Cuadernos de Ruedo Ibérico/Morir en el bunker

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MORIR EN EL BUNKER

artículo firmado por Luis Ramírez pseudónimo de Luciano Rincón o Manuel Vázquez Montalbán.

Horizonte Español 1972, tomo I, suplemento de Cuadernos de Ruedo Ibérico.

Comentado por Ana Azanza, 9 de octubre de 2006

Con notable ironía se presenta en este artículo la situación del poder en España en 1971. En el búnker se refugian y apartan de la realidad Franco y doña Carmen, su esposa, Carrero y su esposa, los “Lópeces”, López Rodó y López Bravo y los últimos defensores del franquismo a ultranza.


La lenta, larga agonía de los sicarios

“Doña Carmen Polo de Franco no encaja bien los pocos aplausos que Juan Carlos de Borbón le roba a su marido. La sociedad diplomática y política de la capital manifiesta mucho interés por conocer al “heredero”. Y en sus maneras hay una cierta precipitación, tal vez avidez, porque Franco ya está muy visto y el joven príncipe, alto y rubio, es nuevo en esta plaza. Pero doña Carmen comenta con resentida inquina: “Antes besaban por donde pisabas y ahora sólo tienen miradas para ese recién llegado”. (…)

La casta franquista acondiciona el búnker para resistir y seguir detentando el poder desde sótanos cada vez más aislados de la realidad. Se enumeran los nombres de algunos hombres del régimen que, en esos años, han empezado a distanciarse del búnker. Por ejemplo Fanjul Sedeño, ex diputado Opus, monárquico, conservador dijo en una cena homenaje a un falangista: “Lo único que produce encerrarse en los sótanos de la Cancillería es provocar el hundimiento de la Cancillería.” Otros falangistas hacían declaraciones en el sentido de que no estaban totalmente de acuerdo con el régimen pero sin llegar a ser antirrégimen. Algunos ya se fueron del búnker, otros han sido echados.

“Pero si no otra cosa, hoy empieza a estar claro en España quiénes son los que morirán matando. Bajo las órdenes de Carrero Blanco, almirante de secano y político de préstamo, todos cuantos han sobrevivido por el medro irrepetible lucharán para que no se acabe el chollo. Desde la altura del almirante hasta la bajura del chupatintas de la burocracia sindical, no hay que engañarse sobre la extensión y población del búnker. Búnker y bien búnker es, pero ancho y tan bien poblado como defendido.”

Historia de un lavado de cara

1962 fue un año malo para Franco. Hubo conflictos obreros, los estudiantes de la universidad de Barcelona se rebelaron, Franco era consciente de que una importante parte de la burguesía ya no estaba con él. Por ello se utilizó a Fraga Iribarne para introducir algunas modernidades que limaran las aristas de la dictadura. El señor Fraga “llenó los escaparates de las librerías con obras de Marx y los hogares españoles con aparatos de televisión”. Marx era un autor prohibido en España, Franco instauró un régimen uno de cuyos lemas más queridos era el anticomunismo.

“Entre 1962 y 1966, las fuerzas defensivas del régimen se mantienen sobre una coalición entre falangistas, Opus Dei y demócratas cristianos. Pasaron cuatro años construyendo un aparato legal que salvara la cara de la democracia formal con vistas a la integración europea y que preparara el mecanismo sucesorio en el caso de que se comprobara la condición mortal de Franco.”

En efecto, en esos años se inventó una Ley de prensa, aparentemente liberalizadora, que no lo fue tanto, y una Ley orgánica del Estado, que tampoco sirvió para gran cosa. Por esa Ley orgánica se nombró sucesor de Franco al frente del Estado a Juan Carlos de Borbón.

“Con los mecanismos de amañada reforma a medio desempaquetar, el régimen se encuentra ahora en una situación en la que tiene la maquinaria política nueva a la vista del público, pero sin atreverse a usarla. Las fachadas a medio lavar resaltan la suciedad de las restantes y el divorcio entre la realidad del país y la realidad oficial se acrecienta. Desde el búnker se telegobierna.”

Matesa y las deserciones

“Hay dos hechos claves en el planteamiento actual de la cuestión: las hipotecas ultras de Franco y Carrero y sus respectivas esposas que dieron lugar a la primera ley de excepción de 1969 y el estallido de la pugna Falange – Opus Dei en torno al asunto Matesa. La primera ley de excepción significó la declaración expresa de que el régimen no podía gobernar sin poderes excepcionales. Ante la evidencia de que no obtenía un consensus normal, debía buscarlo por la presión coercitiva. Esta decisión fue tomada a raíz de unos insultos recibidos por un almirante (no Carrero) en la calle Princesa de Madrid. Unos estudiantes abrieron la portezuela del coche al prevoste y le dijeron cosas que no le gustaron. Y como un almirante es un almirante, el hombre se plantó en el Pardo (palacio de Franco), contó lo ocurrido y prometió armar la marimorena si no se ponía coto a la irrespetuosidad de esos gamberros.”

“Se desató el mecanismo ultra que pasa por los confesonarios de la señora Carrero Blanco (que tiene la clásica fe de toda pecadora arrepentida) y llega a la abstemia alcoba de doña Carmen. Si hay algo que no tolere un marido español es que su mujer ponga en duda el tamaño y alcance de sus reaños. Se sabe que la señora Carrero Blanco viene torturando el hormonal corazón de su esposo con un reto que empieza así: “No eres hombre si…” Pues bien, en el búnker del poder hispánico las rabietas de las señoras inciden sobre poderes tan personales y de las rabietas de estas señoras salen leyes de excepción. La ley de excepción fue ante todo un intento de echar carne a la fiera, de demostrar a los socios ultras que se seguía teniendo la suficiente fuerza como para permitirse el lujo de hacer alguna que otra concesión liberal. Sólo esto explica la curiosa participación de Fraga en la operación. Fue la voz de Fraga Iribarne la que dio el parte del Consejo de ministros en el que se había decidido el estado de excepción, fue él quien lanzó duras amenazas contra los que no habían respetado las famosas “reglas del juego”. Fraga hacía suyo el estado de excepción para no verse apeado por los ultras y para reforzar la unidad entre el sector falangista del gobierno y el sector militar. No se quedaron atrás los del Opus Dei, dispuestos a cabriolear lo que el caballo quiera, con tal de no verse apeados.”

“Recién salidos del estado de excepción estalla el asunto Matesa. Las ilegalidades de la empresa de Vilá Reyes, miembro del Opus Dei, han sido cometidas bajo la complicidad o negligencia de los ministros económicos del Opus: Navarro Rubio, Espinosa Sanmartín, García Moncó y López Bravo. Un buen puñado de directores generales ha secundado la fechoría cometida con dinero del Estado, con dinero del pueblo. El sector falangista del gobierno creyó llegado el momento de cavar la fosa política del Opus y levantó la manta sobre el asunto.”

“El escándalo no se limitó a sacudir la salud del Opus Dei, sino la salud del régimen. Ante esta evidencia, la cólera de Franco cayó sobre Fraga Iribarne y Solís Ruiz y apuntaló indirectamente las posiciones opusdeístas. El asunto Matesa quemó a unos cuantos ministros y dirigentes del Opus, pero también a los aperturistas de la Falange. De la quema de los ministros del Opus se salvó Gregorio López Bravo, “Lolo” para las amistades, ojito derecho, amor platónico de doña Carmen que suele ponerle como ejemplo de gentleman a su nieto. Hombre bonito de doña Carmen y del Departamento de Estado norteamericano, López Bravo salió del affaire Matesa apenas salpicado y ministro de Asuntos exteriores.”

“La permanencia de hombres clave de la operación Opus como López Rodó y López Bravo se explica inicialmente por las ataduras que hay entre el primero y el almirante y entre el segundo y la familia Franco. Pero sólo inicialmente. De hecho, López Rodó es el sabelotodo de la vertiginosa carrera del Opus para copar importantes resortes económicos y políticos del país. “¡Arramblan con todo!”, gritaba Prados Arrarte en una cena política, y el grito del viejo liberal tenía una total confirmación en la realidad. López Rodó, en el secreto de los negocios del Opus Dei, hábil araña del poder financiero-político del instituto, aprovechó el affaire Matesa para consolidar la dependencia del franquismo con las nuevas fuerzas defensivas: las fuerzas del Opus Dei y de los que habían cambiado a tiempo de camisa. El gobierno monocolor que salió de la crisis Matesa hizo creer a muchos que la victoria del Opus Dei se había consumado y los ambiciosos de poder cambiaron la camisa azul de la Falange por la camisa blanca de la tecnocracia.”

Dice el articulista que hubo un cambio general de camisa en la burocracia franquista: muchos pasaron de la camisa azul de los falangistas a la camisa blanca de la tecnocracia (ministros Opus).

“López Rodó parecía controlar la situación. Y en cuanto a López Bravo superaba las primeras pruebas del juego diplomático con notas aceptables. Este ingeniero naval provenía de cargos empresariales en industrias norteñas con fuerte inversión norteamericana. Su paso por el Ministerio de Industria estuvo programado por el Departamento de Estado para ulteriores y más altos destinos. Durante las negociaciones del nuevo pacto hispanoamericano ciertos matices de terquedad nacionalista de Castiella fueron criticados por López Bravo. “Al fin y al cabo –dijo López Bravo-, con los americanos vamos a todas partes y sin los americanos no vamos ni a la esquina.” Castiella sostenía que en las circunstancias actuales de España y ante la opción representada por el relativo neutralismo francés en política exterior, España podía negociar con los Estados Unidos con una mayor fuerza.”

”Salió Castiella del Ministerio y le sustituyó López Bravo. Meses después los acuerdos se habían firmado. Según se pudo leer en un opúsculo atribuido a Castiella y que circuló clandestinamente por Madrid, la firma de los acuerdos significó una servil claudicación por parte de López Bravo. Lo que Castiella no pudo decir públicamente lo dijo su correligionario político Martín-Artajo: “España está en mejores condiciones que en los años cincuenta y puede negociar con mayor fuerza.” Pero López Bravo la perdió toda. A cambio de esta claudicación el Opus Dei recibía el espaldarazo norteamericano. Un hombre tan proclive hacia el Opus Dei como el secretario de Comercio Mr. Kennedy vino a España a pasearse del brazo de López Bravo, a proclamar implícitamente que caminaba junto a su hijo predilecto. No pasaría mucho tiempo sin que la venta de España diera buenos dividendos al Opus Dei. A raíz de la crisis de la ETA, López Bravo y el príncipe iban a Estados Unidos en busca del amparo político que los ultras les habían arrebatado en la calle.”

“Pero no todo les salió bien a los dos López en la liquidación del asunto Matesa. Se habían creado muchos enemigos y amigos excesivamente interesados. La burocracia política, las fuerzas del orden, importantes sectores del ejército no veían con buenos ojos las apariencias de “permisión” que debía permitirse al Opus Dei en el poder para justificar su aggiornamiento político. Ante todo veían cómo uno de los recién salidos del equipo, Fraga, se convertía en caudillo político del centrismo. Veían cómo los más recalcitrantes falangistas se reunían en torno al neoconservadurismo troglodítico de Blas Piñar. Veían como cuajaba un “partido” de militantes inmovilistas encabezados por Pérez Viñeta, González Vidaurreta (por entonces jefe de la Casa militar de su Excelencia) y el tartamudo García Rebull. Veían cómo los que habían abandonado la fortaleza franquista con anterioridad, llamáranse Ridruejo, Ruiz Jiménez o Areilza, no vacilaban en sentarse a la mesa con compañías políticas tan poco recomendables como el partido Comunista. Y además, incitados por el olor a debilidad política y por la necesidad de adecuar las estructuras políticas a la expansión neocapitalista, los grupos más dinámicos de la burguesía catalana, vasca y valenciana se pronuncian día a día en pro del aperturismo, el acercamiento a Europa y la normalización democrática de la vida española.”

“Desde dentro del búnker enmatesado era imposible dar el paso más allá. Fue entonces cuando se dio paso al continuismo, a la tesis de la reinstauración monárquica frente a la de la restauración, fue entonces cuando los opus-bunkeristas se decidieron por la vía de programar la democracia desde arriba y desde dentro, como una faceta más de la planeación del Plan de desarrollo. Basta leer los escritos del oficioso periodista Emilio Romero por aquellas fechas. Se veía claro que la jugada de López Rodó iba por el camino de que el régimen creara sus propios demócratas, sus propios socialistas (Ortí Bordás) y sus propios derechistas. Como ya tenía “su” sindicato, se las prometían muy felices y con un cierto tiempo por delante mientras el viejo (Franco) aguantara.”

Estas últimas frases testifican una estrategia muy empleada por el Opus: la de dominar no sólo a los que están dentro del grupo, también a los que están fuera. Nadie debe escapar a sus “encantos”.

“El viejo vivía en el rincón privilegiado del búnker y cuando era preciso sacarle a la luz pública para que hablara y contentara a sus fans y paralizara o silenciara a sus enterradores habituales, se consultaba al médico de cabecera Vicente Gil (presidente de la federación española de Boxeo) si podía resistir una inyección estimulante que le restituyera la lucidez perdida y la muy disminuida capacidad de pesca del salmón. El bruto a veces noble de Vicente Gil reaccionó más de una vez con indignación ante la instrumentalización artificial de Franco. Pero tuvo que avenirse a razones de Estado. Franco era necesario para que se respetara el estatuto del Búnker. Habían crecido los enemigos de fuera y sólo la presencia del Caudillo impedía que se arrojaran sobre la herencia.”

“En tres años (de 1969 a 1972) los hechos importantes de la alta política española han adquirido una importancia cuantitativa y cualitativa extraordinaria. Se desgastan etapas, se rompen remiendos en una rapidez de pleno consumo. Cuando López Rodó y López Bravo creían bien atadas y desatadas las consecuencias del affaire Matesa se presentó la crisis en torno a los procesos de Burgos. El proceso contra los militantes de ETA se convirtió en el proceso contra el régimen. Los que habían abdicado recelosamente de su condición de “viejos defensores” del régimen comprobaron la debilidad de los nuevos defensores y exigieron tomar cartas en el asunto.”

“En medio de este debate, Carrero Blanco, no sabía qué carta quedarse. Había jugado por Franco y con López Rodó, pero de pronto advertía que tal vez jugar por Franco ya no era jugar con López Rodó. Notaba la soledad en que vivía el búnker veía aliados de otro tiempo convertidos en voceadores de la renovación. Y los ataques se dirigían contra él, porque la cobardía seguía imperando por doquier y Franco era tabú, ni siquiera un centrista se permitía mencionar su nombre en vano. Carrero Blanco adivina que en definitiva él era el más viejo en la plantilla de camareros del búnker y que hasta López Rodó podría salvarse si saltaba a tiempo.”

“Y cuando vio que hasta Calvo Serer salía de la alianza implícita entre el Opus unitario y el franquismo, cruzaba la frontera y se ponía enfrente, el almirante buscó desesperadamente allí donde pudiera sacar fuerzas de flaqueza.”

Fuerza Nueva

Como reacción ante el proceso de transformación democrática que en esos primeros setenta experimentaba España, surge un movimiento de extrema derecha con ese nombre “Fuerza Nueva”.

“De esa ultraderecha surgió la acusación de traidores dirigida inicialmente contra Carrero Blanco y sus aliados del Opus Dei. El grupo había empezado a expresarse más o menos en torno al momento en que la Falange pierde pie político y entran en el gobierno los ministros del “milagro económico”: Ullastres y Navarro Rubio. A través de publicaciones como El cruzado español, ¿Qué pasa? y finalmente Fuerza Nueva, los ultras se habían opuesto a la inevitable apertura.”

Blas Piñar, ultra congénito, será el dirigente destacado de esa ultraderecha. De profesión notario, fue director general de cultura Hispánica hasta que lo echaron por un artículo en ABC contra los americanos. Hay una anécdota un tanto chusca de Blas Piñar con Ava Gardner que fue la que motivó el artículo antiamericano, pero se aparta de nuestro tema. En Burgos se creó un consejo de guerra que dictó las últimas sentencias de muerte del franquismo. Los juzgados eran terroristas de ETA.

“En el momento de producirse los hechos de Burgos, Blas Piñar, nuevo Rodrigo Díaz de Vivar, exige a los opusdeístas el juramento de que no han conspirado contra Franco, de que no han pretendido traicionar el espíritu del 18 de julio.” Blas Piñar se refiere al alzamiento militar que dio lugar a la guerra civil española y que culminó con la victoria de Franco. Eran los fundamentos y justificación del régimen: la victoria en la guerra. Sospechaba Blas Píñar, y sospechaba bien, que a los Opus el 18 de julio les traía sin cuidado.

“Forman en torno a don Blas el cuerpo de la burocracia, política alarmada por las consecuencias de una normalización político-administrativa que seguiría el tránsito franquista. Se apuntan también falangistas resentidos por la caída política personal o colectiva, curas preconciliares y militares que no deben al Opus Dei puestos de importancia en Consejos de Administración. Con su jerga arrancada de la más retrógada metafísica hispánica y un misticismo parafascista, Blas Piñar aglutina a la ultraderecha y la opone como un poder paralelo en la calle.”

“El almirante busca al notario. Le explica que tiene muy mala opinión de él y de su gestión.

-Usted ha abierto las puertas del poder al Opus.

-¿Y a quién se las iba a abrir, dígame usted, don Blas?

A partir de esta clarificación hay un contacto permanente entre Blas Piñar y Carrero Blanco con maquiavélica utilización por parte de López Rodó. El cardenal Richeliu del régimen opina que una ultraderecha es una excelente jugada política porque así el gobierno queda automáticamente en el centro. Nuevamente, el periodista Emilio Romero proclama y sanciona la situación: tenemos derecha (Blas Piñar), tenemos centro (el gobierno), nos falta izquierda.”

Los blaspiñaristas fueron como el niño malo del gobierno al que se le permitía hacer alguna que otra salvajada pero dentro de ciertos límites: hacían concentraciones de masas, apaleaban a progesistas en la calle, atentan contra librerías o se empecinan contra la obra de Picasso. Se ve que consideraban que su obra era antiespañola. De manera accidental voló por los aires un piso de Barcelona en el que tenían almacenados explosivos. La policía borró las pistas antes de que intervinieran los jueces.

Sin embargo sectores de la población se desmarcaron tanto de la ultraderecha como del gobierno. Por ejemplo, la burguesía vasca y catalana apoyaba la apertura política y la integración en Europa. Incluso hubo quien colaboró con la izquierda oponiéndose a los juicios de Burgos. Los tradicionalistas, uno de los pilares del régimen franquista, también mostraban su disconformidad con el “búnker opus-Franco-Carrero”. La Iglesia empezaba a tomar distancias, lo de apoyar la Cruzada ya era contraproducente. Sin ese apoyo ideológico ¿qué hacer en el búnker? ¿Morir matando?

“De momento crear instrumentos que permitieran en su día morir matando. Instrumentos ideológicos y represivos en los que los blaspiñaristas jugarían el papel de última reserva energética por si las cosas se precipitaban. Había que elegir entre la preparación de un continuismo que no vacilara en el desencadenamiento del terror, o la aceleración de la propia reforma que pudiera dar paso a una continuidad amañada. Y en la indecisión constante se optó por jugar las dos cartas. Un cirio encendido a Blas Piñar y otro al centrismo.”

Pacto por la libertad o centrismo

Ese pacto por la libertad fue una propuesta que nació de los comunistas para unir a todos los partidos demócratas del país. Los hechos de Burgos significaron el aislamiento internacional de la España franquista. Ese proceso de Burgos sirvió para aclara quien apoyaba a Franco “a pesar de los pesares”. Se convocó una manifestación de apoyo en la plaza de Oriente de la que ya se habló en otro envio sobre Ruedo Ibérico.

“La convocatoria de manifestación de adhesión en la Plaza de Oriente fue promovida por las fuerzas ultras aparentemente marginadas del poder, pero con hilos de comunicación directa o indirecta a través del matrimonio Carrero Blanco. La orgía ultra obligó al sector Opus en el poder a extremar sus votos de fidelidad al autoritarismo y a acrecentar su ayuno democrático. Todo el sector opusdeísta encabezado por López Rodó quedó implicado en una operación en principio orquestada contra ellos por Blas Piñar y los generales Gonzáles Vidaurreta, Perez Viñeta y García Rebull, como cabezas más destacadas de la conspiración al aire libre.

En torno a estos días se preguntó a una destacada personalidad del Opus Dei cómo era posible que el gobierno hubiera autorizado una manifestación que significaba un ataque directo contra su gestión.

-Ya me dirá usted quien es el valiente capaz de denegar el permiso para una manifestación de adhesión a Franco.” (Respuesta que, dadas las circunstancias, era todo un ejercicio de cinismo).

“Saltando por encima del gobierno monocolor y reclamando el cordón umbilical que unía a los ultras con Franco, se pretendía provocar una crisis en el Opus gobernante y sustituir las fuerzas defensivas del régimen por otras que respondieran al perdido espíritu de Cruzada. Fue entonces cuando López Rodó, López Bravo y sus gentes para no saltar de sus puestos hicieron lo que en su día hiciera Fraga ante el fusilamiento de Grimau o la declaración del estado de excepción: asumir la posición ultra hacerla suya y gobernar a partir de entonces haciendo caso continuo al poder invisible de la más negra reacción. En comunicación directa casi cotidiana Carrero Blanco y Blas Piñar, el almirante se convertía en puente entre el gobierno y los inmovilistas más recalcitrantes. A cambio de no rendir cuentas económicas, el Opus Dei en el poder rendía cuentas “ideológicas” y a partir de los hechos de Burgos recrudecía la persecución cultural, inventaba el fantasma de la insalubridad moral de España para justificar la vigilancia y la represión, hacía suyo el torquemadismo ultramontano.”

¡Qué bien se entiende el Opus Dei con las tiranías en el poder!

“No quiere decir esto que la única salida para el Opus bunkerista fuera gobernar como si gobernara Blas Piñar. Paralelamente buscaban una ratificación exterior y con mucha rapidez. Aún no acallados los ecos de los de Burgos, López Bravo acompañaba al Príncipe de España (futuro rey Juan Carlos) a una gira por Estados Unidos en busca del espaldarazo político de los norteamericanos. El Departamento de Estado protegió al cien por cien la operación. López Bravo fue muy bien recibido y el príncipe nada menos que pulsó el botón que ponía en marcha uno de los vuelos del proyecto lunar Apolo. Auténtico “public relations” cósmico que el Departamento de Estado consentía a título de inversión en el futuro político de España.”

“Invalidar los argumentos ultras haciéndolos suyos y buscar padrinazgo USA, ésta fue la reacción opusdeísta para no salir del gobierno. Conseguían así superar una nueva crisis pero forzaban a una toma de posición política a todos cuantos habían abandonado la fortaleza franquista para que el hundimiento no les pillara dentro.”

En ese contexto se explica en el artículo como se organizaban los “centristas” que se supone eran el embrión de un cambio político en España sin demasiados sobresaltos. Destaco algo que me ha parecido interesante, los políticos del Opus jamás cuentan con las masas en sus planes para cambiar el país. Un López Rodó por ejemplo, planeaba el presente y el futuro político de España siempre “desde arriba”. Frente a él otros franquistas como Areilza, “salió del búnker” y era consciente de que la solución política pasaba por canalizar las protestas universitarias y a los obreros, eran necesarios sindicatos que representaran realmente a tan amplias capas de población. Un “ministro Opus” nunca baja a la arena para disputar con la calle. Lo suyo es la intriga política, el maquiavelismo del que actúa en la sombra sin nunca desvelar sus auténticas intenciones.

“Matesa, estado de excepción, hechos de Burgos, son fundamentalmente hitos del franquismo, de su proceso de degeneración y sólo en ese sentido también son hitos del pueblo español. Pero en ningún caso han afectado el crecimiento organizativo y combativo de las masas, de las fuerzas del trabajo y de la cultura. El propio Areilza, en una cena privada, reconocía hace unos meses que aliarse con los menos ultras del actual gobierno es como aliarse con nadie, que Carrero Blanco políticamente durará lo que dure Franco y que ningún político Opus Dei tiene la menor capacidad de arrastre de masas: “Blas Piñar tendría votantes. López Rodó ninguno.” (…)

El problema que se le ve a la solución de los “centristas” es que está abanderada por sectores que han estado muy a gusto con Franco durante décadas. El obligado despegue hacia posiciones liberales tiene que ser lento y pausado. Parecía bastante claro que a la expansión económica del país el poder en manos de los militares no le venía ya nada bien. Por lo tanto se avistaba que habría cambios aunque no se sabía en 1972 por donde irían las cosas en el futuro político más inmediato.

Los problemas del búnker

“Mientras tanto los problemas del búnker se agravan. Franco sufre traspasos biológicos que se convierten en periódicos traspasos de poder. Si se convierte en cadáver no va a haber quien aguante dentro del sótano el hedor a cuerpo corrupto. Esta situación agudiza la crispación interior. Por su cuenta y riesgo el almirante trata de asegurarse un lugar en el olimpo político el día en que falte su patrón. Las sucesivas deserciones han ido aumentando su recelo. Sólo le faltaba la huida de Calvo Serer. Ni con el Opus Dei puede estar seguro. No es de extrañar que recoja solidaridades tan interesadas como las de los pleistocénicos blaspiñaristas. No es de extrañar que juegue las bazas de los más apocados, de los más condicionados por su mediocridad e irrelevancia.”

“A partir de los hechos de Burgos el gobierno del almirante ha hecho una marcha atrás acelerada en los cortos pasos aperturistas. De momento López Rodó ha conseguido que no le pidan el libro de cuentas y a cambio ha dado su visto bueno al corte de cabezas culturales, a la represión universitaria y a la carnicería periódica entre la clase obrera. En estos dos últimos años el ministro de la Gobernación ha acumulado bajo su responsabilidad más de una decena de muertos a tiro limpio por las fuerzas del orden.”

“Pero hasta estas fuerzas del orden son insuficientes para la sicosis de pánico que reina en el búnker (…) tanto Carrero Blanco como Garicano Goñi amparan la nocturnidad y alevosía de los comandos de la ultraderecha financiados con fondos especiales del Ejército.”(…)

“Todo poder tiene su alcoba. Todo gobernante sus horas bajas y sus debilidades. Pero en la atmósfera enrarecida del búnker, las horas bajas del almirante, sus debilidades, obran como un cuchillo que corta la niebla de la crispación. López Rodó cuenta los días políticos que le quedan. Villar Palasí alterna las prácticas de judo (es cinturón negro) con los electrocardiogramas. Sánchez Bella conspira para adivinar como ha hecho Fraga para adelgazar tanto. López Bravo cree que el charme aliviará su caida política. El almirante es el que preside la histeria del búnker, el que la pincha y la corta bajo la sombra titular del gran invalido (Franco).”

“Sabe que aún le quedan muchas fuerzas. Que aún le quedan muchas bazas por jugar. (…) De momento el búnker telegobierna y es el único que está totalmente informado de lo que se sabe y desconoce” (…)

“El búnker es restringido pero ancho (…) Tal es su aislamiento que ni siquiera se enfrentan directamente a la opinión pública. Han escogido un seudónimo, Diego Ramírez, para escribir y publicar artículos en el que comunican las tesis del gobierno sobre lo divino y lo humano. Diego Ramírez, un hombre que incluye la pluma de Gonzalo Fernández de la Mora, la voluntad política del almirante, las sugerencias estratégicas de López Rodó, la formulación leguleyo de Fernández Miranda.”

“De vez en cuando, reciben una llamada de doña Carmen que protesta porque el Caudillo sale poco últimamente en la televisión y en cambio el príncipe sale mucho. Franco está un tanto al margen de las cosas de su mujer. Ya lo dijo en cierta ocasión a un recién nombrado Director general de algo:

-Usted haga como yo. No se meta en líos. Sea apolítico.

Y la verdad sea dicha cuando el viejo truculento sale de su noche de parkinson, hasta Carrero se abrillanta las botas y la sonrisa.

El búnker. Frente al avance incontenible de la voluntad de cambio de todo un pueblo.”