Las 43, las 500 y las 100

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Por Camilo, 17.11.2023


En estos días en que se ha hablado en Opuslibros de números y cuentas y papelitos y formatos con números de personas que asisten a la labor y a los medios de formación y se confiesan y etc., se me prendieron las neuronas.

Hay tres números que son importantes y que no hemos comparado. Bueno, todas las comparaciones son odiosas según dicen en mi tierra, pero aquí hay que comparar...

Hay cosas lindas y agradables y hay cosas malucas y aburridoras. Hay cosas que dejan una buena sensación y hay cosas que solo dejan sinsabores. Hay miel y hay hiel. Hay manzanas caramelizadas y hojas de espinacas ;)

El número 43 trae en estos momentos una referencia a algo desagradable. 43 mujeres que representan a todas las nax de las que se ha abusado por tantos años. Pero se convierte en un número hermoso porque representa a 43 mujeres valientes, íntegras, honestas y hermosas que pusieron la cara donde otros no hemos hecho sino escondernos. Por tanto, el número 43 se torna en esperanza e ilusión.


Cosa distinta sucede con el número 500.

Recuerdo de mis años de numerario fiel y ejemplar que a Javi se le ocurrió la fabulosa idea de que teníamos que traer 500 vocaciones. ¿Ese señor en qué pensaba, o qué era lo que hacía en Villa Tevere que solo se le ocurría ponernos una meta de 500 vocaciones cuando ya no pitaban ni 50 (que exagerado soy) ya no pitaban ni 5?

Recuerdo que en algún círculo en el centro donde vivía en Bogotá, un numerario muy serio y que a veces le hacia la vida a cuadritos a los residentes por su modo de ser demasiado inflexible, nos dijo que “las 500 no son un número cualquiera, no señor, son una llamada del padre, una carta pidiendo cartas” y que nos teníamos que comprometer, como si se nos fuera la vida en conseguir las 500.

Por esa época yo tenía un amigo, también numerario, y aunque vivíamos en centros diferentes, hablábamos en algunas ocasiones, pocas, aun sabiendo que no podíamos hablar de nada personal, pero había amistad y pasábamos por encima de esa prohibición insana y antinatural de no hablar con quien se puede confiar, aunque no sea el director o el encargado de la charla semanal. Y hablábamos y nos reíamos de esa exigencia amorosa de traer 500 vocaciones. Nos preguntábamos si eran 500 por región o por persona (¿de dónde me voy a sacar 500 pitables y que piten, si a duras penas por las meditaciones venían menos de 10 jóvenes que convenía hacerlos entrar en la crisis de la vocación?).

Como era natural, el tema se quedaba ahí, además porque en Bogotá, ya para esa época, era impensable conseguir 500 estudiantes pitables, y hoy es humanamente imposible, además porque solo había un colegio que es obra corporativa, una universidad donde muchos jóvenes ni se les pasa por la cabeza ser de la labor y cuando se les propone, se burlan luego en el campus, y una labor social con jóvenes de familias pobres que si mucho los perfilan para agregados y de los cuales no pita ninguno. Entonces, ¿de dónde me saco 500 amigos para que piten? Y sobre todo ¿a qué hora trato a 500 personas con la “garantía” de que serán pitables y además pitarán? O Javi era muy iluso al poner una vara tan alta o yo muy tonto que no lo entendí.

Y creo que yo si era muy iluso porque alguna vez en un centro donde viví, me correspondió dar el círculo para los numerarios con los que vivía, nada novedoso, y si mal no recuerdo, tuve que hablar de vocación, y me acordé de ese tema de las 500 vocaciones y usé exactamente las mismas palabras que le había escuchado a ese numerario mayor. Hoy lo recuerdo y me da risa, además porque en esa época lo dije con mucha seriedad y convencimiento, pero con cierta burla interior porque también estaba empezando a entender realmente la ñoñada que estaba diciendo.

De manera que el número 500 se convirtió en algo insulso. Es más, se convirtió en paisaje, es decir, ni se mencionaba, ni se hablaba del tema y con el tiempo cayó en desuso, pero como venía directamente desde Javi, nadie se atrevía a cuestionarlo ni mucho menos a aceptar en público que eso fue demasiado ingenuo, por no decir que ridículo. Una vez se lo dije al de San Rafael y me miró como si de una blasfemia se tratara, pero era un hombre muy bueno, de buenas intenciones, amable aunque rígido, entonces me dijo que todo lo que nos dice el padre es para alentarnos a ser mejores y sacar la labor adelante sin importar las dificultades humanas. Ahora que lo pienso, cuando el ideal es tan alto y encumbrado y elevado en las alturas, que sobrepasa hasta las nubes, la realidad se encarga de bajarlo a la tierra para descubrir que de las 500, ni 5 quedan.


Y qué decir de las 100.

Mucho se ha escrito o hablado de esa famosa frase según la cual, de 100 almas nos interesan las 100, entonces no quiero ser redundante, pero nada más lejano de la realidad. Nos interesan cuando tienen cosas, ¿qué cosas? que interesan para la labor, pero cuando no, adiós palomas.

Alguna vez estuve en una convivencia de estudiantes de varios colegios del país, había jóvenes del colegio obra corporativa y de colegios labores personales de diferentes ciudades, y nunca olvidaré un detalle que en esa ocasión lo vi como lo más natural, pero que hoy lo siento como degradante, por no decir que sucio. Eran muchos estudiantes, todos menores de edad y había varios de casa acompañando las actividades. En algún momento, coincidimos varios de casa en cualquier patio de esa finca de retiros y encuentros, y empezamos a hablar de los pitables y llegamos al caso de un joven que no era del colegio obra corporativa, y no recuerdo de qué colegio venía. La situación fue tan especial porque uno de los de casa decía algo así como que era muy difícil establecer si ese joven era para numerario o para agregado, de manera que la vocación de ese joven no la tenía él, pues se estaba decidiendo en un pequeño comité sobre qué era lo más conveniente. Afortunadamente nunca pitó. Es más, nunca supe si le plantearon la vocación o simplemente fue una de esas 100 que no nos interesó.

No pensé que este escrito fuera a salir tan largo. Luego les cuento más anécdotas. Por el momento, le envío un abrazo a las 43, porque de las 500, se supone que no les puedo hablar de manera personal, y de las 100, seguiré tratando de entender si nos interesan o no.



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