Programa de formación inicial (B-10), Roma, 1985/Apartado IV 12

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12. CREO EN EL ESPÍRITU SANTO, CREO EN LA SANTA IGLESIA CATÓLICA (I)


CREO EN EL ESPÍRITU SANTO

La Tercera Persona de la Santísima Trinidad

  • El Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, distinta del Padre y del Hijo, de los que eternamente procede como Amor subsistente. Así como la Palabra de Dios es el Hijo, el Amor de Dios es el Espíritu Santo141.
  • En el Símbolo Niceno-Constantinopolitano rezamos: "Et in Spiritum Sanctum, Dominum et vivificantem: qui ex Patre Filioque procedit. Qui cum Patre et Filio simul adoratur, et conglorificatur: qui locutus est per Prophetas". Se dice:
  • Dominum (Señor), porque el Espíritu Santo es Dios, y porque gobierna y dirige nuestras vidas para llevarnos a la santidad;
  • Vivificantem (Vivificador), porque así como el alma da la vida al cuerpo, así la gracia —don del Espíritu Santo— da la vida al alma;
  • qui ex Patre Filioque procedit, porque es el Amor que procede del Padre y del Hijo (cfr. Catecismo, 246-248);
  • qui cum Patre et Filio simul adoratur et conglorificatur, porque, por ser Dios, debe ser adorado y glorificado junto con el Padre y el Hijo;
  • qui locutus est per Prophetas: pues movidos por el Espíritu Santo, los profetas nos hablaron y enseñaron los misterios de Dios.

141 Otros nombres del Espíritu Santo son: "Don" (porque el Padre y el Hijo se dan en el Espíritu Santo, y porque de este Don increado procede todo don creado) y "Paráclito" (que significa Abogado y Consolador, porque el Espíritu Santo ha sido enviado para estar siempre con nosotros).


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La Misión del Espíritu Santo

  • La Tercera Persona de la Santísima Trinidad "coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo del Designio de nuestra salvación y hasta su consumación. Pero es en los «últimos tiempos», inaugurados con la Encarnación redentora del Hijo, cuando el Espíritu se revela y nos es dado, cuando es reconocido y acogido como Persona" (Catecismo, 868).
  • En la Encarnación, el Padre envía al Hijo, que se hace hombre en las entrañas de la Santísima Virgen María, por obra del Espíritu Santo. En Pentecostés, el Padre y el Hijo envían al Espíritu Santo. Así como en la Encamación el Verbo tomó un cuerpo por obra del Espíritu Santo; en Pentecostés el Espíritu Santo es enviado para vivificar el Cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia.
  • El día de Pentecostés, el Espíritu Santo descendió sobre los Apóstoles y los primeros discípulos, mostrando con signos externos la vivificación de la Iglesia fundada por Jesucristo. "En este día se revela plenamente la Santísima Trinidad" (Catecismo, 732). Con su venida el Espíritu Santo hace entrar al mundo en los «últimos tiempos», en el tiempo de la Iglesia.
  • "El Espíritu Santo prepara a los hombres, los previene por su gracia, para atraerlos hacia Cristo. Les manifiesta al Señor resucitado, les recuerda su palabra y abre su mente para entender su Muerte y su Resurrección. Les hace presente el Misterio de Cristo, sobre todo en la Eucaristía para reconciliarlos, para conducirlos a la comunión con Dios" (Catecismo, 737).
  • Esta animación de la Iglesia por el Espíritu Santo permanece a lo largo de la historia, garantizando que se conserve el depósito de la Revelación, de modo que la Iglesia, por la fidelidad a ese divino depósito y por la administración de los sacramentos, continúe siempre llevando las almas a Dios.

Al Espíritu Santo se atribuye especialmente la santificación de las almas

  • Todo lo que somos y lo que hay en nosotros procede de Dios como causa eficiente y ejemplar. Dios está en nosotros manteniéndonos en el ser. Además de esta presencia natural, Dios nos ha admitido a una sobrenatural intimidad con Él: por la gracia, la Santísima Trinidad inhabita en nosotros (cfr. loann 14,23 y / Cor 3,16).
  • La obra de nuestra santificación se atribuye al Espíritu Santo porque consiste en el crecimiento en la caridad, en el amor; y el Espíritu Santo es el Amor subsistente142.
  • "Puesto que hemos muerto, o al menos, hemos sido heridos por el pecado, el primer efecto del don del Amor es la remisión de nuestros pecados" (Catecismo, 734).

142 "«Dios es Amor» (I loann 4,8.16) y el Amor, que es el primer don, contiene todos los demás. Este amor «Dios lo ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado» (Rom 5,5)" (Catecismo, 733). Cfr. JUAN PABLO II, Enc. Dominum et Vivificantem, (8-V-1986), n. 10 (texto citado en el tema 6, nota 7).


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  • El Espíritu Santo nos moldea con su gracia y con sus dones para que nos sepamos hijos de Dios (cfr. Gal 4,6) y vivamos de acuerdo con esta altísima dignidad, imitando a Jesucristo e identificándonos con Él (cfr. Catecismo, 736).
  • Para muchos cristianos, el Espíritu Santo es el Gran Desconocido. Quien busca sinceramente la santidad, debe buscar cada vez más intensamente su trato, porque es Él quien nos ha de santificar143.

Dones y Frutos del Espíritu Santo144

a) Los dones del Espíritu Santo son "disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir sus impulsos" (Catecismo, 1830). "Completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben" (Catecismo, 1831).

— "Los siete dones del Espíritu Santo son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios" (ibidem).

b) Los frutos del Espíritu Santo son actos que el cristiano en estado de gracia realiza bajo el impulso del Paráclito, y que muestran la docilidad a sus mociones. Así como los frutos de un árbol indican el árbol que los ha dado, así los frutos del Espíritu Santo indican su presencia y actividad en el alma.

— Los frutos del Espíritu Santo son: amor, alegría, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benevolencia, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad (cfr. Gal 5,22-23).

CREO EN LA SANTA IGLESIA CATÓLICA

Los nombres y las imágenes de la Iglesia

a) El nombre común "iglesia" proviene de una palabra griega que significa convocación. El nombre propio "Iglesia", con mayúscula, "designa la asamblea o reunión de aquellos a quienes convoca la palabra de Dios para formar el Pueblo de Dios y que, ali-

143 Cfr. Camino, 57. Nuestro Padre escribió esta oración al Espíritu Santo en abril de 1934:

"Ven, ¡oh Santo Espíritu!: ¡ilumina mi entendimiento, para conocer tus mandatos; fortalece mi corazón contra las envidias del enemigo; inflama mi voluntad... He oído tu voz, y no quiero endurecerme y resistir, diciendo: después..., mañana. Nunc coepi! ¡Ahora!, no vaya a ser que el mañana me falte.

¡Oh!, Espíritu de verdad y de Sabiduría, Espíritu de entendimiento y de consejo, Espíritu de gozo y de paz!; quiero lo que quieras, quiero porque quieres, quiero como quieras, quiero cuando quieras..."

144 En el tema 28, n. 7, se trata de nuevo sobre los Dones y Frutos del Espíritu Santo, explicando su función en la vida moral.

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mentados con el Cuerpo de Cristo, se convierten ellos mismos en Cuerpo de Cristo" (Catecismo, 777)145.

b) En la Sagrada Escritura hay muchas imágenes y figuras de la Iglesia: las prin cipales son Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo, Esposa de Cristo y Templo del Espíritu Santo.

—"Pueblo de Dios" o "nación santa" es una imagen que pone de manifiesto que la Iglesia es una comunidad visible, jerárquicamente estructurada —como un pueblo o una nación—, que tiene una ley —la Ley de Cristo—, que no posee una patria definitiva en esta tierra sino que camina hacia la Patria del Cielo, en medio de los naciones; y que tiene una misión en favor de todos los hombres, ya que están llamados a formar parte de este Pueblo de Dios que es la Iglesia (cfr. Catecismo, 782-786);

—"Cuerpo de Cristo" significa que quienes forman parte de la Iglesia están unidos a Cristo como los miembros del cuerpo a la cabeza; que así como el alma vivifica al cuerpo y lo mantiene unido, así el Espíritu Santo vivifica a la Iglesia y mantiene unidos los miembros a la Cabeza; que la salud o la enfermedad de un miembro repercute en to­do el cuerpo; y que los fieles, como miembros de Cristo, son instrumentos suyos para obrar en el mundo (cfr. Catecismo, 787-795);

  • "Esposa de Cristo": significa que Cristo ha amado y se ha entregado por su Iglesia. La ha purificado por medio de su sangre. Ha hecho de ella la Madre fecunda de todos los hijos de Dios (cfr. Catecismo, 808);
  • "Templo del Espíritu Santo": significa que en la Iglesia habita Dios, y que en la Iglesia le damos culto y encontramos los medios de santificación. "El Espíritu es como el alma del Cuerpo Místico, principio de su vida, de la unidad en la diversidad y de la riqueza de sus dones y carismas" (Catecismo, 809).

Origen, fundación y misión de la Iglesia

a) La Iglesia ha sido "prefigurada en la creación, preparada en la Antigua Alianza, fundada por las palabras y las obras de Jesucristo, realizada por su Cruz redentora y su Resurrección, se manifiesta como misterio de salvación por la efusión del Espíritu Santo. Quedará consumada en la gloria del cielo como asamblea de todos los redimidos de la tierra" (Catecismo, 778). Se dice que la Iglesia ha sido:

prefigurada en la creación: porque Dios ha creado el mundo para hacer partícipes a los hombres de la vida divina de la Santísima Trinidad, convocándoles en Cristo; es decir, llamándoles a ser "hijos en el Hijo"146: una sola cosa con Cristo. Y esta convocación es la Iglesia (cfr. Catecismo, 760);

preparada en la Antigua Alianza: porque después del primer pecado, que rompe la unidad de los hombres con Dios y disgrega a la humanidad, Dios convocó un pueblo para preparar la venida de Cristo (cfr. Catecismo, 761-762);

145 Dios "ha querido santificar y salvar a los hombres no individualmente y aislados entre sí, sino constituir un pueblo que le conociera en la verdad y le sirviera santamente" (CONCILIO VATICANO II, Const Lumen gentium, 9).

146 CONCILIO VATICANO II, Const Gaudium et spes, 22.


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fundada por Cristo: porque el Hijo de Dios se ha hecho Hombre para llevar a cabo el plan de Dios Padre que es precisamente reunir a los hombre en la Iglesia para conducirles a la salvación147;

manifestada por la venida del Espíritu Santo: porque después de la Ascensión de Jesús a los Cielos, el Padre y el Hijo han enviado al Espíritu Santo —que es fruto del sacrificio de Cristo en la Cruz—, para que santifique a los fieles con la gracia que nos ha ganado Cristo y lleve a cumplimiento la misión de atraer a todos los hombres a la Iglesia. El día de Pentecostés, el Espíritu Santo desciende de modo visible sobre los fieles y comienza a manifestarse la Iglesia en el mundo (cfr. Catecismo, 767-768);

alcanzará su plenitud o consumación en la gloria: porque sólo en el Cielo, al final de lo tiempos, todos los santos habrán sido reunidos definitivamente en la familia de la Santísima Trinidad: "en la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo"148.

b) La misión de la Iglesia es la que el Señor confió a los Apóstoles: "Id y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt 28,19). La misión de la Iglesia es dar a los hombres los medios para que al­cancen la salvación. Estos medios son la enseñanza de la fe y la administración de los sacramentos. Por este motivo se dice que la Iglesia es, en este mundo, "sacramento de salvación", es decir, signo e instrumento de la comunión con Dios y entre los hombres (Catecismo, 775).

La Iglesia es una, santa, católica y apostólica

a) Una: porque Cristo fundó una sola Iglesia y porque el Espíritu Santo une a los fieles con la Cabeza, que es Cristo, formando un solo Cuerpo y un solo Pueblo.

—Esta unidad se manifiesta en que los fieles profesan una misma fe, tienen unos mismos sacramentos y una sola Jerarquía: el Papa —sucesor de San Pedro como Cabeza visible y fundamento de la unidad de la Iglesia— y los Obispos en comunión con el Papa (cfr. Catecismo, 813-816)149.

b) Santa (cfr. Catecismo, 824-825):

— porque santa es su Cabeza;

147 El Señor fondo la Iglesia poniendo como roca de fundamento al Apóstol Pedro: 'Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" (Mt 16,18). En la Cruz entregó su vida por la Iglesia, y la entregó a la Iglesia para que la transmitiese a todos los hombres por medio de los sacramentos, que nos unen a Cristo; sobre todo, el sacramento de la Eucaristía, donde se ha quedado presente el mismo Cristo para que al recibirle formemos una sola cosa con Él (cfr. Catecismo, 766).

148 SAN CIPRIANO, De Dominica oratione, 23; cfr. Catecismo, 769.

149 A lo largo de la historia, algunos cristianos se han separado de la Iglesia en mayor o menor grado, hiriendo la unidad. Por ejemplo, los "ortodoxos" no reconocen la autoridad del Romano Pontífice; los "protestantes" rechazan también algunos sacramentos y otras verdades de fe. La Iglesia ha procurado siempre atraer de nuevo a los que se han separado.

El ecumenismo es la tarea que se dirige a "restaurar la unidad entre todos los cristianos" (CONCILIO VATICANO II, Decr. Unitatis redintegratio, 1), en la única Iglesia fundada por Cristo, de modo que haya "un solo rebaño bajo un solo Pastor" (loann 10,16; cfr. Catecismo, 820-822).

El verdadero ecumenismo consiste en rezar por los que se han separado y en facilitarles mediante el diálogo su plena incorporación a la Iglesia, sin perder o cambiar en lo más mínimo el "depósito de la fe" (cfr. JUAN PABLO II, Enc. Ut unum sint, (25-V-1995), 18). Hay, en cambio, un falso ecumenismo, que busca la unión a costa de ceder en las verdades de fe.


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  • porque Cristo la unido a Sí, como Cuerpo suyo, y la ha llenado del don del Espíritu Santo (Catecismo, 823);
  • por la santidad de sus miembros que ya están en el Cielo, y de modo eminente por la Santísima Virgen María;
  • porque en la Iglesia se encuentran los medios para alcanzar la santidad;
  • porque la Iglesia da constantemente frutos de santidad en la tierra, purificando a sus miembros, que son también pecadores (Catecismo, 827), y llamando a todos los hombres a la santidad.

c) Católica: porque es universal, en dos sentidos (cfr. Catecismo, 830): 1º porqué tiene universalmente —es decir, integralmente— todos los medios de salvación; y 2º porque su misión abarca a todo el género humano: todos los hombres están llamados a formar parte de la Iglesia150.

  • "Fuera de la Iglesia no hay salvación": formulada de modo positivo, esta afirmación significa que toda salvación viene de Cristo-Cabeza por la Iglesia que es su Cuerpo (cfr. Catecismo, 846). "Por eso, no podrían salvarse los que sabiendo que Dios fundó, por medio de Jesucristo, la Iglesia católica como necesaria para la salvación, sin embargo, no hubiesen querido entrar o perseverar en ella"151. En cambio, quienes sin culpa propia no conocen a Cristo y a su Iglesia, pueden salvarse si buscan sinceramente a Dios y se esfuerzan, bajo el impulso de la gracia, en cumplir su Voluntad que conocen por el dictamen de la conciencia (cfr. Catecismo, 847).
  • Se llaman "iglesias particulares" principalmente a las diócesis, que son porciones del pueblo de Dios gobernadas por un Obispo en comunión con el Romano Pontífice y formadas a imagen de la Iglesia universal. La unión con la Cabeza —con el Papa, Obispo de Roma— hace que una iglesia particular sea verdaderamente católica y esté unida a las demás iglesias particulares (cfr. Catecismo, 832-835; C.I.C., ce. 368-369).

d) Apostólica (cfr. Catecismo, 857):

  • porque Cristo la ha edificado sobre el fundamento de Pedro y los demás Apóstoles;
  • porque, con la asistencia del Espíritu Santo, enseña, custodia y transmite fielmente el depósito de la fe recibido de los Apóstoles;
  • por la sucesión apostólica: es decir, porque el Colegio de los Obispos con el Romano Pontífice como cabeza, sucede al Colegio de los Apóstoles con Pedro como cabeza152;
  • porque todos los miembros de la Iglesia participan de la misión recibida por los Apóstoles de llevar el Evangelio a todas partes. La vocación cristiana es, por su misma naturaleza, vocación al apostolado (cfr. Catecismo, 863).

150 “Por eso este pueblo uno y único, ha de extenderse por todo el mundo a través de todos los siglos, para que así se cumpla el designio de Dios... Este carácter de universalidad, que distingue al pueblo de Dios, es un don del mismo Señor. Gracias a este carácter la Iglesia tiende siempre y eficazmente a reunir a la humanidad entera con todos sus Valores bajo Cristo corno Cabeza, en la unidad de su Espíritu" (Catecismo, 831).

151 CONCILIO VATICANO II, Const Lumen gentium, 14.

152 Los Doce Apóstoles ordenaron Obispos para que les sucedieran, mediante la imposición de manos; y estos a otros, y así sucesivamente a lo largo de la historia, de modo ininterrumpido.


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Bibliografía básica:

Catecismo de la Iglesia Católica, 683-688; 731-741 (sobre el Espíritu Santo) y 748-752; 758-865 (sobre la Iglesia).

Lecturas recomendadas:

Homilía: "El Gran Desconocido", en Es Cristo que pasa, nn. 127-138. Cuadernos 6: Piedad y doctrina: "El Espíritu Santo", pp. 29-41. Cuadernos 1: Sobre nuestra fe: "La Iglesia", pp. 60-69