Mi experiencia al salirme de la obra

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Por LuisSk, 10.04.2006


He leído los artículos relacionados con la salida de la obra y es increíble como sentí que yo era quien narraba mi situación.

En lo personal, después de haber regresado a mi país después de la beatificación, me llamó el director y me dijo que estaba muy presionado y que "lo mejor para mí era que me fuera un tiempo a casa de mis padres", se me daba una dispensa de vida de familia por 6 meses y después podría regresar.

Qué ironía, mis padres, supernumerarios no me aceptaron de regreso, era una verguenza para ellos tenerme de nuevo en casa, qué iban a decir sus amigos supernumerarios, así que me pidieron que buscara a dónde irme.

Recuerdo el día que me fuí, el director salió y solo se había quedado el secretario, pero dejaron instrucciones de que no me fuera hasta que los demás numerarios se hubieran ido, porque eran numerarios más chicos que yo y no querían preguntas.

Toda mi vida se reducía a una maleta y una caja con mis libros.

Pero lo bueno apenas empezaba. La obra debía darme atención espiritual, pero se me pidió que fuera a una casa de mayores a confesarme, retiro mensual y hacer mi charla.

Conforme fue pasando el tiempo, a los 5 meses aproximadamente se me dijo que lo mejor para mí era no seguir dentro de la obra. Que aunque yo quisiera seguir dentro, pues el pertenecer a la obra es como un contrato y para que el contrato sea efectivo debería haber acuerdo de ambas partes, por parte de ellos no había intención de renovarlo.

Era Agosto y se me pidió que siguiera siendo "fiel a mi vocación" cuál vocación? para ellos no la tenía. Que cumpliera con mis obligaciones como numerario pero que no asistiera ya a ningún centro, que al llegar el 19 de marzo quedaría libre de compromisos. No podía creer lo que se me pedía.

Me negué, le dije al director que no pretendía esperar hasta marzo y que si no iba a seguir dentro de la obra prefería dejar de ser numerario en ese momento. Recuerdo que el director me comentó que la única forma era pedir una dispensa al Padre pero que era algo muy doloroso y triste para el prelado, y seguramente para mí no era así?

Finalmente, después de insistir pedí la dispensa y a la vuelta de un par de meses me llamó el director. Recuerdo que me dijo que ya tenían la respuesta pero que tenía que hacerme por requisito una pregunta, fue la pregunta más estúpida que pudieron hacerme, "sigue siendo tu deseo el dejar de pertenecer a la obra?"

Antes no lo era, pero ahora es una obsesión, contesté, y al despedirnos me dijo, lo mejor es que evites pararte por los centros de la obra, especialmente en donde hay numerarios jóvenes, no queremos que se inquieten.

Me fuí y nunca me volví a parar en un centro, me evitaban cuando los veía por la calle, inclusive el director. Hasta que un día el director llegó a mi negocio, mi secretaria me lo anuncia y lo recibí. Platicamos como si no nos hubiéramos dejado de ver nunca, el amor fraternal imperaba en el ambiente en ese momento por parte de él. Yo esperaba la bomba, hasta que la soltó y me dijo: "Sé el amor que le tienes a la Obra y para la Obra sigues siendo de la familia, por esta razón vengo contigo a pedirte un donativo para una labor que estamos iniciando y que sé que dado tu amor a la obra y al apostolado te gustará ayudar"

No daba mérito a lo que escuchaba, pero es la realidad de todos los días. Le comenté que ahora apoyaba a los jesuitas en sus labores y que de todas formas le agradecía el haber pensado en mí. Se marchó y nunca más he vuelto a saber de él.



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