Mi testimonio personal como un deber de justicia

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Por Limonero, 17 de agosto de 2009


Durante bastante tiempo he leído la pagina web OpusLibros y creo un deber de justicia, dar mi propio testimonio respecto al Opus Dei. Tengo que decir que esta pagina web me ha ayudado a comprender muchas cosas que intuía, muchas notas falsas que recibía, muchas cosas que en el fondo me echaban para atrás de la institución.

Quiero decir que, mi salida del Opus Dei en ningún caso ha supuesto mi salida de la Iglesia Católica. Sigo en ella y voy a seguir estando en ella, ya que mi fe, en ningún caso, fue producto del Opus Dei. Mis creencias las tengo y las he tenido por mi familia y también mi formación. Sigo confesando con un excelente Sacerdote de otra institución diferente de la Iglesia y yendo a Misa habitualmente y pienso seguir haciéndolo. Pertenezco a otra institución de la Iglesia en la que me siento feliz y con una vida espiritual plena.

Respeto a las personas que, tras una experiencia tan amarga, opinen de otra manera y hayan perdido su fe, y ya que sólo Dios es juez, en sus manos pongo el juicio que corresponda respecto a cada uno de nosotros. Quiero aprovechar para saludar muy cariñosamente a todas las personas que escriben en Opus Libros y decirles que aquí tienen una amiga más.

Miro al Opus Dei sin acritud alguna. Sinceramente manifiesto, que todo lo que digo aquí es cierto y que si los Directores del Opus Dei no visitan esta página deberían hacerlo, no "para conocer al enemigo" o "espiarnos", si no para aprender a conocer sus defectos y errores y poner los medios para corregirlos sinceramente. Con el deseo bueno y noble de conocer la verdad y para hacer un ejercicio de humildad...


Lo primero de todo decir que fui supernumeraria. Reconozco que al ser supernumeraria no he podido enterarme de todos los entresijos internos de la Institución. Animo a todos los que conozcan más detalles internos a que los compartan con nosotros ya que así podemos aprender muchas cosas que, vistas desde "fuera", no entendemos.

Voy a intentar recoger aquellos aspectos que más me han llamado la atención de esta institución y aquellas que, desde que las conocí, "me echaron para atrás" y me indujeron a no seguir perteneciendo a la misma:


1.- Una de las primeras cosas que me llamó la atención fue en mi primera Convivencia. Durante las Convivencias de Supernumerarias nos dejaban leer las publicaciones internas de la Obra (Leyendo OpusLibros he conocido que habían muchas más, de las que no tenía ningún conocimiento). Al llegar la noche se contaban los libros que habíamos tenido para meditar y si faltaba alguno nos estaban dando la "vara" hasta que el dichoso libro aparecía. Tengo que decir que este comportamiento me disgustó desde el principio. Lo primero, porque hubiera libros que no pudieran conocer otras personas ajenas al Opus Dei (lo que es bueno para mi, ¿por qué no va a valer para los demás?) y lo segundo, por la desconfianza. Si de verdad se confía en las personas, ¿por qué no te podrías llevar incluso algún libro a tu casa? Lo mismo ocurría con los círculos, el guión del círculo había que sacarlo exclusivamente para hacer el circulo y devolverlo inmediatamente. En el guión del círculo no se dice nada que pueda molestar a nadie. Entonces, ¿por qué tanto secreteo?


2.- La segunda cosa que me llamó la atención y a la que me negué fue la siguiente: Cuando empecé a hacer la charla se me dijo que tenía que contar todas las cosas que hablara con mis amigas, incluso las muy personales o íntimas. Desde el principio dije que no. La razón es que, si alguien me ha contado algo personal, yo no tengo porqué revelarlo a otras personas. Desde ese momento me di cuenta de que esta pregunta tenía más trascendencia de lo que pensaba, ya que me convertí "ipso facto" en persona no "fiable".

También me molestaba mucho, que llevasen una estadística de las personas que íbamos a los medios de formación. Veía que siempre en los retiros mensuales había una persona apuntando en una lista las personas que habíamos ido. Me parecía muy feo. Otro signo más de desconfianza y de control de todas las personas que estabamos allí, como si fuéramos menores de edad a los que, hay que "llevar de un ronzal", porque claro, nuestra salvación dependía más de las numerarias que de nuestra responsabilidad personal.


3.- Otra cosa que me llamó la atención es que la persona con la que haces la charla no es una persona con la que puedes hablar libremente de cosas espirituales. Lo normal en otras instituciones de la Iglesia es que, cuando se habla del espíritu, las dos personas que hablan comparten su experiencia y se ayudan a superar los baches en la vida espiritual. En el Opus Dei no ocurre así. Allí, hablas tú sola. La persona que recibe la charla no te cuenta nada personal de ella. Los consejos que te dan son "patrones standard", no consejos de alguien que los ha vivido, pasado o sufrido. Por lo tanto, te terminan dejando fría y sin aliciente espiritual. Yo creo que este punto es muy importante. La verdadera dirección espiritual (como actualmente la llevo) implica que el director conociendo las inclinaciones del alma te conduce para que las puedas llevarlas a plenitud. No se trata de que el alma termine siendo lo que no es, sino de que Dios que habla al alma, te conduzca y el Director te ayude a descubrirlo. En la Obra lo que hacen es totalmente lo contrario: Quieren que tus inclinaciones espirituales coincidan con los patrones de la Institución. Por tanto, la persona termina adecuándose a estos patrones perdiendo su personalidad e individualidad. Esta forma de concebir la dirección espiritual es una verdadera barbaridad. He tenido la ocasión de comprobarlo con un verdadero director espiritual, que me ha ayudado a expresar lo que siente mi alma. Me he dado cuenta de cuanto tiempo he perdido en mi progreso espiritual. Cuando me llevaban la dirección espiritual en la Obra y tímidamente intentaba expresar lo que sentía mi alma, como todo ello, no coincidía con sus pautas establecidas, me empezaban a mirar con caras raras, me decían que debía hacer las cosas de otra forma, intentaban encauzar mis inclinaciones (buenas y nobles) hacía los patrones standard establecidos. De esta forma, me ocurrió una extraña paradoja. Yo estimaba y quería al Opus Dei y sinceramente quería quedarme en él, pero para ello tenía que ser como lo habían establecido y como no podía, terminé diciendo en la dirección espiritual, lo que ellos querían oír. A la larga esta conducta no te lleva a ninguna parte ya que vives "espiritualmente" como "dos vidas". Una, la que ellos quieren ver y la otra, la verdadera y la interna, la que vas matando poco a poco, que es la que realmente Dios te pide y te está llamando.


4.- Otra cuestión que me echó para atrás fue el tema del confesor fijo. El Centro tiene un confesor para numerarias y otro para supernumerarias, según pude sacar en conclusión. Nosotras teníamos que confesarnos con la persona asignada. No podías elegir confesor. Esto creaba una serie de problemas, ya que tenías que ir en los días que dicho Sacerdote estaba. Obligatoriamente ibas una vez por semana (aunque no te confesases nada más que de faltas mínimas). Tenías que aguantar unas colas interminables (algunas veces estuve hasta dos horas esperando y no pude confesarme). Por lo tanto, perdías tardes completas y a mi juicio para nada. Para una persona que trabaja, esto literalmente es un martirio. Todas las semanas la "carrera" para llegar al Centro, hacer cola, las "peloteras" con otras supernumerarias sobre "si yo estoy antes que tú", "te has colado", "eres una carota", etc. Y luego comentar unas faltas mínimas y salirte con la sensación de que estás simplemente haciendo un trámite.

Otra cosa que me sentaba fatal, era la desconfianza hacia los sacerdotes que no fueran de la Obra. La verdad es que ésto nunca lo entendí. Yo he conocido muy buenos Sacerdotes tanto diocesanos como de Ordenes Religiosas. No entiendo como habiendo tantas "colas" para confesar en los Centros, no te podías ir y confesarte con tu Párroco sencillamente. Jamás comprendí las explicaciones que me dieron sobre el "mal espíritu", yo creo que lo importante es confesarse y estar en gracia de Dios, ¿no?.


5.- Otra cuestión es que, en mi caso particular, me llamaron la atención porque no le contaba a la numeraria con la que hacía la charla mis pecados. Me dijeron que debía reproducir todo lo que le había dicho al Sacerdote a la numeraria en cuestión "sin omitir detalle". Yo dije que "sí" y luego no lo cumplí. Me parecía que habían demasiadas personas "manoseando mi alma".


6.- Una cosa de la que me he dado cuenta cuando he salido de la Obra y busqué nuevo confesor, es que he dejado de sentir que "manoseaban mi conciencia". Es cierto, que si tengo pecados no debo omitirlos al confesor (y así lo hago). Pero el confesor no me fuerza a nada, no se mete a "husmear" en todo. Me deja que sencillamente le cuente las cosas y luego me aconseja, yo cuento las cosas con libertad. El te deja que seas tú misma, respeta tu personalidad y tu intimidad con mucha delicadeza. En la Obra era todo lo contrario, meterse en todo, indagar los porqués de todo, que no se le ocultase nada, etc. Nada de tu conciencia debía quedarles oculto.


7.- Considero que el nivel espiritual, formativo e intelectual de casi todos los miembros del Opus Dei deja mucho que desear. La formación esta basada en el miedo. Los guiones vienen de Roma, nadie puede aportar nada a los mismos. Hay que ajustarse a lo establecido. La individualidad en el pensamiento no tiene valor. Algunas veces solicité formarme más, y no me hicieron caso. Para una persona con curiosidad intelectual, cuando te has leído dieciséis veces (por poner una cifra), Amigos de Dios, o Es Cristo que pasa, ya no te dice nada. Muchas veces una verdad, te la pueden presentar desde distintos enfoques. Estos puntos de vista te enriquecen mucho, te hacen darte cuenta de cosas diferentes, pequeños matices, luces nuevas, etc. Nada de esto ocurre en la Obra. Todo lo que se dice o hace está preestablecido.

Hay autores espirituales que nunca están en una biblioteca del Opus Dei. Me refiero a los místicos contemplativos de órdenes religiosas (que curiosamente son los que más me gustan). ¡Cuántas obras de estos autores he leído desde que me salí! ¡Cuánto bien han hecho a mi alma! Si comentas en la dirección espiritual que quieres leer ciertos autores, invariablemente aparece el "mohín" de desagrado de la numeraria de turno, y la correspondiente sugerencia de que leas otra vez "Amigos de Dios", "Es Cristo que pasa", "Camino", etc. ¿Dónde está curiosidad por conocer más de tu religión? ¿Por llegar a cotas más altas en tu vida espiritual?


8.- La vida espiritual según el Opus Dei consiste en "mirarse el ombligo". Me explico. Cuando pitas (entras en la Obra) una de las primeras cosas que te dan es la Hoja de Normas. Mediante la hoja de normas, controlas que has hecho todas las normas. Todo consiste en hacer normas. Luego en hacer pequeños detalles de orden, de hacer las cosas con perfección humana, etc. Si os dais cuenta, todo consiste en hacer y perfeccionarse humanamente. Todo gira en torno a uno mismo. Concedo que se trata de hacer las cosas bien pero, yo me pregunto …. ¿y Dios? Para mí la vida espiritual, es ante todo, buscar unión de amor con Dios, encontrarse con Él, gozar de su amor y de su compañía. En la Obra te dicen como hacer "cosas," pero nunca te hablan de Dios, su perfección, su amor por los hombres, cómo encontrar ese amor. Desde que me salí de la Obra y he conocido otra Institución de la Iglesia, ¡Cuántas veces nos hemos quedado boquiabiertos hablando de Dios! Comentando cosas espirituales, cómo Dios ha obrado en nuestras almas, gustando de su amor, hablando de corazón a corazón, siendo verdaderos hermanos en la fe, etc.


9.- Esto me lleva a otro punto que tengo de discrepancia con la Obra. Me refiero a la amistad espiritual. En el Opus Dei no existe la amistad espiritual. Se considera que la amistad existe en tanto en cuanto se hace "proselitismo", es decir, en tanto en cuanto se intenta acercar a personas a la Obra y que puedan convertirse en futuros miembros de la misma. En mi caso particular, recibí bastantes correcciones fraternas sobre esta cuestión. De hecho, creo que la amistad verdadera es uno de los mayores bienes para el alma. Cuando dos hermanos en la fe comparten sus ilusiones, sus experiencias, sus luchas, sus fracasos, sus aciertos, etc, en relación con su fe, lo que se produce es, ayudar a tu hermano a progresar en la vida espiritual y que él te ayude a hacer lo mismo. Tengo que contar que cuando yo "pité" (entré) de supernumeraria, tenía una amiga numeraria muy querida (qué no sé lo que ha sido de ella). Esta amiga fue destinada inmediatamente a otro lugar y nunca supe más de ella. Un tiempo después coincidí en Misa con otra numeraria que se había salido y me contó una cosa que me hizo pensar mucho. A mi amiga la habían destinado a otro Centro porque me apreciaba mucho y sentía una gran amistad por mi (Para las personas de la Obra que lean esto, aclaro que esa amistad era una amistad normal y "super limpia" por ambas partes. Lo digo porque la gente de "dentro" siempre considera que una amistad, siempre está relacionada con el lesbianismo. Aclaro que estoy casada con un hombre y nunca me han gustado las mujeres). A parte de esta chica, no he conseguido tener amistad particular con nadie de la Obra ya que recibí varias correcciones fraternas diciéndome que no debía ayudar, ni tratar con ninguna otra supernumeraria de temas que no fueran los típicos "flores y mariposas".


10.- Hablando de "flores y mariposas", imagino lo destructivo que puede ser para los miembros numerarios no abrir el corazón a nadie con libertad. Debe ser terrible. Yo nunca lo he podido hacer. Pero si puedo decir que he comprobado en varias familias de supernumerarios del Opus Dei lo terrible que puede llegar a ser este sistema de vida. Tan terrible como dar lugar a destruir familias completas. Imaginad una familia donde ninguno de sus miembros conoce lo que piensa o siente cualquiera de los otros. Vivir muchos años juntos y no saber quien es la persona que dice ser mi hermano. Compartir el lecho los esposos y no saber nada de cómo siente o piensa tu cónyuge. Todos los hijos yendo a colegio del Opus Dei y los padres esperando con verdadero afán que "piten" de numerarios. Ver como se desprecia y minusvalora a los que no quieren entrar en la Obra. Toda la vida, el ocio, la diversión, las vacaciones, todo, programado por el Opus Dei. Yo creo que es llegar demasiado lejos.

Tampoco estoy de acuerdo en que los esposos se formen en Centros diferentes. Soy consciente de que atentaría contra la "pureza de los miembros célibes", pero hay que reconocer también que la formación es un tanto estereotipada. A nosotras se nos dice que a los hombres lo que hay que hacerles es "cuatro carantoñas" para que estén contentos en el tema sexual, y entonces harán lo que nosotras queramos. A ellos les dicen, que nosotras "nos regimos por las hormonas y no por la cabeza", por lo que razonar con nosotras es inútil. Esta forma de ver las cosas es pura simplificación. La verdadera problemática matrimonial se resuelve con mucho, mucho, mucho diálogo y conocimiento de la persona de tu marido y sobre todo, haciendo que él se sienta valorado y respetado, no utilizado como un "pelele". Yo creo que lo mismo vale para nosotras.


11.- Otra cosa que no me gusta de la Obra es la instrumentalización que se hace de la sexualidad. Os cuento una anécdota: Cuando regresé de mi viaje de novios, el primer día que llegué al Centro, al menos cuatro personas, me preguntaron si estaba embarazada ya. El confesor, si habíamos "consumado el matrimonio". Todo el mundo, pendiente de que tuviéramos hijos rápidamente y cuanto antes. Todo con un único objetivo, que tuviera hijos para la Obra. Me parecía fatal. Daba la sensación de que para lo único que valíamos los supernumerarios es para tener hijos "producción en cadena".

Tuve, en los inicios de mi matrimonio, una compañera de trabajo de la Obra, que no hacía mas que decirme, que "si es que no lo sabíamos hacer", "que había que insistir". Cada vez que me iba de vacaciones me decía "ahora tienes que aprovechar todo lo más posible con tu marido", etc. Tengo que decir que todo esto me daba asco. Si entre embarazo y embarazo pasaba mucho tiempo, siempre estaba la sombra del pecado "planeando sobre nuestras cabezas". Así es como se siente cualquier supernumerario casado.


12.- Voy a comentar ahora otro tema que me echa mucho para atrás. Me refiero al tema de las correcciones fraternas. No he visto norma más inútil. Yo no sé si es que existe obligación de hacerlas a todo el mundo, venga a cuento o no. Podéis juzgar por vosotros mismos: La primera corrección que me hicieron trataba sobre la forma de pintarme los ojos. Según la numeraria que me la hizo no me pintaba correctamente. Tengo que alegar que soy persona extremadamente discreta y no me gusta nada llamar la atención. Dicha numeraria se brindó a enseñarme a maquillarme y pintarme los ojos. ¿Qué pensáis de esto? ¿Os parece tan estúpido como a mí?

La segunda corrección que recibí, me pareció tan tonta como la primera. Se trataba de que en una Convivencia, al servirnos el café, a mí, como no me gusta, pedí una infusión. Me llamaron inmediatamente a dirección para hablarme de mi "espíritu independiente". Me tiraron una bronca porque me había atrevido a hablarle a una numeraria auxiliar. Según la directora yo no podía hablar a una numeraria auxiliar sin pedirle permiso a ella.

La tercera corrección fraterna le recibí debido a que llevaba la manga de una blusa muy pequeña para entrar a Misa.

El resto de correcciones fraternas me las hicieron debido a que quise tener amistad con algunas compañeras supernumerarias. Me dijeron que nada tenía que hablar con ellas que no fueran cosas superficiales. Nada de hablar del alma, de inquietudes espirituales, problemas y menos darles consejo aunque fueran de temas profesionales. "Esas cosas" sólo se hablan con la persona que hace la charla.

Como podéis ver, ninguna de las correcciones recibidas tenía algún valor espiritual o aportaban algo a mi alma. Nada más que detalles externos, para cubrir las apariencias. Nada enriquecedor.


13.- El aspecto que más me molesta en la Obra es el siguiente: La apariencia de perfección. Todo lo que dicen los Directores es perfecto, no se equivocan nunca, la Obra no tiene defectos. Los únicos defectos que existen son los de las personas que no siguen fielmente "el espíritu de la Obra". El hecho de que no exista espíritu critico. Nunca se plantea la posibilidad de que el Opus Dei tenga que mejorar o cambiar algo como institución. No he visto una actitud más nociva. Según parece, San Josemaría lo dejo todo "atado y bien atado" y nadie puede hacer nada para modificar ni una "tilde" de lo que dejó dicho y escrito. Pues bien, esta forma de plantear las cosas, es lo que puede llevar a la ruina a dicha institución. La gente se está saliendo a "chorro". Yo conozco personalmente a muchas personas que se han salido.

Cuando me iba a salir, estuve hablando con una ex numeraria y le comenté las razones por las cuales había pensado en marcharme. Me dijo: "escribe al Consiliario y cuéntale porqué te quieres marchar". Yo le contesté: "No servirá de nada. Personas que han sido muy importantes en la Obra y que lo han dejado, también escribieron y nadie les hizo caso, ¿por qué me iban a escuchar a mí?"

Tanta perfección implica nula o escasa posibilidad de diálogo. Esto es lo terrible. La nula posibilidad de diálogo conlleva la imposibilidad de mejorar la institución. Para dialogar hay que escuchar a la otra parte, valorar su punto de vista. En el Opus Dei no existe nada más que un punto de vista, el suyo. De una cierta manera, conlleva una gran falta de respeto por los demás. El mirar a las personas por "encima del hombro" como superiores, como personas que han de regir los destinos de la humanidad. Los únicos puros, perfectos, que hacen las cosas bien. En cierto modo los exime de su propia responsabilidad personal. Todo se hace por la Obra, por lo tanto, ésto me exime de ser caritativo, de ayudar económicamente a las personas que lo necesitan, de hacer el bien. Para salvarse, según el Opus Dei, lo único que hay que hacer es seguir sus pautas. El pecado principal de los miembros de la Obra, es el pecado de omisión. Hay que convertir a las personas que te rodean, pero no hay que ayudarlas en nada, sobre todo en algo que les pueda comprometer económicamente o que les suponga un esfuerzo personal.

Recuerdo el caso de varias supernumerarias mayores. Habían dado todo lo que tenían a la Obra. Su dinero, su tiempo, sus joyas, etc. Pero como ya eran mayores, y suponía alguna dificultad poder confesarlas, o que fueran a los medios de formación, se les dejaban de dar y ya está, olvidándose de estas personas como si nunca hubieran existido. Aquello cuando lo fui conociendo me dolió mucho.

Si los miembros más importantes de la Obra, se reunieran y se planteasen cómo mejorar, cómo ser más caritativos, ayudar al prójimo, darse desinteresadamente a los demás, sin esperar nada a cambio. La institución cambiaría y mejoraría. Pero en el Opus Dei, se hace todo lo contrario. Se intenta que nada cambie, que todo quede como lo dejó el Fundador, se tiene miedo de abrir nuevos caminos (dentro siempre del magisterio de la Iglesia). No se deben ver nunca los defectos. La Obra no los tiene. Ello implica sacrificar todo aquello en lo que no se manifieste esta perfección absoluta. Que no se caiga "el castillo de naipes" que ya está montado.

Esta forma de ver las cosas implica que la institución está muerta. Muerta y enterrada. Y sí no, al tiempo…

El Opus Dei necesita un gran santo, pero todo santo manifiesta un "carisma" que Dios le ha dado, y su vida en la tierra es la plasmación de dicho "carisma" ¿quién podría atreverse a cambiar una institución que se considera perfecta sin un sufrimiento extremo? Rezaré toda mi vida para que esto ocurra. Creo sinceramente que sería un gran bien para la Iglesia.

Cuento una última anécdota, para aquellas personas que hayan tenido la paciencia de leerme hasta el final. Les doy las gracias por ello, ya que mi escrito ha sido muy largo. Pero ahora que estoy en vacaciones, he pensado que era el momento de desahogar mi alma y dar por terminado definitivamente este periodo de mi vida. La anécdota es la siguiente: Cuando estaba próxima mi salida de la Obra, me hice un propósito. El propósito consistía en lo siguiente: Me quedaría en la Obra incluso conociendo todos los defectos que he mencionado más arriba, si la Directora me decía estas palabras o similares: "X, quiero que sepas que te apoyaremos y te ayudaremos espiritualmente, tomes la decisión que tomes, y que las puertas de la Obra las tienes abiertas y las de este Centro en concreto, para lo que necesites, incondicionalmente. Esta es tu casa y lo será siempre". Si me hubieran dicho algo parecido a esto, me hubiera quedado sin vacilar. Hubiera visto entonces que, en el Opus Dei, se antepone a las personas a cualquier otra cosa.

Por el contrario, la respuesta que obtuve fue el silencio más absoluto…



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