Contestación dentro del Opus Dei

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Autora: Normandía, 22 de noviembre de 2006


¿Saben ustedes cuántos Consiliarios han abandonado el Opus Dei? No tengo la lista completa, y tal vez entre todos podamos realizarla, pero por el momento se me ocurren los siguientes: Antonio Pérez Tenessa, ex de España; Juan Francisco López Félix, ex de Méjico, que no abandonó el sacerdocio; Y los anteriores de Puerto Rico y de Francia (este último fue también miembro del Consejo). ¿Se fueron por motivos de contestación? Para ser sinceros hay que decir que algunos se marcharon en apariencia por otras razones, pero esas otras razones en el fondo denotan que no se encontraban plenamente contentos con su situación. Supongo que no estarían de acuerdo con los manejos de la organización. Lo que acabo de describir es un exponente de una realidad muy general: se puede decir que el 95% de la gente que se hizo del Opus Dei ha abandonado la institución después de más o menos años. ¿Por qué se va la inmensa mayoría? ¿Todos por amor a este siglo? No. Se van porque se sienten defraudados, engañados, presionados o manipulados. Esto sí que constituye la mayor evidencia de contestación interna...

Muchísimos se fueron –numerosos sacerdotes incluidos- después de batallar hasta lo indecible para que el gobierno del Opus Dei cambiase toda una serie de procedimientos y actitudes gravemente contrarios a la doctrina y pastoral de la Iglesia –Vaticano II incluido-, a la naturaleza humana y al mismo presunto espíritu secular de la institución. Lo único que consiguieron fue ser vomitados por el control y coacción totalitarios. Desde todas partes del mundo gentes con una formación y categoría intelectual y humana maravillosas, y con una entrega probada a sus espaldas, enviaron innumerables escritos a los directores explicando razonadamente sus sensatas discrepancias. No crean que fueron escuchados. Al contrario, esos informes que redactaron en conciencia se volvieron contra ellos, porque en la Obra no hay libertad de expresión; las palabras que inocentemente salieron de sus bocas en confidencias con los directores, les pusieron en una situación de sospecha y desconfianza. A todos se les negó explicación o respuesta alguna. Y poco a poco se fueron acercando a la salida o al ostracismo más completo. Esta es la repetida historia de los que han descubierto la verdad y han luchado por ella. Es el testimonio más patético de una recta contestación interna que viene de muy atrás y es numerosísima. Porque en el Opus Dei el totalitarismo es lo más sagrado y cualquiera que atente contra el es sacrificado. En la Obra no se sirve a la voz que viene de Dios, sino a la voz del soberano absoluto, que es a la vez dios y el pueblo (según aquello de “el pueblo soy yo”), en última instancia a la voz de su dueño: las ocurrencias del fundador y de sus sucesores.

Pero existe actualmente en el Opus Dei otro modo de contestación mucho más eficaz: el de aquellos y aquellas que callan sus discrepancias y esperan en la sombra el momento oportuno para comunicarlas aquí y allá. Este fenómeno contestatario es más abundante de lo que parece. Se da en todas las instancias, hasta muy cerca del Prelado como en los antiguos regímenes absolutistas. Se da entre los intelectuales y personas abiertas de cabeza. Se da especialmente en las facultades eclesiásticas de la Prelatura, donde se cultivan las ciencias sagradas y la filosofía. Se da en los colegios de enseñanza media en los que muchos numerarios y supernumerarios aguantan lo indecible por su dependencia económica del Opus Dei. Se da en todos aquellos que cada vez hacen menos caso a las coacciones y manipulaciones de los directores y encargados de grupo.

Conviene que todos sepan que buena parte del pueblo fiel de la prelatura se encuentra en esta situación. Entre ellos podemos citar algunos conocidos teólogos que murieron por enfermedad como consecuencia de la tragedia de ver que se no se hacía caso de la doctrina de la Iglesia: Antonio Ruiz Retegui y el argentino Raúl Lanzetti. Raúl llegó acá completamente hundido de lo que vio en Roma, hasta que al poco tiempo le dio un infarto.

Existen fundados motivos de desacuerdo con la institución: falta de transparencia, engaño en todos los órdenes –dicen una cosa y es otra-, coacción psicológica de menores en nombre de Dios, alteración de la verdad histórica sobre el fundador y la Obra, ausencia de libertad y responsabilidad personales y abusivo control por la conciencia, encorsetamiento en normas absurdas, desviación de los fines de la institución, imposibilidad de diálogo, represión, y, en definitiva, fanatismo. Si eres un miembro del Opus Dei descontento, piensa que hay muchos más como tú y que ocuparse de estas cosas y leer opuslibros no es inmoral sino, al contrario, un ejercicio de realismo y lucidez. Que la página no es producto de traidores y caídos, sino un instrumento de expresión libre también para los de dentro, cosa imposible en la institución. Que esta web ha nacido y crecido como consecuencia de muchas actuaciones injustas, de una realidad opresiva y decadente por parte de la Obra. Que a nadie con dos ojos en la cara se le oculta el progresivo derrumbamiento de la institución y la absurda insistencia oficial en que todo va maravillosamente. Ha llegado el momento de ser claros y hablar sin miedo. Bastará una pequeña chispa para que se aúnen voluntades y todo este fantasmagórico y ridículo montaje propagandístico de los pocos que realmente gobiernan se venga abajo.


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