Amor al dinero

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Por Diplomaticbag, 31/10/2012


doy las gracias a Agustina por darme la oportunidad de aparecer en esta ventana para poder relatar un aspecto de nuestra experiencia como padres de numerari@.

Somos conscientes que muchos habéis hablado de este aspecto que para nada es nuevo, pero que, vivido en propia piel, redimensiona la opinión que unos padres puedan tener de este tema. Sobre el Opus Dei y el dinero han corrido ríos de tinta. Nuestra aportación será muy personal, muy íntima, muy familiar, muy concreta; es una aportación fruto de las vivencias familiares; una aportación que nunca hubiéramos pensado que haríamos, pues nunca hubiéramos pensado que nadie que se llame cristiano actuara así...

Aunque no estábamos de acuerdo con la doctrina (si es que tal palabra es adecuada) ni la formación dada por el opus, nuestro hijo pidió la admisión después de ser manipulado y coaccionado de forma reiterativa e insistente por un monitor en un curso de idiomas. Él nada sabía del Opus. Nunca fue a ningún club ni a ningún colegio opusino. Por esta razón pensamos que sería como un “amor de verano”, algo pasajero. Cuando nuestr@ hij@ estuvo en el centro de estudios, abonamos las cantidades mensuales solicitadas, aunque nunca entendimos la necesidad de seguir pagando los meses de verano, pues en el caso de nuestros otros hijos que estuvieron en sendas residencias universitarias que nada tenían que ver con el opus, en verano sólo se pide una paga y señal para la reserva de plaza que, además, sirve como parte del primer pago en el siguiente curso escolar.

Acabado el centro de estudios, y contra la voluntad de nuestro hij@ y con nuestra oposición, lo mandaron a otra ciudad en donde se alojó en un colegio mayor universitario de “ellos”. Este traslado desencadenó una época de fuertes tensiones que terminaron en un “quasi secuestro” de nuestro hij@ por parte del resto de personal opusino del colegio durante nuestra primera visita. Se nos echó del colegio mayor, se nos gritó, se nos prohibió la visita y se impidió incluso a un hermano suyo la entrada al colegio. Valga decir que también se omitió la asistencia médica a nuestr@ hij@. Durante esta época distanciamos y olvidamos algunos pagos, y después del incidente, considerado muy grave por nuestra parte, y del que aún estamos esperando las disculpas, estuvimos dos meses sin abonar las cuotas. Curiosamente, durante este tiempo, nuestro hij@ no llamó ni una vez y sólo nos visitó durante cuatro horas el día de San Esteban acompañado de dos “guardaespaldas”. En los dos meses que duró nuestra falta de aportación económica, no pudimos llamar telefónicamente pues o bien la llamada no era contestada, o bien nuestro hij@ no estaba en el colegio y, evidentemente el director/a estaba ocupado, reunido o ausente. Al reiniciar las aportaciones económicas el teléfono volvió a funcionar correctamente y siempre se localizaba a nuestro hij@. Incluso se nos invitó al día de las familias. Durante casi dos años no hubo más altibajos en el trato. Nuestro hij@ nos visitaba unas dos veces al año e incluso se quedaba a dormir en casa.

El tiempo pasó y nuestro hij@ fue trasladado a otra ciudad. En ella residía en un centro en el cual existía la posibilidad de ocupar una de las tres habitaciones por las que ya era declarado residencia universitaria. Cuando en setiembre se hizo efectivo el traslado, consultamos los precios de esta residencia en su web. Vamos a suponer que el precio indicado era 800. A los pocos días se cortó el acceso a la web presuntamente por obras en ella. Al reiniciarse, apareció un precio de 950. Este duró hasta Navidad, pasada la cual apareció el de 1150. Nos negamos a aceptar estas subidas dentro del curso y sólo abonamos una cantidad pactada previamente que duraría hasta el fin de este curso. El trato por parte de los directores/as era correcto. Nuestro hij@ seguía su régimen habitual de dos/tres visitas al año con una duración de no más de 72 horas y durmiendo en casa.

Al final del curso en el que había sido trasladado a este centro, debería haber acabado sus estudios universitarios. Sus capacidades intelectuales le hubieran permitido superar sin mayores dificultades, con holgura y excelentes calificaciones las materias de la carrera. Sin embargo, hacia el mes de mayo pasado nos comunicó que le faltarían dos asignaturas de las que cursó en la segunda ciudad. La causa era la escasez de tiempo para poder estudiar, pues los encargos que le fueron confiados le impedían dedicar el tiempo suficiente. Fue en esta época en la que le comunicamos que habíamos hecho grandes esfuerzos para sufragar sus estudios y seguir abonando los meses de verano (en los cuales, todo hay que decirlo, nos pedía además, que dobláramos uno de los pagos a razón de su asistencia a su curso anual, cosa que no hicimos pues no creemos que los miembros del opus tengan el don de la bilocación).

A partir del final de curso dejaríamos pues de abonar por el concepto de residencia ya que en realidad él/ella vivía en un centro, no en una residencia. Pero en el opus, se tiene un sexto sentido para conseguir dinero, y en nuestro caso este se concretó en hacerle dejar a nuestro hij@ las citadas asignaturas para que lo siguiéramos considerando “estudiante” y así siguiéramos aportando las elevadas cuotas mensuales un año más. Nuestro hij@ aceptó de entrada nuestra decisión diciendo que ya había pedido becas y que tan sólo nos pedía una cantidad mensual para sus gastos de transporte, algo de ropa y gastos menores. Esta aceptación, sin embargo, duró poco. Pronto empezó a pedir la cantidad anterior entera. Y por poco avispado que uno sea, nos dimos cuenta de que la orden venía de arriba. Como ya el pasado verano no abonamos la residencia, se nos castigó con su ausencia durante estas vacaciones y por consiguiente, con su falta de contacto hacia sus herman@s y sobrin@s. Curiosamente, pasado este tiempo vacacional, y cuando el contacto con el resto de la familia ya no era posible por razones de trabajo y de distancia, nuestr@ hij@ reapareció en casa (y no se quedó a dormir apelando a su libertad y alegando que dormir en casa no era su sitio) con aire compungido volviendo a solicitar las cantidades habituales. Las razones argumentadas fueron que no habían llegado las becas, que él seguía siendo estudiante pues le faltaban aún dos materias…, que era nuestra obligación… , que en otras cosas nos gastábamos el dinero…, que si no tuviéramos dinero no podríamos hacer los viajes que habíamos hecho…, que a sus hermanos les habíamos abonado durante más tiempo… No transigimos, tal como habíamos acordado unos meses antes y simplemente le dimos una pequeña cantidad para sus gastos personales (que sabíamos que nunca sería para este fin sino que sería entregada a sus directores). Se fue algo enojad@. Sin embargo, a los pocos días, llamó telefónicamente otra vez solicitando y casi exigiendo los pagos mensuales. Al recibir de nuevo nuestra negativa, se encolerizó llegando a considerarnos personas no cristianas.

Dejamos pasar unos días para que se enfriaran los ánimos, pensando que, como se acercaba la onomástica de su madre, llamaría para felicitarla. Pero no fue así. No llamó. Se limitó a enviar un mensaje por móvil con un texto nada adecuado para una felicitación, más bien un texto de reprimenda hacia lo que consideraba un incumplimiento del catecismo por parte nuestra. Al día siguiente llamamos a su centro y, curiosamente, se nos informó que no estaba. Al instante llamamos a su móvil y contestó diciendo que sí estaba en el centro. La conversación derivó hacia diversos reproches para con nuestra actuación y hacia nuestra manera de entender el cristianismo, reiterando que nuestro comportamiento no era cristiano.

Pasado un tiempo, llamamos a dirección la cual se encolerizó diciendo que nuestra obligación era pagarle los estudios pues nuestr@ hij@ no había terminado aún su carrera. Esta persona de dirección alzó la voz, gritó a grito pelado y casi no nos permitió hablar. Desde entonces no sabemos nada más de nuestr@ hij@.

Éste es el poder del dinero en el opus. Intentar separar a las familias. Pero no lo van a lograr. Al contrario, han logrado unirnos. Todos los integrantes de nuestra familia nos sentimos más unidos aún. Aquellos que somos considerados “no cristianos” nos hemos unido en el amor Nuestro amor es mucho más fuerte que sus gritos. Nuestra familia ha salido fortalecida ante la agresión de esta secta destructiva y no cristiana que ha anulado el pensamiento y la capacidad crítica de nuestro hij@, le ha degradado física y mentalmente. Le ha suministrado fármacos innecesarios. Le ha apartado del amor de sus seres más queridos.

Si antes nuestra familia era una piña, ahora es una roca cristiana. Gracias al amor al dinero que tiene el opus dei.




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