¿Cuándo se torció todo?

Por Mediterráneo, 6/05/2022


Llevo tiempo pensándolo. ¿Cuándo se torció un mensaje intrínsecamente bueno como es “poner a Cristo en la cumbre de todas las actividades humanas”? No creo que el 2 de octubre de 1928 se escucharan campanas, o se vieran iluminaciones. Eso es lo que en poesía se llama “licencia poética” y en narrativa “ficcionar”, que es muy lícito y muy bueno, pero que no deja de ser adornar para la propia conveniencia algo que de por sí no estaba adornado.

Creo que todo se torció cuando escrivá empezó a vestir el mensaje de "voluntad de Dios" según le convino, o según sus gustos, o según la ventolera que le daba a cada momento. Así, por ejemplo, el mensaje se torció cuando se hizo voluntad de Dios de, entre otras cosas, el siguiente popurrí:

  • El fin justifica los medios. Cualquier medio.
  • Los varones servidos a cuerpo de rey por numerarias auxiliares, mañana, tarde y noche, todos los días del año sin excepción.
  • Seres tóxicos con cargos de dirección solo por saber obedecer “y-vivir-muy-bien-el-espíritu-de-la-obra”
  • Servirse de la Iglesia, y del Estado, para sus propios fines
  • Llamar “vocación” a un trabajo de esclavitud por el que no se cotizaba, no se pagaba un salario ni decente ni de ningún tipo y que no tenía, hasta recientemente, ninguna hora de descanso.
  • Los crespillos el viernes de dolores
  • Las numerarias durmiendo en tabla
  • Las numerarias no fuman, los numerarios sí. Hablamos de cuando fumar estaba socialmente bien visto.
  • Las numerarias, agregadas y numerarias auxiliares no llevaron pantalones hasta 1994. Ahí la voluntad de Dios cambió y, después de una reunión para ver qué se hacía con los traseros voluminosos, Tomás Gutiérrez, en ese momento vicario para la región de España, decidió que sí, que la voluntad de Dios era que se llevaran pantalones.
  • Las auxiliares consideradas tercera clase
  • Los sacerdotes ordenados a voleo y según el bienteveo de los directores
  • Los informes de conciencia
  • El control sobre todas las actividades y todos los momentos de la vida de una persona.
  • Dos tertulias al día, sí, sí, sí o sí.
  • La sección femenina sin voto en la elección del prelado
  • Las personas medicadas a destajo, sin control, sin vigilancia, por parte de director@s y médicos sin escrúpulos para quienes, lo decía al principio, el fin justifica cualquier medio.
  • Todo vale a la hora de conseguir dinero, propiedades, joyas, objetos de valor, herencias jugositas. Todo vale, sea legal o ilegal, justo o injusto. Todo vale.
  • La “santa” pillería, en forma (entre otras) de no pagar impuestos para después mentir y percibir prestaciones, en forma de defraudar a Hacienda, en forma de nunca pagar ni un céntimo y siempre, siempre, siempre, intentar cobrar, de donde sea, de quien sea, como sea.
  • La “santa” desvergüenza en forma (entre otras) de mentir sin decoro y sin rubor a las familias, diciéndoles que adolescentes de catorce, quince años, iban a estudiar a una escuela cuando lo que hacían era trabajar gratis 18/24.
  • La “santa” coacción, en forma (entre otras) de presionar a menores para que pidieran la admisión, sin explicarles nada en absoluto de lo que les esperaba y con prohibición expresa de comentarlo con sus familias, a pesar, repito, de ser menores de edad.
  • Manipular conciencias a través de la confesión y/o la dirección espiritual
  • Santificar la mentira y practicarla sin remordimiento.
  • Calumniar a quien se iba (“se ha marchado con el lampista”, “se ha ido con un hombre”) y no decir la verdad: esa persona no aguantó más.
  • Puertas de acceso al exterior cerradas con llave, de manera que sea imposible acceder al recinto o abandonarlo.
  • Tener un prelado completamente inepto y prácticamente incapaz cuyo único valor fue haber convivido con el fundador, no tuvo otro.


Cuando a la muerte de escrivá todo se hizo “fundacional” y se esculpió en piedra, el mensaje se torció sin remedio y de manera irrecuperable, y la institución estaba, sin saberlo, firmando su propia sentencia de muerte.

La adaptación a las diferentes circunstancias y momentos, el cambio, la evolución, son signos de vida. Cuando no existen, aparece la muerte.



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