. Parecía que algo cambiaría en el funcionamiento del Opus Dei, pero en la práctica todo siguió igual.
  9. En convivencias, cursos anuales, convivencias de consejos locales, etc., se impartieron unas charlas especiales sobre esta “modificación intelectual” que habría de introducirse –se decía- “por la cuestión del asentamiento de la figura jurídica de la Prelatura en la estructura jerárquica de la Iglesia”. De nuevo, vuelta a mentir.
  10. En octubre de 2011 aparece la carta del Prelado en la que, como si no hubiera pasado nada, quiere recordar aspectos “que todos sabíamos”. Mentira sobre mentira, a ver si así construye una verdad.

Mención especial merece el engaño a los cooperantes de la Prelatura cuando se les informó del novedoso cambio introducido en la figura de los "aspirantes" (ya no deberían utilizar cilicio, ni azotarse con disciplinas, ni muchas cosas más). El cambio consistió en que era imprescindible, en un primer momento, que sus padres "tuvieran noticia de la intención de su hijo de pitar", pero posteriormente el criterio cambió, y empezó a exigirse que los padres dieran su consentimiento expreso. También entonces se explicó con engaño al pueblo llano que el cambio obedecía a la "implantación de la Prelatura", cuando en realidad había detrás un grupo de padres cabreados por la educación de sus hijos, una gran mayoría de ellos supernumerarios del Opus Dei, que veían como una gran barbaridad que sus hijos de 14 años se comprometieran a vivir el celibato como numerarios. Algunos llegaron a amenazar con denuncias al Opus Dei si sus hijos pitaban. Si ya para esas fechas el número de pitajes de numerarios estaba en caída libre, a partir de entonces entraron en números rojos. Como respuesta del Prelado a "las buenas disposiciones" de esos hijos suyos supernumerarios que se oponen a que sus hijos menores piten, estableció que los ex-numerarios ya casados no podrían volver a pitar como supernumerarios hasta pasado muchiiiiiisimo tiempo (durante años se dejó pitar de supernumerarios a antiguos numerarios, y la experiencia no fue muy buena).

El engaño del Opus Dei sigue adelante en la Iglesia. Ni el Papa podrá detenerlos. Gracias a Dios, la falta de tripulación y la escasa preparación que tienen está a punto de hundir el barco, aunque se jacten de llevar en la proa un letrero como el del Titanic.


  1. En la comentada carta del 2 de octubre de 2011 dice el Prelado que los miembros del Opus Dei sabíamos y aceptábamos que de las confidencias de dirección espiritual (que por su propia naturaleza son siempre secretas) podían hacer uso los directores, tener acceso a esa información y tomar decisiones de gobierno según lo que se conocía de las personas por sus "charlas fraternas". Dice el prelado que desde siempre "conocíamos" y "aceptábamos" este modo de proceder. Mentira sobre mentira. Ni conocíamos, ni de haber conocido hubiéramos aceptado semejantes aberraciones inmorales.
  2. En 30 años que estuve en la Obra jamás se me dijo que mi intimidad podía ser objeto de mercadeo entre directores. A todo el mundo le extrañaba mucho cuando un director de una delegación o de una comisión quería hablar contigo, normalmente el Vocal de San Miguel, y te dabas cuenta durante la conversación que ese señor sabía muchas cosas de tu interioridad que tú jamás le habrías contado...
  3. En 30 años que estuve en la Obra jamás se me pidió permiso para traficar con la información que yo pensaba que era secreta y que se obtenía en mis charlas de dirección espiritual y confesiones. Nunca dí mi consentimiento ni tácita ni explicitamente para que se comentara con terceros absolutamente nada de lo que confidencialmente manifestaba en mis "charlas fraternas". No se me pidió permiso pero sabía que se hacía así (con mi oposición interior y exterior en más de una ocasión manifestada).
  4. En 30 años que estuve en la Obra jamás le dije a ninguna de las personas de las que recibí sus confidencias que yo podría hacer uso de lo que me contara para transmitirlo a los directores del consejo local, delegación y comisión. Que no se lo dijera no significó que no lo hiciera. Es modo habitual de proceder en el Opus Dei poner sobre la mesa de reunión de consejos locales las grandezas y miserias de las personas de la Obra con el pretexto de "ayudarles" espiritualmente. Es modo de proceder habitual en el Opus Dei tener "despachos" con directores de la delegación (el vocal de San Rafael, el vocal de San Miguel, el vocal de San Gabriel) tratando asuntos de conciencia de las personas.
  5. Numerarios: cuando veáis en vuestro centro al Vocal de San Miguel entrar por la puerta, sentarse un rato a solas con el director para hablar, después con el sacerdote del centro, y posteriormente reunirse con el consejo local, no penséis que han estado tratando de los horarios de la casa, del mobiliario, de las facturas de agua, teléfono, luz, contribución, etc., o de la liga de las estrellas. El de San Miguel saldrá por la puerta del centro con su cartera de piel (de las de marca cara) con un carro de información confidencial, íntima y comprometedora sobre las personas que viven en vuestros centros. Y si el que va es el de San Gabriel o el de San Rafael, lo mismo, pero sobre las personas que se "tratan". Los métodos de recabar información sobre las personas que tiene el Opus Dei son más perfectos que los de la Stasi (policía secreta nazi). Quienes hayáis estado en esto podríais dar fe de que es así y aportar muchos datos. (La honradez y el respeto a los juramentos que nos obligaban a hacer entonces en la Obra obliga a no seguir por esta linea, por ahora).
  6. ¿Qué objetivos pretende el Opus Dei con sus modos de hacer? Anular la libertad de las conciencias, sustituyendo la libertad personal por la obediencia ciega a las directrices del prelado y sus consejeros. Con un ejemplo gráfico Escrivá lo explicaba: "somos como un ejército en orden de batalla". En el ejército, y menos aún en la guerra, hay poco margen para la creatividad personal. Quienes hayáis hecho la mili o formeis parte del mundo castrense entenderéis bien el simil. El espíritu de cuerpo que se crea y el imaginario colectivo llevan a comprometerse por completo, sometiendo voluntad e inteligencia a los dictados de un superior jerárquico porque sabes que entregas tu vida a una causa buena y noble que libremente has elegido. Aún así, este modelo no anula nunca la libertad de las persona. Aplicar modelos de comportamiento profesional militar -radicalizándolos y llevándolos al extremo- a la vida espiritual tiene sus nefastas consecuencias. Es mezclar la velocidad con el tocino. Pues eso hizo Escrivá. Me quedo con las parábolas del Evangelio para entender la vida cristiana, antes que los fundamentalismos de Escrivá.
  7. Es cierto que en la praxis del Opus Dei, lo que una persona cuenta en la confidencia -y muchas veces en la confesión- es conocido por un grupo "colegial" de personas (el consejo local de su centro, el consejo de la delegación, el consejo de la comisión), pero jamás se informa al interesado de que el conocimiento de su vida íntima es de dominio público entre los que gobiernan en la Prelatura, ni de que las decisiones que se toman sobre él están justificadas por esas informaciones.
  8. El sigilo sacramental de la confesión y el secreto de la dirección espiritual es violado sistemáticamente en el Opus Dei. Lean el artículo del sacerdote numerario Ruiz Retegui "Lo institucional y lo teologal" donde está expuesto en qué forma tan sibilina lo hacen. Ese artículo no lo escribió Ruiz Retegui para el público en general como una crítica a la Obra. Lo redactó como un documento interno dirigido al prelado y los directores de la institución exponiendo inmoralidades como puños que se practican en la prelatura.
  9. Es cierto que en la praxis del Opus Dei se elaboran "informes de conciencia", escritos, sobre las personas para "informar" a las instancias superiores. Esos informes recogen el contenido más relevante de lo que los interesados aportan en sus charlas fraternas semanales y confesiones. Jamás se dice a una persona que se ha elaborado un informe sobre su vida. Jamás se les deja ver esos informes. Una vez leidos por las instancias superiores, adoptadas las medidas oportunas, esos informes se destruyen para no dejar huellas del delito. Los que gobiernan tienen fuentes directas de conocimiento de la vida espiritual de los miembros de la Obra. Toman decisiones según esos conocimientos. Decir que gobierno y dirección espiritual en el Opus Dei están separados es una mentira muy gorda.
  10. ¿A alguien le han enseñado un informe que hayan elaborado sobre él destinado a los directores de la delegación, para que el interesado dé el visto bueno antes de que lo envíen? 30 años en la Obra -algunos como director de centros- dan para mucho. Que el prelado pretenda tratar ahora de tontos a los que sabemos cómo se vive realmente en el Opus Dei es una infamia y un insulto.
  11. El efecto que el prelado puede conseguir con su carta es justo el contrario al que pretendía evitar, a la vista de lo que ha ocurrido con los Legionarios (que copiaron al pié de la letra las prácticas de la dirección espiritual y el gobierno del Opus Dei). Así, el "golpe" que previsiblemente le dará la Santa Sede también a la prelatura -por utilizar idénticos métodos inmorales- será todavía más duro. La prelatura lo hace mal y encima el prelado miente.
  12. Rectificar es de sabios. Insistir con pertinacia en el error, de necios. El prelado pierde una oportunidad de oro que le ofreció el Papa para regularizar jurídica y moralmente los modos de hacer de la prelatura en la Iglesia. Con su carta, el prelado confirma el desprecio que hace al Papa y se reafirma en querer mantenerse al margen de las normas de la Iglesia para defender un "carisma" que no es tal ni ha sido aprobado por la Santa Sede.
  13. El prelado del Opus Dei miente. Somos miles los testigos que podemos probar las falsedades de su última carta. Lo que dicen los Estatutos nada tiene que ver con la vida real -sobre todo el colectivo más afectado- de los numerarios. Y lo que dice la última carta del prelado, menos: es mentira.


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