Agregados (físicamente) sordos y ciegos

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Por Nachof, 8.12.2008


En esta página ha quedado patente muchas veces que el Opus Dei aspira a tener una estructura piramidal en la que la parte más numerosa sean los supernumerarios/as y, a continuación, por número, sean los agregados/as y arriba del todo los numerarios/as. Esto, que puede ser cierto en algunos casos y lugares, en muchas ocasiones no lo es. Me estoy refiriendo naturalmente a la condición de agregado, una rara especie que es vista como especial en algunos países que todavía no poseen esta entrega. Y dentro de los agregados todavía es más raro encontrar a uno que sea, físicamente, sordo o ciego. Yo conocí a algunos y, por ello, paso a tratar de ellos, siguiendo la indicación de Ex Apéndice que en uno de sus artículos animó a que se hablara más de estas personas. Si entráis donde se indica mi nombre veréis que he publicado mucho desde que comencé a escribir en Opuslibros, pero de los sordos y los ciegos no había hablado nunca, salvo cuando traté del fallecimiento de alguno, como sucedió en mi último artículo titulado "Balance de noviembre"...

Dos años antes de dejar la Obra viajé a Helsinki por un asunto profesional. Allí la prelatura estaba muy poco extendida. Los numerarios de la única residencia allí existente me trataban como un caso raro, pues la mayor parte sabían que existía ese tipo de entrega, pero no habían visto a ninguna persona que fuera agregado. No me extraña que se puedan producir hechos como éste, pues, aun estando en el mismo centro, numerarios y agregados se conocen muy poco, salvo los que pertenecen al llamado "consejo local". El Opus Dei, según su fundador, es una gran familia. Los hechos demuestran todo lo contrario. Muchas veces los numerarios residentes en el centro casi no hablan con los agregados, por lo que no es extraño que unos no sepan el nombre de los otros. Existen zonas que se denominan "de los numerarios" y, por lo tanto, a algunos no nos gustaba pisar para que no se molestaran estos "hermanos". A título particular diré que yo tardé seis años en que me invitaran a comer en la residencia del centro de numerarios al que pertenecía. Yo oía que había agregados que iban a comer en su centro, pero a mi no me invitaron hasta que llegué al llamado "curso de estudios" en el verano de 1971, en la residencia de profesores del colegio Tajamar de Madrid.

Un país al que se va a empezar jamás comienza con agregados, pero sí con numerarios. De acuerdo con las normas que rigen en el Opus Dei no se puede empezar la labor de agregados mientras no estén desarrolladas las de numerarios y supernumerarios. Por ello me explico que Ex apéndice haya utilizado este nombre. Invito a leer mis artículos en Opuslibros para que se vean hechos concretos de cómo se nos trataba.

A los numerarios se les exige ser universitarios, salvo contadas excepciones, como fueron un cantante de ópera y zarzuela que existió en México procedente de España y Chema D.M., al que ya me referí en otro de mis artículos. Los agregados pueden ser universitarios o no. Lo que no saben la mayor parte de las personas es que dentro del Opus Dei han existido agregados sordos y ciegos. Eran solamente dos en cada caso. Con el tiempo, me he enterado que ahora los directores de la Obra no dejan pitar como agregado a ningún sordo o ciego, debido a las especiales características que poseen. A las personas con estas condiciones físicas sí les dejan pitar como supernumerarios.

El primer sordo que pitó fue Víctor L. J., cuyos padres eran de la Obra y también la mayor parte de sus hermanos, de los que alguno ha ocupado importantes cargos en el gobierno del Opus Dei en algún país americano. El "pitaje" fue hacia 1964 o 1965. El fundador de la Obra le envió una cruz de palo en miniatura, por ser el primero con estas especiales características. Era una persona, a la que había que escribir la meditación que daba el sacerdote en el centro o en el curso de retiro. Lo mismo sucedía con Alberto Luis F. también sordo y con un hermano numerario y otro supernumerario, que un buen día decidió irse. Nadie nos explicó qué había pasado con él. No le he vuelto a encontrar. Tambien era agregado sordo Don Agustín, un sacerdote de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, al que la Santa Sede autorizó que se ordenara como presbítero y posteriormente pitó.

En mi último artículo me referí a Manolo Armesto, un agregado ciego que había pitado en 1956, que fue enterrado en una sepultura temporal en el mes de octubre de 1976. Fue el agregado ciego de más edad que conocí. Tenía terminados los estudios de profesor mercantil y trabajaba en la Organización Nacional de Ciegos (ONCE). Posteriormente pitó José Enrique F. del C., licenciado en Ciencias Matemáticas por la Universidad Complutense de Madrid, que fue concejal del Ayuntamiento de Madrid por un partido liberal y trabaja actualmente en el colegio de la ONCE en Madrid. Yo nunca había visto textos escritos con el método Braille. Por cierto, éste último aprovechaba su condición de invidente para ocupar un buen puesto en el estrado en las tertulias o reuniones con el prelado del Opus Dei que tenían lugar en alguna obra corporativa. Y es que las tertulias poseían toda una preparación en las que jugaban un importante papel los focos y todos los que se movían junto al que llamaban Padre.

Sin embargo, tanto Manolo como José Enrique eran uno más dentro del centro de agregados. Lo mismo puedo decir de Víctor y Alberto Luis. Ninguno de ellos era menos que los demás que nos movíamos en el centro. Manolo y José Enrique eran encargados de grupo de supernumerarios y alguna vez fueron los que hablaron en el "círculo breve" semanal. No tengo constancia que hayan llegado a ocupar el cargo de subdirector o secretario del "consejo local" del centro de agregados o el de supernumerarios.

Ex Apéndice nos invitaba a explicar cómo actuaban los agregados. Algún artículo suyo ha explicado algo de la la tertulia con el fundador del Opus Dei, hoy San Josemaría Escrivá de Balaguer, tuvo con un grupo de los entonces oblatos en la Basílica Pontificia de San Miguel, cuyo rector era Antonio Pérez Tenessa. Él estaba allí. Podía contarnoslo. Recuerdo que dentro se nos decía que el entonces presidente general del Opus Dei decía que si le dieran a elegir se quedaría con la vocación de oblato (ese era el nombre entonces), porque eran los que estaban más en medio del mundo. Para mi sus palabras eran meras palabras, para contentar a los que tenía delante. En el Opus Dei nunca han pintado nada.


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