Ser novios. El Opus Dei en la actualidad

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Por Mikaela, 26.09.2014


Por motivos de salvaguardar mi identidad y proteger mi integridad, usaré lugares y nombres ficticios pero respetaré la realidad desde mi posición. A excepción de eso, nada de lo que voy a relatar es falso.

Nunca me he atrevido a escribir. Os leo desde hace años y siento que sois las únicas personas con las que me puedo abrir. Nunca he contado mi historia con total sinceridad, ni siquiera a mis padres, porque hasta que no lo vives de cerca, da igual lo que te cuenten o lo que leas, no te imaginas la magnitud del Opus. Espero que me comprendáis.

Me llamo Micaela y mi historia en el Opus Dei empezó cuando tenía más o menos 15 años, como muchos de vosotros, pero no de la misma manera...

Yo no conocí el Opus Dei porque alguien me invitará al club, ni por ir a un colegio de la Obra, ni porque me incitará nadie vinculante a la Obra.

Todo empezó un día estando con mis amigas en la cola del cine: conocimos a un grupo de chicos muy majos y un poco más mayores que nosotras, que estudiaban en el mismo colegio (diferenciado, cosa que nos hizo bastante gracia al principio) y en universidades repudiadas de la zona, lo que de un modo u otro nos hizo cogerles bastante confianza de entrada. Parecían buena gente. Al poco tiempo empezamos a ir con ellos y posteriormente, a emparejarnos (¡Cosas de la edad!).

Recuerdo que a todas nos llamaba la atención que todos fueran al mismo colegio o universidad privada, que por lo que veíamos, TODOS venían de familias similares (numerosas y bien posicionadas, algo que chocaba pues nosotras teníamos un abanico más heterogéneo de amigos), y que las únicas chicas con las que se relacionaban eran hermanas, primas o amigas de estas (algo raro por la edad y porque muchos en teoría estudiaban en la universidad). También, que todos ellos afirmaban ser católicos practicantes. Nadie nombró ni afirmó pertenecer, ni antes ni una vez empezada la relación sentimental, al Opus Dei (pero sí nombraban LA OBRA, LOS RETIROS o el COLEGIO DE FOMENTO [lenguaje en clave, que una persona “DE FUERA” no termina de entender]).

Nada más conocernos todos un poco mejor y con las supuestas relaciones en pie, empezaron a adentrarnos en su estilo de vida algo inusual en gente de nuestra edad, como ir a misa, a reservados en discotecas, algunos iban a los clubs -que luego hablaré de esto- cenas y reuniones de amigos en los locales más caros, y su círculo social, que repito, nos llamaba mucho la atención, porque todos eran conocidos y muy parecidos en cuanto a trayectorias familiares y de estudios.Entonces ya sabíamos que eran del Opus Dei, que yo no tenía muy claro qué era porque nadie se sentó nunca a explicarme qué era el Opus Dei- mi impresión era que eran muy conservadores y no les gustaba relacionarse con gente de religiones distintas- , pero parecía que aquello no nos perjudicaba mucho, más bien nos costaba seguirles el ritmo porque mis amigas venían de orígenes diferentes, la gran mayoría veníamos de familias tradicionales y creyentes (no tan llevadas al extremo) nos impactaba su entorno y podernos permitirnos todo lo que ellos hacían, a pesar de que ellos insistían que tampoco tenían dinero y que eran muy humildes (yo soy un tío normal también[¿?]).

Al poco tiempo mis amigas dejaron de juntarse con ellos, la cosa no tiraba pa’lante y se alejaron pero yo seguí con mi pareja y ellos no volvieron a nombrarlas nunca más estando yo presente. Como si no hubieran existido. Noté como a partir de entonces a ellas no les hacía gracia que yo saliera con Pablo, aunque nunca me dieron motivos, y poco después perdí el contacto total con ellas.

Pablo era un chico obsesionado con estar en el top de todo, si no se desmoralizaba con facilidad. Se le daban bien las amistades, los deportes, los estudios y tenía ambiciones muy elevadas para tener apenas 18 años (típico perfil de aspirante a numerario). Parecía el partido perfecto y su principal meta entonces era ser abogado como su madre. Era bastante cordial con todo el mundo, algo inocente con las chicas (por el poco contacto con ellas en su infancia) no se solía mojar mucho opinando y ponía continuamente el noviazgo de sus padres como modelo a seguir.

Sus padres eran supernumerarios y fuertemente unidos a la obra. Iban a misa de diario, obligaban a sus hijos a confesarse, les dejaban ir a todos los acontecimientos religiosos de la ciudad pero luego les restringían hacer cualquier cosa, el sexo era un tabú y la familia, algo idealizado y sagrado. Protegían a los hijos de manera muy dictadora y cuando hacían algo que ellos consideraban poco honrado les imponían sanciones severamente aun siendo mayores de edad. Llegué a ver canales censurados en la TV, rollo familia FLANDERS!! Su padre era profesor en un colegio de fomento al cual iban sus 5 hijos y su madre dirigía un Bufete de abogados aunque estaba dada en cuerpo y alma en la colaboración de promover la Obra y su ideología en diferentes organizaciones como Provida, periódicos online, cursos prematrimoniales… Una auténtica fanática. Como Pablo y yo sabíamos que a sus padres no les haría gracia que yo no fuese creyente, decidimos hacerles creer que sí, pero aun así tampoco les entusiasmaba que estuviéramos saliendo porque sabían que mi familia no era del Opus y con nuestra edad le restaban importancia al noviazgo. A menudo le alentaban en conocer chicas de Montemedio (colegio de fomento femenino) porque TAL ERA MUY GUAPA Y SE IBA A ESTUDIAR A NAVARRA ¡PARTIDAZO!, o X ERA UNA CHICA MUY INTELIGENTE, LA MEJOR DE SU PROMOCIÓN etc. La verdad es que esas cosas me hacían sentir mal y desprestigiada, algo que sentí el resto de mi relación, y él tampoco se enfrentaba a tal situación. Estaba completamente subordinado a los deseos de su familia, carecía completamente de opinión propia.

Él me hablaba muy poco del Opus Dei y aceptaba que yo no fuese creyente, respetábamos nuestras ideas y habíamos acordado desde un principio convivir con ellas, aunque no hablábamos demasiado de esto (¿por qué sería?), pero como yo no recibía ningún tipo de información sobre la Obra, lo único que sabía era lo que estaba viendo en vivo y en directo, a veces era inevitable no preguntar las cosas (¡¡no entendía nada!! ¡¡Muchos cabos sueltos en mi mente!!) Cómo por ejemplo, ¿por qué te llaman los del Club al móvil?


CLUBES, COLEGIOS DE FOMENTO Y UNIVERSIDADES

Un Club es un lugar, diferenciado también, de encuentro para niños y jóvenes dónde realizan actividades (como bailes, excursiones, partidos de fútbol, jornadas intensivas de estudio) y todo es maravilloso e ideal. Pero como todo en el Opus, la teoría parece bonita, la práctica es sectaria. Mi novio iba al club únicamente a prepararse el selectivo porque ya estaba crecidito para participar en las actividades (cosa que hizo de niño, como sus hermanos pequeños hacían entonces), y además allí se encontraba de vez en cuando a amigos que habían dejado el colegio de fomento y que sólo se encontraba allí buscando un sitio dónde estudiar. Pero el Club tenía más: era el sitio, dónde después del colegio, podían seguir teniéndolos amarrados al lavado y las actividades eran mera excusa, ya que si no ibas, te llamaban a casa, a tu madre, a tu padre, a ti, a quién hiciera falta, para que volvieras. Yo iba a natación y no recuerdo haber faltado algún día y que me llamaran metiéndome tanta presión, para nada. Además, es una forma de que los hijos se relacionen con gente como ellos porque el Opus es una burbuja e interesa que los miembros estén en la realidad que ellos mismos han creado porque les conviene a lo que tienen montado. Allí ya te van indicando tu vocación ¿y qué es la vocación? Aquello para lo que has nacido, como ser artista, deportista, militante de un partido político, una ONG… PERO NO!En el Opus, tener vocación visto desde fuera, es o vivir por y para la Obra, o tener familia en la Obra y que tu descendencia escoja una de estas dos opciones.Pero ¿cómo le enseñas a un niño, qué va con la idea de ir a jugar al fútbol y de acampada, que la vocación es eso, cuándo no lo es? ¿No es acaso eso manipular? ¿Y si el niño cree en Escrivá de Balaguer pero sin embargo quiere emparejarse y no tener hijos? ¿O no enseñarlos en la condiciones de la Obra? ¿Entonces ya no se merece el honor de formar parte de ella? ¿Por qué si no das el perfil, desde pequeño, ya no vales? ¿Y quién cojones va por obligación a un club juvenil a hacer meditación (círculo espiritual)?¿Cómo puede saber un chaval de 15 años qué quiere hacer con el resto de su vida, si le falta todavía un millón de experiencias por vivir? Él y sus amigos lo veían como algo típico, como con orgullo,y yo, con 16 años que tenía cuando veía estas cosas, cuando preguntaba ¿Pero cómo va a saber ya que quiere ser del Opus el resto de su vida? (no me estaba pareciendo algo tan bueno como para estar ahí para siempre) la respuesta era: Tú no entiendes porque no estás ahí, pero está bien hecho, y no voy a discutir con quién no sabe.A partir de ahí me di cuenta que mis creencias y mi condición sí importaba. Y cada vez que iba al club o había estado en él, su actitud conmigo cambiaba: se volvía más curioso e inseguro, hasta que me comentó que allí tenía “un amigo de confianza” (en realidad sería un numerario) al que le contaba algunas dudas que tenía. Como me daba la impresión de que no le decía cosas buenas y que aquel “amigo” le daba su opinión de mí sin conocerme para encauzarle en el sendero de los numerarios, empezamos a discutir.

Con las únicas personas con las que podía hablar o preguntarles algo de esto sin miedo eran los amigos que seguían yendo con ellos pero por alguna razón u otra habían dejado de ir al club o al colegio de fomento. Todos se salían del perfil de hijo ejemplar, que eso no significaba que fueran mala gente, incluso algunos habían sido motivados en dejar el colegio por los mismísimos profesores porque por lo visto no eran suficientemente buenos, así que efectivamente mejor irse de allí que quedarse y aguantar ¿no? Entonces, ¿los colegios de fomento son pura imagen? Porque yo veía que todos los de ese colegio, al que llamaré Puntaverde, venían de familias a las que les mola el aparentar, tapar el camino a billetes, el mamarracheo, o de padres Súpers… Niños esclavos de la ideología de sus padres... El nivel académico, bajuno. Se relacionaban con gente como ellos. Lo raro es que fueran conmigo ¿no? (¡¡¡dilema para la servidora!!!), los profesores, también incitándolos a relacionarse con las chicas de los colegios paralelos a los suyos, ¿y la educación sexual? JA JA, MEJOR NO HABLAR. Pero le daban mucha importancia a la ornamentación, a ser los mandamases del mañana (más importante que ser feliz, OJO)una educación completamente elitista, calvinista, que se veía reflejada en Pablo cuando lo sacabas de la burbuja: tenía una actitud completamente de superioridad y prepotencia cuando estaba con gente que no era del tipo de la suya. Al final los chavales que se salían del colegio o del club también se salían de su círculo de amigos y con los años he visto como han hecho recorridos con sus vidas completamente diferentes (Lo que hace la educación…).

Mantuve una esperanza en ese período de que, cuando Pablo empezará la universidad, al separarse un poco del entorno colegio-club-profesores-compañeros, vería un poco cómo era el mundo de verdad y cambiaría su punto de vista ante algunas situaciones. Que se sensibilizaría al estar en contacto con gente diferente a él, fundamental para desarrollar la empatía, la tolerancia y tener una mente abierta en constante desarrollo. Pero no, la que se estampó de morros fui yo, porque en la Universidad había mucha gente de Puntaverde,Montemedioy ‘’de buena familia”y por lo visto por relaciones de parentesco, y un hilo invisible estaban todos conectados.Por si la influencia familiar, escolar y de los clubs no fuera grande, tal es la enseñanza que una vez fuera, se arriman a similares…

A partir de ahí todo comenzó a cambiar, me cayó toda la tormenta encima. Empezó a frecuentar un colegio mayor de la ciudad, recomendado por un amigo que vivía ahí, porque allí podría estudiar tranquilo, excepto que no son el 90% niños y el 10% numerarios como en el club, sino que son 90% numerarios y 10% pardillos ¡¡¡HORROR!!!

Se volvió distante, cortante, frío, más cerrado en expresar sus sentimientos de lo habitual, se obsesionó conmigo y con el Opus Dei… Todas las conversaciones que teníamos eran sobre mis expectativas ante la vida y mi relación con él, y cuando respondía algo que no era lo que él se esperaba… Se callaba y dejaba de hablarme durante unos días. Siempre estaba estresado y a veces en la intimidad lloraba con facilidad sin explicación alguna. Como era mi pareja, sufría mucho por él, le aconsejaba como mejor podía, era como si se me partiese el alma en cachitos pequeños e intentaba ayudar con todos mis medios, pues sus padres, a pesar del pegamento familiar del cual presumían tener, no se preocupaban en absoluto por la situación emocional de los hijos, al contrario: los presionaban más según sus expectativas, cosa que empeoraba más la situación. Está bien ser exigente con los hijos, pero todo tiene un límite y una buena educación no consiste sólo en ir a misa.

Cuando cumplí 20 años me propuso matrimonio como un proyecto de futuro. Acepté porque estaba enamorada pero le pedí tiempo para eso, porque todavía era muy joven, pero a los meses a él ya le quedaba poco para licenciarse en derecho y empezó a meterme prisas porque quería casarse después de graduarse. Sin saber cómo me metí en un callejón sin salida… Vi después de 5 años como era su personalidad real, vi como cuando sociabilizaba era una persona elegante, discreta y amable, mientras que en la intimidad era débil, falto de cariño, autoritario y machista, pues yo como novia, y sobre todo COMO MUJER, no tenía ni voz ni voto. Las conversaciones volvieron a ser como años atrás: sobre mi vida, mis expectativas, mis ambiciones, mis planes de futuro, todo en plan regañina, yo podía opinar, pero no decidir, porque a pesar de que yo no fuese creyente, debía casarme por la Iglesia (la que el escogiera *guiño guiño*), bautizar a mis hijos (¿¿¿¿¿¿¿¿¿HIJOS????????????) y adoctrinarlos como sus padres hicieron con él… Como no quería cedió durante un tiempo y a cambio, me dio Camino. Toma, espero que te guste… Debería escribir otro relato sobre eso.

Al final, eché la vista atrás y dije que no… Con el corazón en la mano (el amor nos irracionaliza) me di cuenta de que no podía estar con una persona así… Que después de años su familia todavía no me aceptaba y un matrimonio sería un continuo enfrentamiento, sus hermanos no se comunicaban conmigo y con sus padres hablaba lo justo porque siempre eran los mismos temas de conversación, nunca tuve una relación a mi altura, siempre apoyé sus decisiones e ilusiones aunque se estamparan con mi ideología, pero el Opus le impedía aprobar las mías… Detrás de esa coraza de persona madura e inteligente, se escondía alguien infantil siempre a la espera de la aprobación de sus padres y directores espirituales… Y me duele mucho decirlo pero una persona así nunca será feliz. Después de eso, no volví a saber nada de su familia ni amigos. Como si nunca hubiese existido. Él, en cambio, se ha casado con una arquitecta que estudió en Montemedio.

Soy demasiado joven y no quiero saber nada más de la Obra… Me faltarían palabras para expresar lo triste y fuera de lugar que me he sentido. ¿Y si me hubiese quedado? ¿Qué habría pasado? ¿Sumisión o vocación?



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