Los agregados no tienen ni un 2 de octubre ni un 14 de febrero...

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Por Ex apéndice, 22.08.2008


Vaya por delante que he sido, durante más de 23 años, agregado del opus y llevo fuera de ahí más de 25… (años) muy felices. Sin ni pizca de rejalgar.

Veo que últimamente se habla en opuslibros un poco más de los agregados opusinos. Voy a ver si puedo aportar algo a la aclaración de este tema, que, como todo lo que se refiere al Opus, es tan “simple”, tan de “cajón”, tan “sencillo”, tan “natural”, tan “inocente” y lleno de buena voluntad, que lo puede comprender un niño que no tenga mala intención, claro.

Así es que, quien no entienda bien lo que es un agregado opusino, es porque él no es sencillo, está lleno de prejuicios, es mediocre, acomplejado, con intención torticera y, sobre todo, “le falta sentido sobrenatural”, condición sin la cual es imposible discernir… nada.

Claro, así, con todas esas “taras” mentales y esas actitudes negativas ¿Cómo va a entender nadie a la maravillosa Obra del Mismísimo Dios”? ¿Cómo unos seres tan imperfectos van a comprender que Dios mismo (“on line” con Escrivá, en rigurosa exclusiva) pueda en un momento dado (alrededor de 1954, que me corrijan si la fecha es otra, porque esto de los agregados no tiene ni siquiera un 2 de octubre, ni un 14 de febrero), decir algo así como: hasta ahora no cabían en el opus más que personas muy selectas, primeracos, números uno, aristócratas de la inteligencia y de familia, pero a partir de este momento, admitiré en mi obra, en un exceso de benevolencia, y debido a mi generosa magnanimidad, a gente que no lo merece ni de lejos, por ser de segunda categoría, cosa por la que deberán sentirse agradecidos eternamente? (no se trata de una cita, evidentemente, son palabras mías para intentar expresar gráficamente el trance, el parto divino de los agregados)

Así nacen, en un momento dado, los supernumerarios internos que con el tiempo se llamarían oblatos y, a partir de 1967, no se sabe si ya definitivamente, agregados. Cambios de nombre que, además de poner en evidencia la sospechosa indefinición inicial de esta nueva clase de socios, (que por cierto sigue indefinida) equivalen a cambiar mocos por babas. Así se lo hice notar a un agregado “muy de casa” cuando en 1967 me dijo muy entusiasmado.

--- ¿Sabes que ahora ya no nos vamos a llamar oblatos, sino agregados?
--- Ah, que bien, le dije, a mi eso se me da una higa. Es lo mismo que cambiar mocos por babas.

La corrección fraterna que me cayó, no se hizo esperar (porque las correcciones fraternas te caen encima, te las arrojan “llenas de cariño y de visión sobrenatural”, eso sí, como si fuera un jarro de agua fría). Esta vez acompañada de una recomendación de leer no sé que nota o documento interno en donde estaba “clarísimo” quienes y qué éramos nosotros los “añadidos” por la gracia de Escrivá (bueno de Dios, faltaría más), a la protección de nuestra “madre guapa”, cosa a la que en realidad no teníamos ningún derecho.

¡Menudo favor había hecho la gallina clueca de Escrivá a estos nuevos polluelos, sin pedigree, al “añadirlos” a su selecta pollada y cobijarlos bajo sus cálidas alas a pesar de su indignidad manifiesta, de su falta de clase y de su abundancia de taras familiares, personales, económicas e intelectuales!

A veces pienso que esa manera de entender la “vocación”, situación familiar y características personales de los agregados pudo originar esa especie de obsesión de mantenerlos al margen y como segregados, de los numerarios. Algo así como si no “encajaran” del todo en el ambiente selecto propio de los lugares frecuentados por los “verdaderos” socios del opus (los numerarios), que siempre ocupan posiciones de primera fila y son “educados” en los centros de estudios, en la convicción de su preeminencia a la hora de presidir, dirigir, o “hacer cabeza” en cualquier situación en la que puedan concurrir con agregados. Actitud que, por supuesto deben asumir con humildad, con moderación y caridad, sin herir.

Ni que decir tiene que el “agregado perfecto” y veterano conoce al dedillo esta norma, y demuestra su buen espíritu (soberbia sería de su parte lo contrario y por tanto grave falta de espíritu) acatándola. Dándose a veces situaciones ridículas en las que un numerario recién iniciado, al ver solo agregados a su alrededor, aunque lleven en el opus mas años que los que él tiene, sin tener cargo alguno ni otra prerrogativa que su condición de numerario, se atreve a tomar las riendas da la situación. Y “motu propio” y de forma automática se erige en cabeza. A veces da risa ver como ejercen esos “lanzados” las prerrogativas de que les han hablado y llenado la cabeza en sus centros de estudios. Los agregados más jóvenes no se explican el contrasentido. Preguntan que porque es así y … bueno hay que decirles que hablen con su director.

He leído hace poco una farragosa nota de Ocariz intentando explicar lo que es un agregado y, a parte de las omisiones en que incurre, lo que dice no es más que una glosa y repetición machacona de los documentos internos, que encubren como siempre la realidad, con rebuscada fraseología pseudojurídica, aparentemente de gran altura. Como la lectura de semejantes mamotretos está al alcance de cualquiera no voy a referirme a ella. Es fácil encontrar, aquí mismo en opuslibros, bastante literatura sobre el tema.

Por hoy es bastante. Lo que en realidad ocurre en la vida diaria de un agregado, dentro del opus, lo intentaré contar otro día. Adelantaré que se parece muy poco a lo que expresan las elucubraciones edulcoradas de Ocariz, o de la literatura oficial de la “prela”. Ya veré como ando de ganas de seguir contando. Un abrazo y hasta pronto.

Un ex-apéndice (agregado)



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