El coleccionista de panfletos

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Por Nachof, 15.12.2008


Septiembre de 1965. Me dispongo a emprender una nueva etapa de mi vida, tras haber pitado el anterior 19 de marzo. Un día Martincho, el director del centro existente en la calle General Oráa 5 de Madrid, me había dicho que debía incorporar a un nuevo centro de San Rafael (así se les llama a los de jóvenes en el Opus Dei) en un chalet existente en la calle Vitrubio número 3. Y allí acudí. Desde un primer momento, noté que el cambio era para peor, por mucho que el edificio aparentemente tuviera una gran distinción y estuviera contiguo al Alto Estado Mayor del Ejército español y enfrente del museo de Ciencias Naturales. El nuevo director, Santos Velasco, no tenía el atractivo que poseía el primero que tuve en la Obra. En esa etapa de mi vida se me iba a plantear dejar de ser numerario para pasar a oblato, hoy llamados agregados. En estos días, se me ha resucitado la vivencia del curso 1965-66, cuando el 25 de noviembre de 2008 me acerqué al cementerio de Nuestra Señora de la Almudena e hice una fotografía digital de la tumba donde está enterrado Javier Ayesta, uno de los residentes en aquella casa, fallecido pocos años después despues de ser atropellado por un camión...

Javier Ayesta era director de la Oficina de Información del Opus Dei en España en aquel año. Había sucedido a Luis Martínez Sáez, que se había ido a otro centro. Con el tiempo me enteré que éste último había dejado la Obra. En Vitrubio 3, además del centro de San Rafael y una residencia de numerarios, se encontraban los locales de la Oficina de Información y la entonces Asociación de Amigos de la Universidad de Navarra, que había celebrado su primera asamblea general en noviembre de 1964 ben Pamplona. Con palabras de la calle podríamos decir que todo estaba "calentito".

En esa fecha, los únicos libros de los que se disponía a efectos externos en la Obra eran "Camino", "Santo Rosario" y "La abadesa de las Huelgas", todos ellos escritos por el fundador, hoy San Josemaría Escrivá de Balaguer; "El valor divino de lo humano", del sacerdote numerario Jesús Urteaga, y "Ascética meditada", del tambien sacerdote numerario Salvador Canals, y una colección de libros de espiritualidad de la Editorial Rialp, y algunos de la editorial Herder, que entonces estaba bien vista en el Opus Dei. Pues bien, poco más de dos años despues, se publicó el libro "Conversaciones con monseñor Escrivá de Balaguer", colección de entrevistas al entonces presidente del instituto secular realizadas por distintos periodistas españoles y no españoles que aparecieron en distintos medios de comunicación. El tomo se acompañaba con la homilía "Amar al mundo apasionadamente" que pronunció monseñor Escrivá de Balaguer en el campus de la Universidad de Navarra en la segunda asamblea de amigos de esta universidad. Para lograr este libro tuvo mucho que ver Javier Ayesta, pues el fue el que se relacionó con los citados periodistas.

Durante el tiempo que estuve como numerario adscrito en el centro de la calle Vitrubio número 3 pude ver el funcionamiento de la oficina de información del Opus Dei, pues yo estudiaba los libros de la carrera de Derecho que entonces cursaba en la Universidad Complutense de Madrid, a la vez que abría la puerta. Alguna vez los periodistas que llegaban para hablar con Javier Ayesta pertenecían a periódicos o revistas muy conocidos. Eran frecuentes las reuniones en salas de la planta baja del edificio, por debajo del nivel de la calle, aunque no se comunicaba con ella.

Lo que no olvidaré es la experiencia que tuve con Javier Ayesta. Entonces en España no existía libertad y la única contestación que existía en la calle contra el régimen salido de la guerra civil de 1936-39 estaba en la universidad, donde eran frecuentes las asambleas y protestas de estudiantes. Para dar a conocer lo que sucedía eran frecuentes los lanzamientos de panfletos y octavillas por parte de representantes de algunos grupos que entonces se movían. Javier me pidió que le llevara los panfletos que se difundían entre los universitarios. El hecho no tiene mayor importancia, pero indicaba que el director de la oficina de información del Opus Dei deseaba estar al corriente de todo.

Hoy en día el Opus Dei sigue estando al corriente de todo. Lo he experimentado no hace mucho. En Vitrubio 3, aunque no sea centro de San Rafael, se sigue la vida de mucha gente. La "Oficina de Información" sirve para hacer imagen de la prelatura, pero también para realizar una especie de servicio de "espionaje". Cuando Isabel de Armas presentó su libro "Ser mujer en el Opus Dei", entre el público se encontraba un numerario de la Obra, que había sido director mio. Alguien desde la mesa presidencial aventuró la posibilidad que hubiera un espía que informara al Opus Dei y yo no tuve ningún miedo en señalarlo, sin que él quedara afectado lo más mínimo.

Siguiendo la línea de lo que van publicando Israel Zepeda y Al Chile os incluyo la lista de numerarios del Opus Dei que teníamos que ver con Vitruvio: director, Santos Velasco, abogado de editorial Rialp, vinculada al Opus Dei; subdirector, Antonio Álvarez, que, al cabo de unos años me encontré en la Basílica del Pilar de Zaragoza, acompañado de una señora y un niño en un carrito, por lo que sospecho que se fue de la Obra; secretario, Luis Felipe Areta, atleta entonces olímpico y que se lanzaba al mundo de la música con la canción "Elena" y hoy sacerdote numerario; sacerdotes, Jorge Salinas, Emilio Navarro Rubio y José López Muñoz (no he vuelto a saber de él); y residentes, Alberto Moncada (entonces a punto de abandonar el Opus Dei); Javier Ayesta; los escritores Alfredo Castro (no he vuelto a saber de él) y Pedro Antonio Urbina; el periodista Guillermo Cid Luna, que había estado en el Colegio Romano, y tras abandonar la Obra se casó con una periodista de "Telva" (falleció en 2007, siendo supernumerario); y Nacho Llano, que luego dejó la Obra y le dejaron testificar como ex en el proceso de beatificación y canonización de San Josemaría. Los dos numerarios adscritos éramos Pepe Masdéu, hoy investigador médico destacado en Estados Unidos, pero trasladado a un centro de investigación de la Universidad de Navarra, y el que esto escribe. ¡Ay que ver que por ver un nombre en una tumba todo lo que me ha salido!


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