Por qué hay quienes se incorporan al Opus Dei y acaban enfermando?

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Por Daniel M., 15.01.2007


Para responder a esta pregunta hay que saber cúal es la realidad de la Iglesia y de las distintas vocaciones existentes en ella. El código de derecho canónico que regula la organización y funcionamiento de la Iglesia Católica, trata en su "Libro II" del "Pueblo de Dios". En este libro lo define y se divide en tres partes: parte 1 "de los fieles cristianos", parte 2 "De la constitución jerarquica de la Iglesia" y parte 3 "de los institutos de vida consagrada y de las sociedades de vida apostolica ".

Por ello, podemos ver a la Iglesia constituida por el conjunto de personas creyentes pertenecientes a dichas tres partes. En una, los fieles laicos; en otra, quienes forman la jerarquia, y en la última, quienes forman parte de instituciones de vida consagrada o apostolica. Con ello, se puede afirmar en líneas generales, que hay como tres grandes vocaciones en la Iglesia: la vocación laical, la vocación jerárquica y la vocación consagrada...

Si nos introducimos en la normativa de cada una de estas vocaciones, se precisará más la multiplicidad de subtipos dentro de cada una. Así, en la vocación laical, podemos hablar de asociaciones, movimientos, ... hasta al laico que sólo pertenece a su parroquia. En la jerárquica, la vocación es al sacerdocio, y dentro de éste hay sus grados -díacono, sacerdote, obispo-. En la vocación a la vida consagrada, es elevado el número de diferentes instituciones religiosas, seculares, etc existentes. Unas apartadas del mundo, otras dentro del mundo, pero consagradas por el cumplimiento de los votos de castidad, pobreza y obediencia que deben cumplir al mismo nivel que los mandamientos para los laicos.

¿Dónde se encuentra el Opus Dei en el Pueblo de Dios? En un tiempo fue el primer instituto secular, hasta que en 1982 se convirtió jurídicamente en la primera prelatura personal. Pasó por tanto de estar integrado en la parte 3 a la parte 1 del Libro II. Es decir que de pertenecer al grupo de las vocaciones consagradas pasó a considerarse como una realidad vocacional propia de las vocaciones laicales. Al menos así parece que lo debió interpretar la Iglesia, pues eso implicaba dicho cambio de lugar jurídico.

Se supone que las autoridades de la Iglesia debieron interpretar que la "vocación al Opus Dei", hasta 1982 considerada una vocación consagrada, era en realidad una vocación laical. Pero ¿es esto cierto?

Un cambio jurídico no significa que se refleje mejor la realidad social o vocacional que pretende regular. El Opus Dei, tras su conversión en prelatura personal, mantuvo cada una de las normas, costumbres y praxis propias de un instituto de vida consagrada. Había sido el primer instituto secular aprobado, por lo que dejó una huella en la regulación general de los 150 institutos seculares que existen actualmente. Por ejemplo la renovación una vez al año (el 19 de marzo en el Opus Dei) que hacen también los institutos seculares, pero éstos de los votos emitidos.

El Opus Dei eliminó los votos, promesas públicas o privadas hecha a Dios de castidad, pobreza y obediencia. Y lo sustituyó por un "compromiso", pero exigiendo a sus miembros hacer lo mismo que hacían siendo un instituto secular. Si Jesucristo dijo que "por sus frutos los conocereís" es inmediato pensar que los frutos de la prelatura del Opus Dei son los propios de una vocación consagrada, ya que nada cambiaron en su "regla de vida" desde fueran un instituto secular.

Y aquí está el problema para los fieles cristianos. El Opus Dei se presenta como una institución laical vocacional, cristianos "como cualquier cristiano corriente". Pero la vocación laical no incluye una exigencia de cumplimientos de "normas y costumbres" al nivel de una vocación consagrada.

Las autoridades de la Iglesia -con el refrendo de Juan Pablo II- parece que creyeron correcto trasponer al Opus Dei desde la "región" de las vocaciones consagradas a la "región" de las vocaciones laicales. Como si una vocación consagrada pudiera pasar a ser laical por un decreto de la Iglesia. Cierto que la Iglesia tiene poder para "atar y desatar" pero, ¿tiene poder para cambiar la sustancia de una vocación espiritual dada por Dios a parte de su pueblo?

La parábola de los talentos nos ayudará a entenderlo. Un hombre recibe cinco talentos, otro dos, y otro uno. Hay una diferencia en la cantidad de dones (o talentos) que Dios da a los hombres. Y también en lo que Él espera de cada uno. Quien recibió cinco, debe dar cinco; quien dos, otros dos; quien uno, debe dar uno.

No parece que la autoridad de la Iglesia considerase detenidamente esa diferencia radical de exigencias entre la vocación consagrada y la vocación laical. Sabían que la vocación laical exige menos "frutos" que la vocación consagrada. Aunque ambas apunten a la santidad. Pero no parece que dedujeran el problema que suponía incluir una institución que exige "frutos" propios de los consagrados entre quienes deben solamente dar los "frutos" laicales.

¿Era razonable incluir una institución que exige 5 "talentos" entre quienes deben dar 2 o 1? ¿A nadie se le ocurrió que eso podía generar confusión entre los cristianos? ¿Cúantos cristianos a quienes Dios da 2 o 1 talento (y les pide sólo 2 o 1) podrían incorporarse erróneamente a una presunta institución "laical" que luego les exigirá 5?

La consecuencia es que hay un numero elevado de personas que se incorporan de buena fe a la Institución y luego enferman y acaban yéndose, por este error de las autoridades eclesiales. Las personas que creen entrar en el Opus Dei, como se entra en cualquier asociación (sea cristiana o propia del mundo civil), porque se les dijo que tenían "vocación" de numerario, agregado o supernumerario se encuentran luego con una institución vocacional propia del rango de los consagrados.

Será una vocación, no dudo que exista, pero no puede ser nunca "vocación laical". La praxis del Opus Dei no es una praxis laical. Ésta última se basa en cumplir los mandamientos, permite tener un plan de vida, pero con unas pocas obligaciones que no obligan al mismo nivel que la regla de vida propia de una institución consagrada.

Pero en la Obra, se insiste hasta la extenuación en el cumplimiento de las normas. Como si fueran religiosos o consagrados. Es un sistema diseñado desde la perspectiva de una "vocación específica" -¿porqué no dicen vocación consagrada?- y no desde el punto de vista de una "vocación laical", que es la personal que corresponde a la inmensa mayoría del Pueblo de Dios, los fieles cristianos que no son ni miembros de la jerarquia ni consagrados. Aunque todos los cristianos estamos llamados a la santidad, esa santidad, esos frutos, admiten diversos grados (5, 2 o 1)

Es lamentable que la Iglesia no tenga una guia de vocaciones, al igual que un estudiante del bachillerato se puede encontrar con una guia de las carreras universitarios o estudios de formación profesional al terminar sus estudios. Y es penoso que la Iglesia no conozca bien como funciona el Opus Dei y no aclare que vocacionalmente esta institución exige lo mismo que las instituciones consagradas. Los cristianos, que como yo, tenemos vocación plenamente laical nunca nos habríamos incorporado a la prelatura de saber lo que son -en sus obras o frutos- realmente. Habríamos tenido algún elemento para considerar adecuadamente si teníamos esa vocación (porque vocación ya sabíamos que teníamos, pero que tipo, quizá no). Y, como ya dije en otra ocasión, nos habríamos ahorrado bastante dosis de sufrimiento o enfermedad consecuencias de una elección invenciblemente equivocada.



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